Nueva fase de la crisis en el país que podría decidir el futuro de Europa
La serie de acontecimientos en rápida y desastrosa sucesión que se están desarrollando en España están empujando al país inexorablemente hacia el epicentro de la crisis europea. Hay una aceleración de la crisis en todos los frentes, creando un “otoño caliente” que el capitalismo es incapaz de apagar. La posición fundamentalmente débil del gobierno de Rajoy ha sido expuesta, a pesar de su mayoría absoluta obtenida hace solo unos meses, en la que los capitalistas confiaron para asegurar una salida cómoda de la crisis sobre los hombros de los trabajadores, jóvenes y parados. De hecho, el periódico “Financial Times”, a principios de agosto, comentó que “esta administración, que ha estado en el poder tan solo unos meses, se parece ya a un gobierno al final de su mandato” (“Financial Times”, 6 de agosto de 2012). Cómo soportará el gobierno y sus políticas los terribles golpes de los próximos meses, dependerá de cuánto puedan desarrollar los trabajadores, parados y jóvenes su lucha para salir de la ruta de la depresión económica y social. Esto a su vez se reduce a cómo se puede construir una lucha capaz de derrocar al gobierno e imponer una alternativa de la clase trabajadora.
En los últimos meses, la batalla entre clases se ha intensificado en todos los niveles. Golpe a golpe, se anuncian nuevas y más brutales recortes. El último paquete de medidas, con recortes por valor de 102.000 millones de euros, ha sido propuesto por Rajoy para la aprobación de los mercaderes de la austeridad europeos. Sin embargo, esta escalada en la guerra contra los niveles de vida de la mayoría, ha corrido en paralelo con escenas que recuerdan a una guerra civil, cuando los mineros de las regiones del norte lucharon de forma militante en defensa de sus trabajos y regiones, en una huelga indefinida que duró 65 días y que podría representar solamente el primer asalto de su batalla. La semana pasada, cientos de trabajadores rurales del sindicato andaluz SAT asaltaron cadenas de supermercados multinacionales en Sevilla y Cádiz, bajo el eslogan “Expropiar a los expropiadores”, liderados por el miembro del Parlamento de Andalucía por Izquierda Unida, Sánchez Gordillo. Esta acción consiguió una cobertura informativa y apoyo sin precedentes, y provocó un debate incluso a nivel internacional. Los próximos meses presentarán oportunidades para que emerja un movimiento unido y generalizado, que sea capaz de llevar a estos sectores militantes a una lucha capaz de desarrollarse mucho más de lo que hemos visto hasta ahora.
El gobierno se hunde ante la profundidad de la crisis económica
La velocidad con la que el gobierno he entrado en crisis se corresponde con la rapidez con la que sus pretensiones de tener un plan creíble para solucionar la crisis han sido hechas añicos. Su elección en noviembre de 2011, aunque estaba lejos de ser una aprobación entusiasta, reflejó que una capa considerable de gente tenía la esperanzas de que la crisis era más bien temporal y un cambio de gobierno llevaría a que las cosas comenzaran a mejorar. En cuestión de semanas, el país estaba a punto de un rescate europeo para sus bancos, y ahora, en medio de una recesión creciente, la cuenta atrás para un segundo rescate más amplio ha comenzado, y Rajoy está admitiendo casi abiertamente que solamente está en cuestión la forma y las condiciones del rescate.
Está cada vez más claro que los recortes están empujando a la economía española en la dirección de un desastre económico similar al de Grecia. Mientras se publicaban los datos que mostraban cómo la recesión se aceleró en el segundo cuatrimestre de 2012, Rajoy estaba ocupado preparando su nuevo paquete de super-recortes, que muy probablemente esté ligado a una petición de rescate inminente. El pesimismo muy extendido sobre la economía se ve reflejado en las encuestas de opinión. La última mostraba que el 97% considera que la situación económica es “mala o muy mala”. Entre los parados, cuyas filas están creciendo continuamente hacia los 6 millones y hacia una tasa de desempleo del 25%, un aplastante 66% mostraban tener “poca o ninguna” esperanza de encontrar trabajo próximamente. Esta conciencia de la profundidad de la crisis se traducirá en una decisión de capas crecientes de la población de moverse a una lucha determinada para evitar una catástrofe aún mayor.
