Bolivia: Los trabajadores, los indígenas y pobres están dando un ejemplo al mundo.

Una nueva batalla de los trabajadores pone nuevamente en jaque al gobierno, divide a las FF.AA. y rebela la incapacidad y la negativa de Evo Morales y su movimiento político por una salida revolucionaria a la crisis que vive el país, mientras las burguesías regionales apuran una división territorial como medida urgente para cuidar sus intereses.

Andrés Aravena, Socialismo Revolucionario

La clase trabajadora, los campesinos y los pobres en Bolivia perdieron la paciencia con Carlos Mesa. Se acabo la tregua dada al gobierno surgido de la derrota y fuga de Sánchez de Lozada, en las ultimas semanas el movimiento social inicio una nueva ofensiva. A las demandas por la Nacionalización de los hidrocarburos -que refleja el rechazo masivo de la población a una tibia ley impositiva contra las trasnacionales aprobada en el parlamento- y a la convocatoria a una asamblea constituyente –que rechaza la división del país promovida por las burguesías regionales- se sumo el pedido de renuncia del presidente y el llamado a cerrar el parlamento.

Según el calendario de la clase dominante boliviana y el imperialismo, Mesa debía gobernar hasta el 2007. Acuerdo que había sido apoyado por Evo Morales, ex candidato a la presidencia, actual diputado y dirigente indígena y cocalero y su partido político el MAS (Movimiento Al Socialismo).

La demanda por la nacionalización de los hidrocarburos, había sido totalmente ignorada por el gobierno de Mesa, que incluso utilizo la justa demanda del país por una salida al mar, conflicto que mantiene con Chile. Este histórico conflicto entra en la agenda de gobierno con el fin de aprovecharse de un profundo sentimiento contra Chile que ha sembrado la burguesía nacional de Bolivia en su incapacidad para dar soluciones a los problemas de la población.

Sin embargo, ha sido evidente que los problemas domésticos, la rabia ancestral de la mayoría de la población de origen indígena contra una clase dominante blanca y la incapacidad de  un gobierno débil, han dado un nuevo impulso a la lucha.

Existía una división entre las direcciones de los movimientos y fuerzas sociales que luchaban contra el gobierno de Mesa y las trasnacionales del gas. ¡Ni 30 ni 50, Nacionalización! Es lo que los manifestantes coreaban en las calles de La Paz durante las manifestaciones. La Nacionalización total de las empresas de hidrocarburos ya ha ganado tal apoyo y consenso entre los trabajadores que ha sobrepasado la moderación que mantenía el MAS con Morales a la cabeza y que plantean que las empresas trasnacionales que explotan el gas deben pagar más impuestos al estado, es decir, subir del 32% que es la cifra a la que llego el gobierno de Mesa y llegar a un 50% como plantea el MAS.

También una noticia que remeció al país fue el surgimiento en el ejercito de posiciones nacionalistas radicales, reflejadas en las declaraciones en televisión de dos coroneles que pedían la renuncia de Mesa y llamaban a la formación de un gobierno cívico-militar nacionalista y se manifestaron por la nacionalización de los hidrocarburos y por una asamblea constituyente.

Ante este suceso, los principales dirigentes del movimiento reaccionaron de la peor forma, Evo Morales por ejemplo rechazo tajantemente el llamado de estos militares y en declaraciones al diario argentino Pagina 12 declaro: "debemos estar alerta frente a cualquier tipo de golpe", llamando en plena lucha por el poder a "conformar un comité en defensa de la democracia" y mientras los manifestantes en las calles comienzan a exigir el cierre del parlamento, este declaro al mismo diario que: "Plantear el cierre del Parlamento es propiciar una dictadura, una cosa son los congresistas y otra el Parlamento como símbolo de la democracia".   

