"Sus únicas armas van a ser las huelgas y las manifestaciones"
Los partidos de la derecha llegaron al poder la semana pasada después de las elecciones parlamentarias. El populista y derechista Partido de Ley y Justicia (PiS) ganó el 27% del voto lo cual lo ha convertido en el partido más grade del parlamento. El partido neo-liberal de la Plataforma Cívica (PO) ocupa el segundo puesto con un 24% del voto.
Sin embargo, sólo el 40% de la población participó lo cual marca un nuevo récord de baja participación. Casi dos tercios de la población no se molestó en votar y eso representa un rechazo masivo a todos los partidos políticos. Aún más el nuevo gobierno tiene una base social bastante limitada – solo el 20% del electorado realmente votó por los partidos que formarán el nuevo gobierno. Lejos de ser un gobierno fuerte, la nueva coalición será extremadamente débil y vulnerable. No sólo tendrá problemas en encontrar apoyo en la sociedad, sino también los conflictos se abrirán dentro del gobierno como consecuencia del conflicto entre el programa neo-liberal de la Plataforma Cívica y la política social prometida por el Partido de Ley y Justicia.
El primer obstáculo con el que la coalición PO-PiS se enfrentará va ser la necesidad de llegar a un acuerdo de cómo formar el nuevo gabinete. Aparte de las decisiones personales, ya existen desacuerdos sobre la política económica del gobierno nuevo. Por ejemplo, mientras, el PiS se opone al impuesto fijo, el PO lo favorece. El PO quiere privatizar todo, mientras que el PiS es escéptico respecto a más privatizaciones. El PO pretende introducir más recortes sociales, mientras que el PiS quiere mantener algunos elementos de la protección social.
Sin embargo, el comentario de la revista Economista señala que, "desde el colapso del comunismo, el péndulo ha girado entre la derecha y la izquierda en una sucesión de coaliciones inestables y gobiernos minoritarios… no obstante, a pesar de estos giros políticos, las políticas de los que han tenido el poder han sido extraordinariamente constante. Ninguno de los gobiernos de Polonia ha rechazado completamente la privatización, ni la liberalización, ni tampoco la UE. Tampoco parece probable que ocurra un cambio sísmico."
Mientras la Alianza Democrática de la Izquierda (SLD) obtuvo un resultado bastante reducido (desde un voto de 40% hace cuatro años a sólo el 11% en estas elecciones) aún así el resultado fue mejor de lo que se esperaba. Hace unos meses, la mayoría de los comentaristas políticos consideraban que era imposible que el SLD volviera al parlamento después de su mandato desastroso.
"Sus únicas armas será las huelgas y las manifestaciones"
El problema que tiene la clase dominante se expresa en la siguiente citación del periódico Berliner Zeitung: "Polonia se ha convertido en un país sin ninguna represtación izquierdista significante. Esto no solamente es asombroso sino también peligroso. Asombroso, porque el país necesita reformas significantes del sistema de pensiones, el sistema medico, el mercado laboral, y los impuestos. Peligroso, porque los que no se benefician de las reformas quedarán sin una representación eficaz de sus intereses en el parlamento. La única arma que tendrán será la de las huelgas y las manifestaciones."
La atención de todos se ha volcado hacia las elecciones presidenciales, que van tener lugar el 9 de Octubre. De momento,, Donald Tusk, el candidato del PO, ocupa el primer puesto en los sondeos, seguido por Lech Kaczynski del PiS. Por desgracia, el único candidato de izquierdas, Daniel Podrzucki, líder del Partido Laboral Polaco (PPP), y del sindicato militante, Sierpien 80 (Agosto 80), se mató en un accidente de coche la semana pasada, justo horas antes de las elecciones parlamentarias. Aunque el PPP recibió sólo el 0.8% de los votos. La figuración del partido durante la campaña, podría haber resultado en un aumento en la votación durante las elecciones presidenciales y la oportunidad de construir y desarrollar las estructuras del partido. Pero como consecuencia de la muerte de su dirigente carismático y militante, se pone en questión el futuro del Partido Laboral Polaco.
Cuando se calme la borrasca después de las elecciones y los últimos carteles electorales se hayan quitado de las paredes, la situación en Polonia regresará a la "normalidad", en otras palabras, más recortes, más cierres de las fábricas, más corrupción, y más ataques a los trabajadores. Sin embargo, los trabajadores polacos no aceptarán estos ataques pasivamente. Aunque hubo una apatía enrome durante estas últimas elecciones, esto no significa que habrá apatía con respecto a la lucha industrial. Si la clase dominante polaca cree que esta apatía se quedará en tacto, tendrá un brusco despertar.
Traducido por Ben Arenger
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