La ilusión en un “gobierno fuerte”
Para muchos comentaristas capitalistas dentro y fuera de España, uno de los consuelos de la situación española es la fuerza del gobierno del PP, que tiene una enorme mayoría parlamentaria. Sin embargo, la crisis pincha diariamente estas ilusiones de fuerza. Una reciente encuesta de opinión de El País en julio, indica que el gobierno del PP ha registrado una caída de apoyo histórica para cualquier nuevo gobierno, más de 14% desde que tomó el poder hace solamente 7 meses. Éste es visto por grandes capas de anteriores votantes como un gobierno de mentirosos, que ha roto todas sus promesas electorales claves (como el rechazo a subir el IVA o nuevos recortes en los salarios de empleados públicos y en los subsidios de desempleo), en un proceso de rechazo y radicalización que se profundizará durante el curso de la crisis. De hecho, una nueva característica de la mayor parte de la reciente ola de protestas y huelgas ha sido un prominente conjunto de voces demandando la dimisión del gobierno. Al tiempo que se desarrolla este ambiente y demandas, también lo harán las luchas y los debates dentro y alrededor de los sindicatos y la izquierda sobre la estrategia necesaria para derrocar al gobierno. Estos debates, que pondrán bajo el foco la cuestión de una lucha por un gobierno en interés de la clase trabajadora, tendrán una importancia crucial, y harán revivir el debate alrededor de una alternativa revolucionaria socialista de una manera no vista hasta ahora.
Este no es el único frente en el que el gobierno se enfrenta a crisis y obstáculos. La desesperación de la posición económica a la que se ha visto empujado ha generado confusión y división en sus filas a todos los niveles. Las informaciones al principio del verano indicaban que Rajoy había prohibido a sus ministros hablar en nombre del gobierno, después de una serie de situaciones en las que se proponían posiciones contradictorias. Un ejemplo son las declaraciones provocativas del Ministro de Exteriores, Margallo, que puso la etiqueta de “siniestro” al Banco Central Europeo (BCE) y atacó el enfoque del capitalismo alemán. Incluso el “Financial Times” ha reconocido que entre las figuras clave del gabinete existen “3 voces” en competencia en asuntos económicos. Esta confusión y divisiones reflejan la desorientación del gobierno y el pánico general del capitalismo, que no pueden proponer una estrategia creíble, y que respondiendo a los acontecimientos de una manera más bien caótica y desesperada.
Estas divisiones se pueden ver emerger en cada nivel, y se harán más profundas. En julio, Rajoy se vio obligado a retirar una ley que recortaba de forma importante el poder adquisitivo de los ayuntamientos, al enfrentarse a una creciente revuelta de alcaldes del PP a nivel estatal. De la misma forma no se salvan las filas del partido del gobierno de la dinámica de crisis regionales en España, con el gobierno central en una ofensiva contra los presupuestos de las Comunidades Autónomas que controlan una proporción significativa del gasto público. La semana pasada, el presidente de Galicia, del PP, parecía que iba a sumarse a las numerosas revueltas regionales contra las reformas del gobierno central, en esta ocasión la reforma sanitaria que elimina el derecho a sanidad pública a los inmigrantes “ilegales”. Estas tensiones y divisiones, a pesar de parecer menores actualmente, inevitablemente se agudizarán mientras crezca la crisis del gobierno, y la perspectiva de escisiones y divisiones en el PP a nivel político, o incluso a nivel local o regional, no pueden descartarse, lo que podría debilitar el gobierno de manera fatal.
La bomba de relojería de la cuestión nacional
Así que vemos como, a pesar de su fuerza parlamentaria, el gobierno se enfrenta a un campo de minas lleno de obstáculos y tensiones que reducen su capacidad de maniobra. Y el menor de ellos no es el conflicto de las Comunidades Autónomas, que está vinculado a la explosiva cuestión nacional, fundamental en el capitalismo español. De esta forma, la ofensiva de recortes que el gobierno está tomando contra las Comunidades Autónomas, inevitablemente provoca un crecimiento de las tensiones nacionalistas. Se ven como ataques del gobierno central de Madrid contra las regiones con tradiciones, culturas y aspiraciones nacionalistas históricas, especialmente en el País Vasco y Cataluña. Estas regiones han estado al frente de la oposición a la agenda de Madrid, unidas a otras 3 comunidades autónomas en su rechazo a los “objetivos” de déficits y deudas regionales impuestos por el gobierno a las regiones en el último mes.
