La elección de Michel Bachelet como la primera mujer electa presidente de Chile despertó gran interés en el mundo.
Se trata de una militante del Partido Socialista, desde su juventud. Hija de un general de la Fuerza Aerea de izquierda, que murió en prisión como producto de las torturas tras el golpe militar de 1973. Michel misma y su madre fueron torturadas y debieron salir al exilio. Mujer separada, ha debido criar a sus hijos como jefa de familia, una realidad que comparte con al menos el 30% de los hogares chilenos. Esta biografía le ha entregado un capital simbólico que se expresó en multitudinarias celebraciones de sus partidarios tras la elección. Sin duda hay enormes expectativas en el próximo gobierno. Mucha gente está esperanzada que ahora sí, en este cuarto gobierno de la Concertación, las cosas comenzarán a transitar por una senda progresista.
Pero hay otra parte de la biografía política que indica que el rumbo que tomará su gobierno, será el de un nuevo gobierno neo-liberal de la Concertación. Michel Bachelet, ocupó las carteras ministeriales de Salud y de Defensa, y no dio ningún sello distinto a esos ministerios, no expresó ninguna discrepancia con las políticas de crecimiento neoliberal del gobierno de Ricardo Lagos. Con un partido socialista cada vez más derechizado, Michell Bachelet nunca ha sido de esos cada vez más escasos líderes del partido que se han permitido voces críticas.
Una paradoja de todos los gobiernos de la Concertación es que siempre han enarbolado la bandera de la igualdad social, mientras la concentración de la riqueza no ha parado de aumentar. Todos los gobiernos de la Concertación han privilegiado a las grandes empresas, los oligopolios se han apoderado de todos los sectores significativos de la economía desde la minería y la banca hasta el comercio al detalle. Las transnacionales han profundizado su participación en la economía nacional de manera creciente. Como resultado, Chile tiene una distribución de la renta peor que Etiopia hoy en día, y en Sudamérica solo es superado en mala distribución de la riqueza por Brasil. En Chile el 20% de la población recibe el 60% de la renta. El modelo de acumulación capitalista neoliberal implementado por la dictadura de Pinochet, y continuado por los gobiernos de la Concertación, es profundamente concentrador. Hay que decir que nada en el programa de Bachelet apunta a poner en cuestión este modelo socio-económico, muy al contrario ella se preocupó de dejar en claro a los empresarios chilenos y extranjeros que se mantendrán las mismas reglas del juego.
Los dirigentes empresariales han manifestado que la elección de su equipo económico, entre el sector llamado "liberal", de la Concertación contribuye a generar confianzas. La prueba de la orientación de Bachelet es que a los mercados internacionales, como Wall Street, les era indiferente quien ganara la elección del pasado domingo.
Sin duda a poco andar las expectativas generadas darán paso al desengaño y a la rebeldía o a la frustración. Las elecciones han mostrado que el problema de fondo que enfrentan los trabajadores chilenos es que carecen de una representación política propia, todos los partidos que en el pasado se presentaban como "obreros y populares" están vaciados de su base militante, mientras el PS se ha convertido en una maquinaria de notables que profitan en los directorios de las antiguas empresas estatales ahora privatizadas, o del propio aparato del estado, mientras voluntariamente han terminado con los núcleos de base y con toda sombra de vida partidaria, el PC por su parte está reducido a un resto del partido de masas que fuera. El llamado que hizo la dirección del PC a apoyar a Bachelet en la segunda vuelta termina demuestra hasta para muchos de sus propios militantes que este partido no tiene verdadera voluntad política de combatir al capitalismo. De hecho por primera vez en décadas, el giro electoral de la dirección del PC han abierto una crisis por su izquierda, especialmente de sectores de la juventud.
Para evitar que el desengaño con la expectativas despertadas por Michel Bachelet en amplios sectores de los y las trabajadoras, se transformen en simple frustración y resignación, desmoralizando políticamente a los trabajadores y los jóvenes, es urgente comenzar la construcción de un Partido de Trabajadores, que levante un programa socialista y democrático, independiente de las Coaliciones al servicio de la burguesía, la Alianza derechista y la Concertación.
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