Los calculos electorales que Evo Morales y el MAS habían sacado al parecer podrían no cumplirse.  Dado que terminaron defendiendo y manteniendo un estado y un gobierno en el poder simplemente porque ellos son incapaces de llevar adelante las demandas de la población. Al mantener las manifestaciones y la presión sobre los dirigentes, produjo la caída del presidente Mesa, pero estas también han afectado en su prestigio al diputado Evo Morales.   El 23 de mayo en un cabildo en La Paz, Morales seguía defendiendo la propuesta del MAS en torno al gas y hablo de no permitir que los EE.UU. sigan saqueando a Bolivia y a pesar de algunos abucheos repitió varias veces que el MAS hará lo que sus bases decidan.  Luego vino el discurso  de Jaime Solares (secretario ejecutivo de la COB) quien planteo –aludiendo a Morales- "que no se podía ir contra la voluntad del pueblo".

El gobierno de Mesa siempre defendió los intereses de las empresas trasnacionales y las ganancias de la burguesía que controla las zonas más ricas del país. Su llamado para realizar una asamblea constituyente y un referéndum autonómico demostraron el colapso de un gobierno que no le queda mas que responder con medidas absolutamente incompatibles para un país que esta bajo el enfrentamiento abierto de clases.

El presidente se vio obligado a aceptar la demanda por el llamado a una asamblea constituyente, delegando a esta la tarea por nacionalización de los hidrocarburos, Mesa además se hizo parte de la demanda de las burguesías regionales por la autonomía del estado central. Medida desesperada de los que controlan la explotación de las principales riquezas del país y que esta encaminada a una secesión. Ambas medidas son incompatibles, pero sin embargo responden a los intereses, por un lado, de los sectores reformistas encabezados por el MAS que sigue planteando que será una asamblea la que tendrá que nacionalizar la riqueza.   Por otro lado, la autonomía que exigen las burguesías de Santa Cruz y Tarija buscan evitar a toda costa que la nacionalización se lleve a cabo dado su separación de hecho del resto del país.

Nacionalización: La demanda que radicaliza a las masas

El país y América Latina y el mundo entero estaban expectantes, el pueblo boliviano se resiste a seguir siendo saqueado. Los magnates del imperialismo y sus empresas trasnacionales que se han apropiado de las principales riquezas del país, la clase burguesa local y la casta política tradicional, siguen temblando.  La amenaza dada por el movimiento de los trabajadores, campesinos, indígenas y pobres en octubre del 2003, derribando el gobierno de Sánchez de Lozada, ha resurgido con una fuerza impresionante.

El pueblo pobre de Bolivia, es decir el 80% de la población, demanda la nacionalización inmediata de las riquezas gasiferas se esta encontrando, dado su fuerza, con una seria resistencia y negativa por parte de la elite política.  Ninguna de las medidas que se prometieron tras la caída de Goñi se cumplieron.

El gobierno de Mesa, no hizo ningún esfuerzo por ocultar su defensa de las trasnacionales del petróleo y sólo llego a imponer, con apoyo del parlamento un 32% de impuestos a la explotación de los hidrocarburos. Esto no lo aceptaron los trabajadores y nuevamente salen a las calles y plazas a oponerse.

El MAS (Movimiento al Socialismo) partido con una base social principalmente campesina, con presencia parlamentaria y gran suceso electoral a fines de los años noventa, encabezado por el líder de los campesinos de la coca, el diputado Evo Morales, en esta lucha por terminar con el saqueo que hacen las trasnacionales, estaba apoyando un impuesto del 50% a la explotación del gas. Evidentemente esta política defendida por el MAS fue sobrepasada por  el movimiento de las masas. Morales, debido a la presión –Ni 30 ni 50, nacionalización!- ha tenido que terminar aceptando la demanda por la nacionalización.  Aunque desde los sillones de una futura asamblea constituyente, demanda que también defiende, y que al calor de las movilizaciones y del rechazo de la burguesía -que se desespera por perderlo todo y exige la división del país- esta transformándose rápidamente en una lucha por una asamblea popular, que los sectores más combativos y radicalizados ya estan llamando asamblea revolucionaria.

Sin duda, en Bolivia se esta demostrando que cuando los trabajadores y los pobres comienzan a darse cuenta de que mientras unos pocos y muy lejos del país siguen ganando millones de dólares, tanto que pueden pagar e imponer gobiernos, la inmensa mayoría en nuestros países continua siendo pobre y pisoteada. Frente a esto las conclusiones a las que estan llegando las masas en Bolivia son un tremendo salto en la conciencia.