Este episodio es uno de los muchos que muestran los problemas a los que se enfrenta el gobierno, y son el trasfondo de los dramáticos enfrentamientos entre “centro y periferia”, en una dinámica que recuerda a las tensiones nacionales puestas en escena por la crisis de la Eurozona. El gobierno, completamente consciente de esto, se está preparando para obligar a las regiones a cumplir su voluntad, aprobando recientemente una “Ley de Estabilidad”. Esta es una ley draconiana que autoriza una intervención a gran escala, tipo troika, en las regiones que no obedezcan, y le da el poder de pasar por encima de gobiernos regionales electos. Incluso autoriza abrir procedimientos judiciales por deseo de Rajoy contra los políticos vistos como “irresponsables” en sus administraciones, con penas de hasta 3 años de prisión. Aprobar esta ley, un intento de evaporar cualquier posibilidad de que los gobiernos regionales desafíen los recortes, es una cosa; implementarla, es otra. Esto llevaría al gobierno a enfrentamientos frontales, acumulando un resentimiento e indignación que ya son profundos en las nacionalidades históricas del estado.
En el País Vasco se celebrarán elecciones en octubre, después del derrumbe de la coalición PP-PSOE, que verán una polarización en relación con la cuestión nacional, y dos formaciones nacionalistas emerger como los mayores partidos. Las encuestas de opinión ponen a los nacionalistas de derechas, el PNV, igualados con la nueva formación nacionalista de izquierda, Amaiur, legalizada justo antes de las últimas elecciones generales. En este contexto, incluso el actual presidente regional, Patxi López, del PSOE, se ha visto obligado a emplear cada vez más una retórica nacionalista, condenando el “Real Decreto-Ley” de Rajoy. En Cataluña, el gobierno nacionalista de derechas está demandando un “Pacto Fiscal”, un nuevo cambio en sus relaciones con el gobierno central que le otorgaría poderes completos sobre los impuestos recaudados en la región, una posición similar a la que tiene actualmente el País Vasco. Sin embargo, con el gobierno de Rajoy en una trayectoria contraria y liderando un asalto contra el poder de las regiones, esta demanda tiene pocas posibilidades de éxito, y la confrontación continuará acentuándose. El gobierno de CiU está amenazando con organizar un referéndum sobre esta cuestión, o convocar elecciones anticipadas cuyos debates estarían centrados en este tema. Cualquiera de estos escenarios llevará a una confirmación importante de que ha crecido el apoyo a una mayor autonomía, incluyendo la cuestión de la separación de España. Este apoyo ha crecido como consecuencia de la crisis, y será un golpe más contra la posición del PP.
Por supuesto, el capitalismo español hará todo lo posible para evitar que estas regiones, que representan los restos más importantes de la economía industrial en España, se muevan hacia el separatismo. Una muestra de esto ha sido la correspondiente subida en el nacionalismo del gobierno, el nacionalismo español. Figuras importantes como Aguirre, la presidenta de la Comunidad de Madrid, ha hecho llamamientos encendidos y provocativos por el desmantelamiento del poder de las Comunidades Autónomas, que recuerdan a la posición tradicional de la extrema derecha. Pero la realidad es que el capitalismo es incapaz de resolver esta cuestión de manera permanente. En todos los periodos decisivos de la historia, incluyendo el periodo revolucionario de los años 1930, estas contradicciones nacionalistas salen a la superficie, y solamente han sido puestas bajo control temporalmente por la represión brutal de las nacionalidades por parte de Franco, y solamente parcialmente durante el largo boom económico de la era post-franquista. Al igual que en los años 1930, la defensa del derecho de autodeterminación de las nacionalidades, basado en el deseo democrático de la mayoría, es un requisito clave en la construcción de una lucha unida de la clase trabajadora con cimientos sólidos en el estado español.
