La ‘troika’ revela su verdadera naturaleza
El lunes 9 de abril, en el centro de la ciudad de Túnez, la policía tunecina usó una brutalidad horrible para reprimir a protestantes pacíficos. Esta es sin duda la peor medida represiva de la policía en este país de los últimos meses.
El que ya se conoce como “Lunes Negro” muestra el verdadero carácter de la nueva coalición tripartita en el poder (la ‘troika’), una coalición decidida a restablecer los peores métodos de la dictadura de Ben Ali para responder a la oposición a su frágil autoridad.
Ese día tuvieron lugar diferentes manifestaciones y concentraciones en la capital para conmemorar el aniversario del ‘Día de los Mártires’, una referencia a la represión sangrienta de los manifestantes independentistas por parte de las tropas coloniales francesas en 1938.
Muchos aprovecharon esta oportunidad para protestar contra el gobierno liderado por Ennahda (también transcrito como “al-Nahda”) para honrar la muerte causada por los asesinatos contra-revolucionarios del año pasado, y también para desafiar la prohibición de manifestaciones en la Avenida Bourguiba impuesta por el Ministro del Interior en marzo. Algunos habían caminado durante varios días desde las regiones del interior para manifestarse en la capital.
La gente empezó a reunirse en el centro de la capital desde primeras horas de la mañana, con la mayor concentración teniendo lugar en la Avenida Mohamed V. Mientras marchaban por la avenida principal de Bourguiba, una multitud de miles de personas, incluyendo niños y ancianos, rápidamente se enfrentó a una brutal represión policial. Se disparó al aire una enorme cantidad de gas lacrimógeno, se usaron pelotas de goma, y se repartieron golpes con porras, palos, e incluso con porras eléctricas, a todos los que estaban alrededor.
La escena pronto se convirtió en un campo de venganza indiscriminada de la policía, con gente desmayándose y ahogándose debido al gas lacrimógeno, furgones y motocicletas policiales conducidos por matones policiales enmascarados contra la multitud, y decenas de personas golpeadas, incluyendo viandantes, abogados, periodistas y miembros de la oposición de la Asamblea Constituyente presentes en la marcha.
Muchas personas fueron enviadas al hospital con heridas serias, y un número indeterminado de personas fueron arrestadas también. Estos arrestos y los golpes estaban dirigidos particularmente contra reconocidos activistas de izquierda. Un manifestante joven, víctima de una hemorragia cerebral causada por los duros golpes que la policía le dio en la cabeza, se encuentra aún entre la vida y la muerte en el hospital.
Además de esto, hay muchos informes y fotografías que dan evidencia de la presencia de milicias civiles armadas que ayudaban a la policía a perseguir a los manifestantes y ‘limpiar’ las calles cercanas, usando métodos de violencia callejera no muy diferentes de los de los grupos fascistas. Mucha gente sospecha que los matones que apoyaban el trabajo sucio de la policía eran reconocidos simpatizantes de Ennahda.
Mentiras del gobierno
El Ministerio de Interior, junto con otras voces del gobierno, ha intentado culpar a los manifestantes, declarando que éstos habían usado cócteles Molotov. Ninguna de estas afirmaciones puede ser demostrada, mientras que hay numerosas evidencias de la provocación violenta de la policía.
En una línea similar, el presidente Moncef Marzouki, ha condenado el “inaceptable grado” de violencia “en ambos bandos”, poniendo en términos equivalentes la agresión arbitraria de una fuerza policial fuertemente armada con la supuesta ‘violencia’ de los civiles, cuyos miembros más ‘violentos’ fueron los jóvenes que lanzaron piedras a la policía como reacción al brutal comportamiento de la policía. Los que todavía piensan que el legado de Moncef Marzouki como activista de los derechos humanos podría ser una garantía contra la represión, se quedarán con pocas dudas después de estas vergonzantes declaraciones.
“Túnez no está amenazado con caer en una dictadura, sino en el caos”, dijo Rached Ghannouchi, líder de Ennhada, culpando a los que describe como “anarquistas estalinistas” de querer extender el caos por el país. Estas tapaderas políticas de las acciones policiales desvela el hecho de que lo que pasó el lunes no es accidental, sino que fue planificado por aquellos en el poder en un intento de intimidar e impedir a las capas más activas perseguir sus aspiraciones de cambio.
Esto, supuestamente, serviría como ‘ejemplo’ para aquellos que se atrevan a desafiar al gobierno, cuya incapacidad y reticencia a cumplir con estas aspiraciones se hace clara día tras día a los ojos de las masas. Pero el éxito de ejercicios como éste por las nuevas autoridades es otra cuestión.
