Gobierno y patrones temen batalla total con clase obrera
Durante meses tanto los patrones belgas como el gobierno se quedaron con los brazos cruzados, muchas veces acompañados por los líderes sindicales, mientras un lugar de trabajo tras otro entraron en huelga, sobre todo por los salarios.
Comenzó con acciones en más de 80 compañías privadas, siguieron los funcionarios públicos en Flandes, luego los ferrocarriles, el sector público incluidos hospitales y residencias de ancianos, otra vez algunas compañías privadas, y ahora los empleados municipales también amenazan con entrar en huelga. Bajo tanta presión los sindicatos estuvieron forzados a convocar una semana de acciones del 9 de junio al 13 de junio.
Ya el 15 de diciembre del año pasado los sindicatos organizaron una manifestación nacional para defender la capacidad adquisitiva de los trabajadores porque la inflación está empobreciendo al pueblo cada día más. Las protestas continuaron desencadenando en enero una serie de huelgas espontáneas calificadas de "salvajes" por los patrones y los políticos, que comenzaron en unas proveedoras de la planta de Ford en Genk con la reivindicación de una subida del salario de 11 a 12 Euros por hora. Ford es un caso especial. En 2004 la planta despidió a 3000 trabajadores, sin embargo desde entonces los negocios mejoraron y a la mitad de los despedidos se les dejó volver, pero en condiciones empeoradas. Las ventas del modelo S-Max que se produce en Genk han superado mucho las expectativas, fortaleciendo la confianza de los obreros incluidos los de las proveedoras. Por el método de producción "justo a tiempo" la dirección de Ford presionó sobre las subministradoras para que hicieran concesiones. Eso en cambio causó más huelgas en otras empresas subcontratadoras y al final en la misma Ford. En este caso particular no se reivindicaron subidas de sueldo sino una desaceleración de la producción.
Los triunfos en la Ford y alrededor tuvieron su efecto en otras plantillas, sobre todo en aquellos sectores con convenios "todo incluido" en los que un sistema automático hace que subidas de precios resulten en subidas de sueldo, así limitando el efecto de la inflación. Al final los trabajadores de más de 80 compañías consiguieron que subieran su salaria, tanto con acciones como con sólo amenazando con ellas. Desde los años setenta no hubo ningún movimiento espontáneo similar. El movimiento estuvo concentrado sobre todo en la tradicionalmente menos combativa región de Flandes. Eso se debe al crecimiento continuo de la economía y a la situación de casi pleno empleo, en combinación con la ofensiva ideológica de los políticos nacionalistas flamencos que describen al trabajador de Flandes como "el que trabaja duro". De hecho tales políticos no quisieron que estos obreros que trabajaban tan duro reivindicaran salarios más altos; Ellos quisieron oponer a los trabajadores flamencos contra los trabajadores presuntamente "perezosos" en el sur del país, pero les salió el tiro por la culata. Aunque en algunas compañías de Valonia también hubo huelgas, en general hay menos confianza en aquella región, sobre todo porque allá la tasa de desempleo sigue siendo muy alta.
En marzo el movimiento se extendió a los funcionarios públicos en Flandes. Obtuvieron subidas de sueldo, muy debajo de sus reivindicaciones iniciales, pero sin embargo el triple de lo que había previsto el ministro en el presupuesto. Desde entonces, huelgas surgieron en los hospitales, los centros penitenciarios, la policía, la compañía pública de autobuses de Valonia etc. Las reivindicaciones son sobre todo subidas de salario, pero algunas veces también mejoras en la seguridad laboral y reducciones del volumen de trabajo. En el caso de los carceleros las huelgas fueron en protesta por la sobreocupación de las cárceles.
Al principio los patrones pretendían que las acciones eran obra de una "minoría" estimulada por un sentimiento "erróneo" de que los precios hubieran subido. Decían que las estadísticas estaban mostrando lo contrario, que los precios de la gasolina, de las viviendas y de los alimentos estaban subiendo, pero que eso lo estaban compensando otros precios que estaban bajando. Tuvieron que cambiar de argumentos y se pasaron a advertir del peligro de una espiral de subidas de precios estimuladas por subidas de sueldos. Pero eso tampoco tuvo mucho impacto, sobre todo después de que se reveló que los accionistas recibieron repartos de dividendos extraordinarios el año anterior. Estos bonos corresponden a media parte de todas las ganancias. La mayoría de la gente sospecha que los accionistas se habían dado cuenta de que iba a haber una crisis y que habían decidido sacar todo el dinero posible de sus inversiones para darse la fuga. Al mismo tiempo, hasta comentaristas capitalistas declararon que no guardaban ningunas simpatías para los patrones, porque su codicia había causado las huelgas.