Las movilizaciones de Bolivia están dando un impulso de incalculables consecuencias a la tendencia de radicalización de los trabajadores y pobres en el ultimo periodo en la mayoría de los países Latinoamericanos. La tregua que estan dando las masas a los gobiernos de emergencia, surgidos de las crisis económicas, tendrán cada vez menos duración.

El total fracaso e imposibilidad de las elites políticas por cumplir con las promesas de mejores condiciones de vida, debido a su defensa y lazos carnales con el capital y en la mayoría de los casos con la clase a la que pertenecen, a través de políticas estatales reflejan que, cuando esto es comprendido por la mayoría de la sociedad y sobre todo por la clase trabajadora, la salida inevitablemente debe ser revolucionaria. 

De lo contrario, si los trabajadores no llevan adelante la revolución social y ponen las bases para construir una sociedad socialista democrática, la burguesía y el imperialismo harán lo imposible, incluyendo una dictadura o una invasión, para imponer el control de la situación.

Lo que hace la elite para frenar el movimiento

En Bolivia, las tácticas del imperialismo y la elite dominante a medida que se agudiza la lucha de las masas, han pasado en el ultimo periodo por distintas etapas.  

Primero, con la llegada al sillón presidencial del –oportunamente renunciado, ex vicepresidente del derrotado gobierno de Sánchez de Losada, el periodista Mesa, al cual cierta parte del movimiento social y político boliviano llego a calificar de antineoliberal e incluso contó al principio con la aprobación del MAS y también busco el compromiso de algunos dirigentes –con promesas- para detener el movimiento  social que boto a Sánchez de Losada.

Segundo, con Mesa en el gobierno, la burguesía trasnacional y local intentaba reforzar el plan económico que da prioridad a la explotación de los hidrocarburos. Aprovechando el aumento de la demanda por gas y fuentes energéticas que tienen no solo los países vecinos sino en el ámbito mundial y viendo las mejores formas de distribución, la elite dominante da inicio a una ofensiva diplomática en el ámbito internacional para reflotar una histórica y vital demanda territorial; la salida al mar. Un conflicto que mantiene con Chile desde hace mas de un siglo, que significo una terrible guerra entre estos países incluyendo a Perú.   Guerra en la cual el imperialismo británico, poderoso todavía en esa época, intervino apoyando directamente al ejercito chileno.

La elite dominante con esta ofensiva logro hasta cierto punto desviar la atención y la movilización de los trabajadores, con mucha razón sin embargo con  un lenguaje hipócrita y chovinista que responsabiliza de la pobreza de la mayoría de los bolivianos, a Chile y a su negativa de darle una salida al mar.

Una lucha clasista con profundo sentimiento indigenista

El colapsado nacionalismo que pretende defender la elite dominante boliviana, no fue atendido según sus planes por parte de la sociedad. Su total dependencia del imperialismo y las trasnacionales no le daban ninguna autoridad para plantear algún tipo de defensa de soberanía y en consecuencia sólo lograron que  los trabajadores sacaran la maravillosa conclusión de que la llamada soberanía que defienden los ricos en el país es una total burla para ellos. Mas aun, cuando existe una población mayoritariamente originaria que ni siquiera es respetada por el estado y que hablan de 500 años de explotación.

La lucha por mayores derechos para los pueblos originarios frente a una elite, principalmente blanca minoritaria y educada en Estados Unidos, es un factor sumamente importante que le ha dado una potencia incalculable al movimiento. La situación de pobreza a la que el capitalismo ha condenado al pueblo boliviano atraviesa a todos los sectores del país, debido a esto las demandas étnicas, hay 37 pueblos originarios, van a la par y pasan a segundo plano cuando se trata de dar una lucha contra la clase que detenta el poder del estado.

Hay que señalar que, no obstante la importancia de la lucha bajo un profundo carácter indigenista, la mayoría de la población vive en las áreas urbanas. Es decir que no se trata de una lucha sólo por tierras ancestrales, si no que hay una comprensión mucho más profunda desarrollada bajo el capitalismo de que esas tierras ancestrales no sólo fueron tomadas y explotadas por una minoría, sino que además hoy esas mismas tierras pueden terminar con nuestra situación de pobreza.