Un punto de inflexión
Esta represión tuvo lugar después de los ataques a otra marcha organizada por la Unión de Graduados en Paro el sábado, con una demanda central del derecho a un trabajo decente para todos. La repuesta desde la policía fue similar, con varias personas detenidas o heridas como resultado, en una especie de ‘ensayo general’ para el lunes. La semana pasada una protesta a la que acudieron las víctimas de la revolución y los familiares de los mártires enfrente de las oficinas centrales del Ministerio de Derechos Humanos (!) también fue atacada violentamente por la policía. En febrero informamos sobre las redadas que también tuvieron lugar en las oficinas de la federación sindical UGTT.
Pero este nuevo crecimiento en la represión de los representantes es un punto de inflexión. Aunque la manifestación del lunes fue pequeña, el efecto de su represión es ya muy grande y probablemente ayude a radicalizar a capas más amplias contra el gobierno liderado por Ennahda.
Esto hará que crezca aún más la noción de que los partidos gobernantes son enemigos de las aspiraciones que los trabajadores y jóvenes tenían para la revolución, y que no tienen otra repuesta que la represión de las demandas del pueblo. Hay una conciencia amplia de la vuelta a los métodos tradicionales de la policía de Ben Ali, y de los peligros de intentos de ir hacia una nueva dictadura. Muchos no podrán dejar de notar la ‘doble vara de medir’ del gobierno, cuya complaciente actitud contra los grupos salafistas más reaccionarios contrastan abruptamente con la brutal represión impuesta contra las acciones de tendencia de izquierdas y de los sindicatos.
El clima en todo el país es ahora particularmente tenso y les podría salir el tiro por la culata al utilizar la represión; ya se han producido en todo el país varias manifestaciones en solidaridad (las más notables en Monastir, Susa y Sfax), al igual que choques de jóvenes contra la policía desde el pasado lunes, como resultado de la represión. Hubo una Huelga General en Ktar (en la región de Gafsa), otra está en curso en Sidi Bouzid y se han quemado oficinas de Ennahda en varias zonas. Se ha declarado una huelga de todos los estudiantes universitarios y escolares en Susa, y otras acciones del sindicato de estudiantes, el UGET, están siendo también debatidas.
El 11 de abril, un consejo de ministros decidió levantar la prohibición de manifestaciones en la Avenida Bourguiba. Esto muestra que el gobierno no tiene tanta confianza en enfrentarse en un asalto frontal contra la juventud revolucionaria y los trabajadores, y teme una reacción más amplia que puede escaparse de su control. El shock inmediato y las subsiguientes reacciones populares que esta represión ha provocado en muchas áreas, ha empujado al gobierno a esta concesión para intentar calmar la situación.
Huelga General en Sidi Bouzid
Después de lo que ha pasado el lunes, esta pequeña victoria es significativa. La brutal represión usada por el régimen sin embargo dio como resultado la concesión de una de las principales demandas de los manifestantes: reclamar su avenida, un enorme símbolo histórico de la revolución que derrocó al dictador Ben Ali en enero del año pasado.
Sin embargo, los acontecimientos de los últimos días indican la dirección en la que el nuevo régimen quiere moverse. Inevitablemente, habrá nuevos intentos de su parte de contraatacar. Un nuevo periodo de encarnizada lucha acaba de empezar. La UGTTT y la UGET tendrían que considerar la posibilidad de organizar un día de nacional de protesta, como un aviso al gobierno de que cualquier movimiento para erosionar los derechos democráticos y sociales se enfrentarán a una seria resistencia de los trabajadores, estudiantes, los jóvenes y todos aquellos que desean que la revolución de ‘la libertad, el trabajo y la dignidad’ alcance sus objetivos.
El CIT denuncia el auge de la represión policial y el acoso a los activistas políticos y sindicales, demanda la libertad de expresión y de reunión para todos, el inmediato levantamiento del estado de emergencia, e igualmente la liberación inmediata de todos los manifestantes detenidos durante los últimos días. La UGTT, la Unión de Graduados en Paro y otros movimientos populares deben liderar una investigación independiente para determinar quién fue responsable de la violencia policial que tuvo lugar durante el fin de semana y el lunes.
Expresamos nuestra solidaridad con todos los que luchan por sus derechos en Túnez y nos aseguraremos de que se hace todo lo posible para mostrar el verdadero rostro del nuevo y supuestamente ‘democrático’ Túnez, y apoyar a los activistas revolucionarios en lo que va a ser una extensa lucha contra los intentos de imponer un nuevo régimen de autoritarismo y opresión.
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