La primera vuelta de las elecciones Presidenciales en Argentina dieron como resultado el triunfo del ex presidente Carlos Menem y Néstor Kirchner de la Unión del Centro Democrático.
Estas elecciones han revelado un fuerte quiebre político de todos los partidos. Como el diario español El País señaló; "… una histórica fragmentación política" (24/3/03). Había tres candidatos Peronistas, tres miembros de la Unión Cívica Radical, cuatro candidatos de la izquierda socialista, tres generales del ejercito, entre otros.
Menem y Kirchner apoyan las políticas pro-capitalistas de derechas y no ofrecen nada mejor a la clase obrera y a los pobres en Argentina.
Aunque Kirchner apoya una mayor intervención del Estado en la economía, como una de las políticas más tradicionales del peronismo en el pasado –nacionalismo populista radical- y por esta razón aumentó su apoyo durante su campaña, este definitivamente no es un amigo de la clase trabajadora.
Menem, abrió camino a las privatizaciones que el FMI programo en Argentina, su programa fue de un neo-liberalismo al estilo Thatcher, que marcó un quiebre con las políticas tradicionales de los anteriores gobiernos Peronistas, qué habían llevado a cabo políticas nacionalistas populistas radicales que significaron una fuerte intervención estatal. Menem es parte de la casta corrupta de políticos pro-capitalistas que han despertado un odio tremendo de las masas en Argentina. Aunque la justicia argentina descarto mediante fallos judiciales su participación en el contrabando de armas ilegal a Ecuador y Croacia, no pudo acultar el hecho de que se la haya encontrado una cuenta de miles de dólares en un Banco suizo.
Las protestas de masas y levantamientos que botaron cinco gobiernos en cuestión de semanas durante diciembre de 2001 y en enero de 2002 como parte de la crisis financiera y económica, removieron las bases sociales en Argentina.
Kirchner tiene el apoyo del actual Presidente Eduardo Duhalde y también apoya la continuación del capitalismo. Si sale elegido, sin embargo, podría ser forzado por el movimiento de masas y la agudización de la crisis económica a adoptar una política más radical y nacionalista como una mayor intervención estatal e incluso el no pago de la deuda externa.
Los socialistas no lo apoyaran en la segunda ronda y esto demuestra la necesidad urgente de construir una alternativa socialista de la clase trabajadora, los jóvenes, los pobres y desempleados urbanos.
Los resultados de esta elección desgraciadamente representan un retroceso para la clase obrera Argentina.
Menem ha surgido como el candidato principal con casi un 25% de los votos frente al 19.38% de Kirchner. Los resultados reflejaron claramente la ausencia de una alternativa socialista de masas.
Ahora, la posibilidad de que Menem gane la segunda vuelta es lejana, aunque no descartable. Su postulación se ve enfrentada a protestas diarias de organizaciones de trabajadores como los desempleados organizados en el movimiento de los Piqueteros.
La rabia extendida contra todos los partidos políticos tradicionales se vio reflejada en los fuertes niveles de abstención de las elecciones anteriores. En la las elecciones legislativas del 2001, un 41% de la población voto nulo blanco, que juntos superaban a todos los votos obtenidos por los candidatos. Sin embargo este no fue el caso en estas elecciones, el voto blanco fue de 0,89% y el de nulos alcanza solo el 1,62%. Esto representa el porcentaje mas bajo obtenido por los nulos y blancos desde las primeras elecciones realizadas después de la dictadura militar en 1983.
En estas elecciones varios de los llamados partidos Trotskistas tampoco alcanzaron un apoyo sustancial. El apoyo más grande lo recibió Patricia Walsh de Izquierda Unida – coalición de izquierda – quien es miembro del Movimiento Socialista de los Trabajadores que ganó 337,166 votos – 1.75% del total. En 1989 Izquierda Unida ganó 2.5% del total de los votos.
