En años recientes, los ayuntamientos sirvieron como el principal blanco para los recortes presupuestarios y los despidos masivos, al mismo tiempo que recibieron nueva autoridad y responsabilidades.
Desde hace un año y medio atrás las Municipalidades comenzaron a colapsar, una tras otra, bajo el peso de las reducciones de presupuesto del gobierno central, déficit y falta de fondos apropiados. Este fue el caso, especialmente, de los Ayuntamientos en ciudades Israelíes-Palestinas.
Este colapso, significó, primero y sobretodo, una reducción de los servicios entregados por la municipalidad al público y la retención de los salarios de los trabajadores municipales. (Los altos funcionarios por supuesto, tenían un presupuesto separado para sus inflados sueldos y no fueron afectados). Como consecuencia, cada vez más trabajadores tuvieron que hacer su trabajo sin recibir ningún salario por él. Esta crisis es el directo resultado de la falta de suficiente financiamiento del gobierno a las ciudades pobres y a las localidades israelíes palestinas. Pero el nivel relativamente bajo de luchas organizadas por los sindicatos durante los primeros meses de la crisis ha permitido al Ministerio de Finanzas usar la retención de los salarios de estos trabajadores como un arma deliberadamente dirigida a quebrar el estado de ánimo de los funcionarios. La retención de los pagos a los trabajadores municipales niega el más básico derecho de los asalariados. El Ministerio de Finanzas ha exigido que los trabajadores acepten un “Plan de Austeridad” para que sus salarios sean pagados. Este plan no significa otra cosa que el despido en masa de funcionarios municipales dañando ampliamente los servicios públicos.
Los trabajadores municipales, que saben bastante bien lo que se esconde detrás de frases bonitas como “austeridad” y “aumento de la eficiencia”, se han negado a firmar el plan. El Ministerio de Finanzas respondió con un plan de “hambruna”. Este plan es bastante simple hasta que todos los empleados municipales retiren sus demandas y acepten totalmente los despidos, los recortes de presupuesto y salario y las reducciones de beneficios laborales, no recibirán el pago por el trabajo que ya han hecho. Los funcionarios se han visto ante la alternativa de: ¡rendirse o pasar hambre!.
Huelga General.
El 7 de septiembre el Consejo de Trabajadores del Ayuntamiento de la ciudad de Yahud se encerró dentro de la municipalidad, armado con tanques de gas listos para detonar, en protesta contra ocho meses sin pago y el plan de despedir a sesenta asalariados. Los trabajadores de Yahud fueron expulsados brutalmente del edificio, poco después, por la policía antidisturbios (YAMAM). Los trabajadores concluyeron que no podían esperar a la HISTADRUT (la Federación Sindical de Israel) que no está dispuesta a pelear por ellos, y decidieron actuar independientemente. El 21 de septiembre la Histadrut declaró la huelga general largamente esperada. Solamente dos semanas antes, la dirección de esa organización había desistido una vez más de la lucha, cuando comenzó una huelga parcial en el sector público que poco más tarde retiró sin conseguir ninguno de sus objetivos, y usando por excusa un dictamen de la Corte de Asuntos Laborales.
Sin embargo, esta vez, después de que por muchos meses los salarios de los trabajadores fueron retenidos, causando extendida indignación pública, tanto de la calle como de los medios de comunicación, la dirección de la Histadrut cedió a la presión desde abajo. En esta huelga general se ha visto una actitud más militante de parte de los asalariados. Entre los ejemplos más notorios de esto, estuvieron los trabajadores bancarios y bursátiles (quienes en casi todos los casos, estuvieron envueltos en la lucha laboral en sus propios puestos de trabajo). Ellos consiguieron paralizar completamente los mercados financieros. A esto se suma el hecho de que durante el día y medio de huelga fueron llevadas a cabo tres manifestaciones por funcionarios municipales.