Claramente, el nacionalismo reaccionario y burgués del gobierno catalán está intentando apuntalar su base social con retórica radical mientras está implementando recortes brutales, y no ofrece ninguna salida para los trabajadores. Sin embargo, la ofensiva de recortes de Madrid también tiende al desarrollo a manifestaciones de izquierdas del nacionalismo, empezando por el deseo de luchar contra políticas anti-obreras. Esto ha tenido ya su reflejo en la subida de Amaiur en el País Vasco, y habrá en el futuro otros ejemplos. La pregunta para los marxistas es cómo, mientras se enfatiza la necesidad de una lucha unida contra el capitalismo español, este nacionalismo radical de izquierdas puede canalizarse hacia una dirección anti-capitalista e internacionalista, y formar una parte vital del movimiento unido necesario para conseguir cambios fundamentales. Por ejemplo, la elección de un gobierno nacionalista de izquierda en el País Vasco, si realmente estuviera preparado para acabar con los recortes del gobierno central y poner sobre la mesa políticas alternativas socialistas, tendría un impacto enorme en las luchas de todos los trabajadores y jóvenes del estado.
Sin embargo, si no desarrolla una estrategia como ésta, la cuestión nacional se puede convertir en una dificultad para la lucha de la clase trabajadora, al igual que para el capitalismo, con el peligro implícito de fragmentación. El movimiento que se necesita debe estar unido, basado en un frente unido de todas las organizaciones verdaderamente de izquierda y de los trabajadores, incluyendo los sindicatos vascos y gallegos, con el objetivo de parar los recortes y luchar por un cambio socialista. La construcción de un movimiento como éste será decisiva para contestar la cuestión de si la clase trabajadora puede desarrollar las herramientas necesarias para acabar con este horrible gobierno y sus políticas de miseria.
Las acciones militantes muestran el poder de las bases: hay que organizar la oposición a la estrategia de los líderes sindicales
La escala de los recortes es tal que incluso la mayoría de los líderes en la derecha de los sindicatos no podrían impedir el desarrollo de una lucha militante. Los líderes de los principales sindicatos españoles, sin embargo, han hecho todo lo posible para evitarlo. Todos los desarrollos claves de la lucha de clases que hemos visto han sido el resultado de un fuerte impulso de las bases. Este fue el caso de la Huelga General del 29 de marzo, que fue convocada en contra de los deseos de los líderes de los principales sindicatos, al igual que la explosión del movimiento 15-M (o de los “Indignados”) en 2011, y las enormes huelgas en el sector público que se desarrollaron desde las bases después de los últimos anuncios de recortes de Rajoy. Toxo y Méndez, líderes respectivamente de CCOO y UGT, han rechazado concretar la amenaza de movilizaciones y Huelga General a corto plazo. En realidad, su estrategia parece consistir en inútiles negociaciones, por ejemplo con Angela Merkel y el rey, junto con una campaña para convocar un referéndum sobre las medidas de austeridad. Esta estrategia no tiene nada que ver con el instinto de los trabajadores organizados, que cuando se han sentido amenazados han comenzado acciones militantes, sobre las decisiones de sus líderes cuando ha sido necesario.
La batalla de los mineros está prevista que se reactive en otoño y que, decisivamente, coincida con un movimiento más generalizado, después de una pausa temporal para prepararse para el próximo periodo. Esta lucha tuvo un enorme impacto en amplias capas de la población, que vieron en su lucha un reflejo del tipo de resistencia determinada que merece la situación. Su huelga indefinida de 65 días y sus acciones militantes para defender sus regiones de la represión, tuvieron un gran apoyo, como demuestra el recibimiento que tuvieron en Madrid con decenas de miles de personas en manifestación. Estos trabajadores representan una vanguardia histórica del movimiento de los trabajadores, que han liderado a capas más amplias de la clase trabajadora en batallas revolucionarias, como la Comuna de Asturias en 1934, y la primera batalla exitosa de los trabajadores contra la dictadura de Franco en 1962. Su lucha actual contra su exterminación muestra como este estatus de vanguardia ha superado el paso del tiempo. Siguiendo su ejemplo, y con la continuación de su lucha en otoño, la tarea de la burocracia sindical de derechas de mantener la lucha en niveles aceptables será mucho más difícil.