Las elecciones revelan el callejón sin salida que existe en Argentina. La crisis económica
ha dejado a la mayoría de la población en la pobreza. A pesar de los pronósticos de un modesto repunte económico, todavía un 57,5% de la población vive oficialmente bajo la línea de la pobreza.
En los distritos más pobres alrededor de Buenos Aires la proporción de mortalidad infantil ha alcanzado un 30%. De la población total de 37 millones se estima que unos 10 millones ni siquiera tienen el nivel mínimo de comida declarado como requisito básico diario por la ONU y tampoco cuentan con acceso al agua potable y la electricidad. Esto ocurre en un país que años atrás alardeaba de tener el nivel de vida más alto de América Latina y que durante los años 30 era la novena economía más grande en el mundo.
La enorme movilización social de las masas que derrocaron cinco Presidentes durante Diciembre- Enero 2001/2 se enfrenta hoy con la necesidad de construir una alternativa al capitalismo.
La rabia de las masas fue dirigida contra los políticos corruptos y contra el sistema que ellos representan. Sin embargo, la idea de un socialismo democrático y de una economía planificada como una alternativa al capitalismo es una idea que aun no es abrazada por la mayoria de los trabajadores. Tampoco fue explicada claramente por algún partido con autoridad y apoyo suficiente entre la clase obrera. Esto ha sido aun más difícil, debido al fracaso de los partidos Trotskistas en comprometerse lo suficiente con las masas de la clase trabajadora y de la juventud para influir en la confianza de su triunfo. Por ejemplo, el ex trotskista Luis Zamora, que contaba con un prestigio y un apoyo extendido, ha abandonado la idea de construir un partido socialista que represente a los trabajadores y se negó a presentarse a las elecciones, apartándose de esta lucha. Es improbable que Zamora hubiese ganado las elecciones, pero a través de la campaña electoral él pudo haber utilizado su influencia para movilizar a miles de trabajadores y jóvenes a tomar los pasos necesarios para la formación de un nuevo partido obrero que pudiese ofrecer una alternativa socialista.
La desesperación frente a la situación económica, el agotamiento y un grado de desmoralización de los trabajadores ha significado que Menem y los otros líderes Peronistas pudieran ganar un cierto apoyo electoral. La desesperación y sobretodo la ausencia de una alternativa devolvieron a la luz a estos cadáveres políticos, con la esperanza de que estos fantasmas reestablezcan la estabilidad y el crecimiento económico del pasado. El diario español El País concluía ; "Menem representa para sus votantes un buen periodo económico – cuando todo era barato y no existía mucha inseguridad" (28/4/03). A esto también se suma la demanda por un retorno de la estabilidad y el orden, tras mas de un año de derrumbe social y económico. Menem incluso prometió que él acabaría con las protestas de los Piqueteros, lo que le gano apoyo entre algunas capas de la clase media.
Aquellos que votaron por Menem, esperan que este sea capaz de revertir la situación y traer los buenos de tiempos, aunque sin embargo se verán defraudados en el próximo periodo de llegar a triunfar en la segunda vuelta. Sobre la base del capitalismo, los buenos tiempos para argentina han terminado.
Pasando las elecciones la crisis que enfrenta Argentina continuará. Quien sea que gane las elecciones, se enfrentará con la continuación de la crisis social y económica, las pugnas y divisiones entre los partidos políticos se extenderán. En el Congreso hay tres bloques distintos de Diputados Peronistas que ahora reflejan a los tres candidatos Presidenciales. Ni Menem ni Kirchner podrán formar a un gobierno estable.
La tarea que enfrenta la clase obrera en Argentina es construir un Partido socialista de masas que ofrezca una alternativa al sistema capitalista. Las futuras movilizaciones y luchas deben contar con la intervención de los marxistas, que son las únicas fuerzas capaces de llevar adelante la construcción de una alternativa socialista frente a los políticos capitalistas existentes.
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