La conciencia de clase de los trabajadores tiene tal cohesión que también rechaza la exigencia desesperada de la burguesía que vive en la zona más ricas del país y que exige un referéndum autonómico para blindarse y detener la ofensiva de los trabajadores.

El referéndum autonómico es levantado por el llamado Comité Cívico de Santa Cruz, organización empresarial que representa a los patrones y sectores acomodados de la zona.

Esto ha generado un rechazo unánime de la mayoría de la población indígena, que incluso ha dejado en un rol secundario su lucha por el derecho de los pueblos originarios contra la opresión del estado nacional boliviano y se cohesiona en líneas de clase por la demanda de la nacionalización.

Los ricos de Santa Cruz sólo quieren cuidar los intereses de las trasnacionales y los propios, por esto se oponen a la nacionalización de los hidrocarburos y a la Asamblea Constituyente que Mesa acepto y entrego la tarea de aprobarla al parlamento.

Los partidos políticos son rechazados y sobrepasados.

La mayoría de los escaños pertenecen a los partidos capitalistas, como el derechista y ex nacionalista radical MNR o el ex izquierdista MIR.  La actual crisis en Bolivia ha desnudado con mayor dramatismo el carácter de clase de estos partidos, a su defensa de las trasnacionales rechazando la nacionalización se suma también su negativa al riesgo de perder sus escaños aprobando el llamado a una asamblea constituyente, porque esto significa para la casta política perder sus privilegios. La mayoría de los trabajadores comienzan a entender que en el parlamento sus demandas no serán escuchadas.

El MAS, partido de Evo Morales, principal partido con presencia parlamentaria y que junto a otros representantes indígenas agrupa a un tercio del parlamento, ha demostrado hasta que punto una política reformista, como su propuesta de exigir el 50% de impuestos a las empresas del gas y el petróleo,  queda absolutamente sobrepasada cuando se encuentra con un movimiento radical de los trabajadores y pobres que piden la nacionalización.

Con la lucha en las ultimas semanas, que obligo a Meza a renunciar, y la presion sobre las direcciones, Morales y el MAS rápidamente abandonaron su demanda original del 50% y para evitar ser sobrepasados se vio obligado a asumir la exigencia de nacionalizar las riquezas.    Sin embargo mantienen que la "ley" de nacionalización debe realizarse luego de elegir una asamblea constituyente, tarea que el MAS sigue dejando en manos de la clase dominante y que con su apoyo al designado nuevo presidente –el presidente de la Corte de Justicia- incluso puede alejar tal posibilidad.

La dirección del MAS, con Morales a la cabeza, han terminado convirtiéndose en un aval político de las figuras que la clase dominante ha impuesto. Esto ocurrió primero con Mesa y ahora, dado el rechazo de las masas al nombramiento de algún representante de los partidos tradicionales burgueses que sin duda sacaría a los militares a las calles, a ocurrido nuevamente con Rodríguez.

Sin una dirección revolucionaria dotada de un programa socialista que unifique a todos los sectores populares y dada la vacilación de los actuales dirigentes, esto puede tener nefastas consecuencias para el movimiento, porque la lucha no durara indefinidamente cuando los trabajadores, indígenas y campesinos pobres vean que sus luchas no están dando los resultados que ellos esperan, comenzara el cansancio y las vacilaciones en los sectores menos comprometidos con la idea de un cambio de sociedad.

Un eventual ambiente de derrota y frustración le permitirá a la clase dominante reconstruir sus fuerzas y volver probablemente mediante una reacción violenta a restablecer el orden y control burgués de la sociedad.

Por esto es tan urgente dar una lucha revolucionaria que se plantee claramente un gobierno obrero, indígena y campesino, que tome en cuenta las demandas de todos los sectores y cuya meta sea terminar de raíz con el capitalismo, los terratenientes y las transnacionales e inicie la transformación socialista del país.

Esto como primer paso para la construcción de una federación socialista de América Latina y el mundo.

 

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