La huelga que más notoriedad alcanzó fuera del país es la del ferrocarril del 20 de mayo. A pesar de que los directores, los políticos, la prensa, y también la muy mal denominada "liga de los pasajeros de trenes, tranvías y autobuses" se mostraran histéricos por la presunta toma de los pasajeros como rehenes fue una huelga firme – por primera vez en décadas. El partido liberal ahora está argumentando en favor de la introducción de un servicio mínimo, pero a este nivel no parece muy probable que fueran a tener éxito. Las reivindicaciones fueron un paquete completo, salarios, horario de jornada etc. La huelga tuvo lugar después de un acuerdo escandaloso que fue rechazado unánime por el sindicato cristiano (ACV/CSC), y también por un 95% del sindicato socialista (ABVV/FGTB). Los sindicatos del ferrocarril están amenazando con series de huelgas de un día por semana si las negociaciones no llevan a un acuerdo marcadamente mejor.
A principios de mayo hubo elecciones de comités de trabajo en las compañías privadas. Siempre es difícil sacar conclusiones generales de los resultados, porque difieren mucho entre los sectores y entre las mismas compañías. No obstante una cosa queda clara: en general aquellas delegaciones sindicales y aquellos consejeros de trabajo que encabezan luchas y que tienen fama de combativos son los que obtienen resultados excelentes. Así también fue para algunos militantes de LSP/MAS que se presentaron en estas elecciones. En la universidad de Bruselas la delegación sindical socialista, que incluye a miembros de LSP/MAS, entre ellos uno de los presidentes, ganaron de manera abrumadora con un 65,8% de los votos. En unas plantas químicas de Amberes (Antwerpen), miembros de LSP/MAS, sobre todo dentro del sindicato socialista, pero también dentro del cristiano, lograron un número de votos significativo. Así también fue para algunos activistas jóvenes que se habían presentado por primera vez.
Apresurados, los líderes sindicales tuvieron que convocar una semana de acciones para junio. Cada día se organizarán acciones en algunas zonas, así en conjunto cubriendo toda Bélgica. Algunos direcciones sectorales o regionales están movilizando para estas acciones, algunos otros se están quedando atrás. En Amberes y en Lieja (Liège) parece que se prepara una verdadera movilización con una reunión pública para preparar una manifestación. En Bruselas los sindicatos tratarán de limitar el número de manifestantes a 1000 por cada sindicato. En Gante (Gent) los sindicatos están organizando un festival denominado "foodstock", un juego de palabras haciendo referencia a "Woodstock".
En todo caso esta semana de acciones es un principio desde dónde los obreros van a partir. Obviamente ni los patrones ni el gobierno ni los líderes nacionales de los sindicatos se sienten confortables ante la situación. Si uno se fija bien, hasta en el tono de los patrones más derechistas se nota cautela. Más tarde en este año están previstas las negociaciones bienales sobre salarios y los sindicatos ya han anunciado que van a reivindicar subidas en todos los sectores, hasta para los subsidios sociales. La semana de acciones ayuda a acumular presión.
El gobierno y los patrones están temiendo una batalla total con los trabajadores
Ni el gobierno ni los patrones están a favor de un ataque total contra los salarios y las condiciones de los trabajadores antes de las elecciones de junio 2009. Esperan contener las reivindicaciones de los trabajadores con la ayuda de los funcionarios sindicales y procuran conseguir un acuerdo sobre reformas institucionales para hacer coincidir las nuevas elecciones federales con las europeas y las regionales, ya fijadas para el año que viene. Ellos esperan que con un resultado bueno – desde su punto de vista – podrían formar un gobierno federal estable. Quieren que sea así para imponer medidas ya retrasadas desde hace tiempo porque consideran Bélgica como quedándose atrás respecto de sus competidores en los países vecinos.
El escenario de los patrones y del gobierno dependerá sobre todo de los líderes sindicales. Si estos no consiguen contener a los activistas de base el gobierno podría caer. El gobierno actual está sacudido por desacuerdos, entre otros por las reformas institucionales. De este modo la administración podría colapsar sin tener que caer oficialmente como resultado de un movimiento social. Es posible que se forme un gobierno de tecnócratas transicional para llegar hasta las elecciones de junio 2009.
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