"El Obispo Rojo’ acaba con el monopolio político del Partido Colorado"
Fernando Lugo, un ex obispo y líder de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), ha ganado las elecciones en Paraguay. Su éxito ha acabado con el poder del Partido Colorado, lo cual ha gobernado el Paraguay los últimos 62 años. Las encuestas realizadas entre personas que acabaron de votar dieron 34% del voto a Lugo, 28,9% a Blanca Ovelar, la candidata del Partido Colorado, y un porcentaje similar al ex general Lino Oviedo—últimamente puesto en libertad para una tentativa de golpe en el cual trató de socavar el apoyo electoral de Lugo.
Este resultado agrega el proceso continuo en América Latina con la elección de líderes populistas radicales o de izquierdas y es histórico para el Paraguay. No partido político, actualmente en el poder en alguna parte del mundo, ha gobernado más largo que el Partido Colorado, ni siquiera la dinastía estalinista de la familia Kim en la Corea del Norte o el Partido Comunista de Cuba. El Partido Colorado ha estado en el poder desde el fin de la guerra civil en 1947. General Alfredo Stroesner derrocó el presidente civil en 1954 y encabezó una dictadura brutal en el nombre del partido. Cuando él mismo fue derrocado por otro general en 1989 y más tarde elecciones "abiertas" fueron introducidas, el Partido Colorado logró mantener su poder.
Que los colorados parecieran haber escrito el manual "Cómo mantenerse en el poder" explica la aprensión de la populación, y su subsiguiente alivio, cuando las encuestas fueron confirmadas. En una encuesta en línea para el periódico "La Nación," 87% de la gente pensó que sería probable que el gobierno fuera capaz de quitar a la victoria de Lugo por cometer fraude. Estas aprensiones fueron confirmadas con reportajes de las inexactitudes del registro electoral. Personas que habían luchado, y muerto, en las guerras de la Triple Alianza entre 1865 y 1870 fueron descubiertas ser todavía votantes aptos: "Don Froilán Noguera, de 140 años de edad, ha sobrevivido la guerra pero parece que ha sucumbido al fraude."
El "Obispo Rojo"
Fernando Lugo ha sido apodado el "Obispo Rojo." Su lema electoral fue "Cambio o Muerte." En discursos Lugo ha atacado la corrupción y la injusticia; "Existen muchas diferencias entre el grupo pequeño de 500 familias que viven con un nivel de vivienda muy alto mientras la mayoría vive en la pobreza que rodea en la miseria." Su oposición ha intentado caracterizarse como el próximo Hugo Chávez del Paraguay o Evo Morales. El presidente saliente, Nicanor Duarte, avisó el día antes de la elección sobre grupos vagabundos de venezolanos y ecuatorianos pronto a quemar gasolineras y propiedades privadas para provocar disturbios en caso de la derrota de Lugo.
Sin embargo, Lugo parece basarse más con el presidente brasileño Lula que con Chávez. "Estoy acostumbrado a decir, el hambre y el desempleo, como la falta de acceso a la asistencia medical y la educación, no tienen ninguna ideología," proclamó en una entrevista. Él puede encontrarse cara a cara con los políticos que admira. En su campaña electoral Lugo prometió negociar precios más altos para la electricidad con el Brasil para su presa hidroeléctrica conjunta de Itaipú y realizar la reforma agraria en el cuarto más grande exportador de sojas en el mundo. La confrontación con los terratenientes pondrá el gobierno en rumbo de colisión con los agroindustriales de su otro vecino grande, Argentina.
El peligro es que si Lugo no quiera romper con el capitalismo, él podrá acabar siguiendo Lula en llevar a cabo políticas neoliberales sin la ventaja de una economía creciente como ha ocurrido en Brasil. Es posible también, no obstante, que los movimientos de masas de la clase obrera y los pobres le empujan a Lugo a tomar una postura más radical.
Arranques de alegría
En vez del fuego, enfrentamientos y disturbios, las calles de Asunción estaban llenadas de música, baile y alegría. Tal era el deseo de las masas para cambio—para acabar con la situación donde más de 50% de paraguayanos viven con menos de 2 dólares por día y 36% viven en la pobreza absoluta—que la gente lloraron con alegría cuando el Partido Colorado reconoció su derrota.
Esta victoria puede dar confianza a los sindicatos, activistas políticos y la clase obrera en Paraguay. Es otro resultado para la "marea rosa" que se está extendiendo por América Latina. Sin embargo, en su primera conferencia de prensa Lugo ha llamado al establecimiento político para unirse para el bien del país. Su elección es un grande cambio pero al final serán sus políticas y su voluntad de confrontar la minoría rica quien, atado absolutamente al imperialismo, gobierna Paraguay lo que va a determinar el éxito de su presidencia. Como sus colegas más radicales en Bolivia y Venezuela muestran, no rompiendo con el capitalismo mientras intentando obtener concesiones de las elites es una estrategia peligrosa y frustrante. La clase obrera y los pobres deben aprovechar de la situación política cambiada para organizar alrededor de un programa socialista que rompe con el capitalismo y el imperialismo.
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