¡Ninguna confianza en los jefes militares! ¡Por un gobierno de los representantes de los trabajadores, los pequeños agricultores y los pobres!
¡Elecciones de inmediato a una asamblea constituyente revolucionaria bajo la supervisión de comités de los trabajadores, de los pobres y la juventud!
Menos de 24 horas después de que declaró que se quedaría hasta septiembre, Mubarak se ha visto obligado a dimitir como presidente de Egipto. El creciente tamaño de las manifestaciones, y especialmente la entrada colectiva de la clase obrera en la lucha a través de una ola de huelgas en todo el país, marcó una nueva etapa decisiva en la revolución. La última aparición de Mubarak por TV enfureció a los más de seis millones de personas que estaban protestando en las calles de Egipto y la indignación se extendió a los militares, y se informó de soldados que pasaban al lado de los manifestantes.
Este punto de inflexión es una victoria tremenda para todos los que lucharon valientemente contra el estado policial de Mubarak, – los jóvenes, la clase obrera y los luchadores en la Plaza Tahrir. Es un gran ejemplo para los trabajadores y los oprimidos de todo el mundo que una acción decidida de masas puede derrotar a los gobiernos y gobernantes, sin importar lo fuertes que parezcan ser.
Sin embargo, la batalla no ha terminado, los peligros siguen presentes. El vicepresidente no electo Suleiman, ex jefe de la inteligencia del estado policial de Mubarak, anunció que el ex presidente entregó el poder al "Consejo Superior de las Fuerzas Armadas para que administrara los asuntos del país". El nuevo jefe de Estado, Mohamed Hussein Tantawi, ha sido ministro de Defensa y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas desde 1991, casi dos terceras partes del tiempo que Mubarak estuvo en el poder. Un corresponsal de la BBC comentó que "La toma del poder por el ejército se parece mucho a un golpe militar … porque oficialmente debería ser el presidente del Parlamento que se haga cargo, no la dirección del ejército".
En respuesta a esto, la masa del pueblo egipcio debe hacer valer su derecho a decidir el futuro del país. Ninguna confianza debe ser puesta en las personalidades del régimen o de sus amos imperialistas para gobernar el país o llevar a cabo las elecciones.
Tiene que haber elecciones inmediatas completamente libres, garantizadas por comités de las masas de trabajadores y los pobres, a una Asamblea Constituyente revolucionaria que pueda decidir el futuro del país.
Ahora las medidas ya adoptadas para formar comités locales y organizaciones genuinas independientes de trabajadores deben acelerarse, ampliarse y conectarse entre ellas. Un llamamiento claro para la formación de comités elegidos democráticamente en todos los lugares de trabajo, comunidades y entre los soldados de fila obtendría una amplia respuesta.
Estos organismos deben coordinar la eliminación del antiguo régimen, y mantener el orden y los suministros y, lo más importante, ser la base para un gobierno de trabajadores y representantes de los pobres que aplaste los restos de la dictadura, defienda los derechos democráticos y empiece a cumplir las necesidades económicas y sociales de la masa de los egipcios.
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