Además, a pesar de los esfuerzos de masiva propaganda del Ministerio de Finanzas, la mayoría de los israelíes aprobaron decididamente la huelga, e incluso la Corte de Asuntos Laborales reconoció que no podía terminar la huelga sin dar algunas concesiones. Después de un día y medio, la Corte de Asuntos Laborales dictaminó el fin de la huelga a cambio del pago de los salarios por el gobierno (calculados nominalmente y sin compensaciones por la retención) dentro de unos pocos días. O hasta el fin de Octubre en el caso de cerca de 40 municipales empobrecidas, la mayoría de ellas, israelíes-palestinas.
Resultados de la huelga
En los primeros días que siguieron a la huelga, el sentimiento generalizado en la opinión pública, era que por primera vez en años los trabajadores habían conseguido una verdadera victoria contra los ataques del gobierno capitalista. La huelga en sí misma, costó a los empresarios más dinero que toda la suma que el gobierno debe a los trabajadores. Sin embargo, una vez más, el gobierno rompió el acuerdo y no transfirió el dinero a los trabajadores. Incluso, a las municipalidades que les transfirió los fondos, esos montos cubren solamente el valor neto del déficit; y las municipalidades colapsadas, se tienen que arreglar solas, con sus ingresos locales, para pagar sus deudas. El gobierno sigue sin pagar salarios a la fuerza de trabajo y trata de presentar a los ayuntamientos como “negocios separados” a quienes el gobierno “hace el favor” de pagar sus deudas.
Sin embargo, la victoria de la huelga no fue tan completa, como el Presidente de la Histadrut Amir Peretz trató de presentarla o como pudo haber sido, si no fuera por los compromisos a los que se llegó al final de la acción. La decisión de la Corte, en realidad, castigó a los trabajadores que se niegan a aceptar el “Plan de Austeridad”. Según datos recientes, parece que cerca de 5.000 empleados fueron despedidos, una cifra equivalente a cerca de un cuarto de los que no habían recibido sus salarios, en los últimos meses. La dirección de la Histadrut también retiró la exigencia de intereses y pago de compensación por la retención de los salarios. Este asunto, ha llevado a una extendida indignación pública, como consecuencia de la sugerencia del miembro del Parlamento Abraham Poraz, de abolir cualquier compensación. Los trabajadores tienen que apelar independientemente a los tribunales para exigir esos pagos, que también deberían cubrir sus sobregiros y préstamos.
Incluso la huelga misma, aunque mostró el poder potencial de los trabajadores, ha terminado en un compromiso que no refleja plenamente su voluntad de luchar. La Dirección de la Histadrut, que debió haber llamado a esa huelga meses atrás, ha fracasado una vez más, accediendo a ponerle fin sin que los salarios hayan sido pagados y sin establecer claramente las condiciones para aceptar el acuerdo de “austeridad”. Una contramedida efectiva de la Histadrut podría haber sido una huelga, por los asalariados organizados del sector privado, llamando a manifestaciones masivas de solidaridad.
La cuestión central que permanece abierta, es cómo se desarrollará la próxima etapa de la lucha, contra la próxima ola de despidos y recortes presupuestarios. Los trabajadores tendrán que fortalecer su resistencia independiente desde abajo, en cooperación con otros sectores militantes, tales como los bancarios y portuarios, así como con la clase trabajadora urbana que sufre mucho la reducción de los servicios, con objeto de incrementar su poder y forzar a la Dirección de la Histadrut a actuar o hacerse a un lado. Una lucha sin compromisos podría llevar a los trabajadores municipales a la victoria, pero podría hacer mucho más. Podría abrir un combate contra los ataques del gobierno capitalista a toda la clase trabajadora y pasar de una lucha defensiva a una ofensiva.
Este artículo apareció originalmente en Ha Ma´avak (La Lucha), periódico de Ma´avak Sozialisti, sección Israelí del CIT.
Traducido al inglés por Omer Golan y al español por Patricio Guzmán.
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