La popularización de acciones militantes como éstas, al igual que las expropiaciones en supermercados y las ocupaciones de tierra lideradas por Sánchez Gordillo y el sindicato SAT en Andalucía, se traducirá en un empuje para llegar más lejos que hasta ahora. La lucha del SAT ha sido ampliamente cubierta por los medios internacionales, poniendo el foco en las horribles condiciones a las que se enfrentan muchos para los que el hambre es su rutina diaria. En Andalucía, elementos de latifundismo van parejos con el capitalismo “occidental”, con más del 50% de la tierra cultivable en manos de solamente el 2% de la población, y un ejército de miles de jornaleros con tradiciones históricas militantes y revolucionarias, la base histórica del sindicato SAT.
El perfil de Sánchez Gordillo, elevado a nivel estatal de forma muy importante, y del sindicato militante SAT, también representan una oportunidad histórica para hacer avances en la construcción de un fuerte polo de oposición militante de izquierda en el movimiento sindical y dentro de Izquierda Unida. Gordillo lidera la organización CUT, que forma parte de la coalición Izquierda Unida. Su principal emblema histórico es la localidad de Marinaleda, que funciona bajo líneas socialistas, basadas en una democracia asamblearia y una economía local públicamente organizada que ha proporcionado pleno empleo en medio de una región con una tasa de paro del 35%. Aunque solamente tiene 3.000 habitantes, Marinaleda representa un ejemplo sobre el que se pueden explicar los beneficios inimaginables de una economía a mayor escala basada en una propiedad pública y democrática. Gordillo es un miembro del parlamento regional andaluz por IU, y en los últimos meses ha liderado un movimiento de bases sin precedentes contra la desastrosa entrada de IU en el gobierno de Andalucía, un gobierno de recortes liderado por el PSOE. Este movimiento, que ha abarcado docenas de asambleas de miembros de base de IU y del Partido Comunista, ahora se debe extender más allá de Andalucía, a nivel estatal. También es necesario armarlo con un programo claramente alternativo al de los líderes de IU, opuesto a la coalición con partidos que realizan recortes y con propuestas socialistas, incluyendo la nacionalización de la banca y el rechazo del pago de la deuda. El afianzamiento del SAT como un polo del sindicalismo combativo, combinado con una organización del enorme descontento dentro de las bases de los sindicatos más amplios, que son aún la fuerzas movilizadoras decisivas del movimiento obrero español, abrirían posibilidades sin precedentes hacia la transformación del movimiento sindical, en preparación para las explosivas batallas de clases que están por venir.
¡Por un movimiento para derrocar el gobierno! Preparemos una alternativa de la clase trabajadora
La experiencia de dos huelgas generales separadas, seguidas por una desmovilización de la lucha, habrá convencido a una capa más amplia de que éstas son insuficientes por sí solas. Socialismo Revolucionario (CIT en España) anticipó esto durante nuestra campaña de movilización para la huelga del 29 de marzo, enfatizando la necesidad de que continuara con una Huelga General de 48 horas, como el primer paso en un programa sostenido y escalado de acción. El gobierno del PP, bajo presión de todas partes y decidido a seguir con sus salvajes recortes capitalistas, debe enfrentarse con un movimiento capaz de derrocarlo. Aunque este movimiento no puede construirse solamente a partir de huelgas, una campaña de acciones sostenidas, paralizando la economía y mostrando el poder objetivo de la clase trabajadora en la sociedad, formaría una parte fundamental de éste. Una Huelga General de 48 horas en todo el estado español, vinculado con un calendario de escalada de las movilizaciones, sería crucial para desarrollar la confianza necesaria para ir más lejos. Se debe desarrollar un programa claro de lucha, incluyendo huelgas generales de duración más larga, y el principio de ocupaciones de centros de trabajo claves. La formación de asambleas democráticas en los centros de trabajo y los barrios y pueblos puede jugar un papel fundamental en la organización de un movimiento como éste, para acordar un plan de lucha que pueda ir más allá de los límites que quieren imponer los líderes sindicales.
Un movimiento de estas proporciones podría mostrar la posición débil del gobierno del PP y conseguir su desintegración y caída. Por lo tanto, el movimiento debe también preparar una alternativa para reemplazarlo. De hecho, lo más probable es que el gobierno del PP no pueda agotar la legislatura, al menos en su forma actual. Sectores crecientes de la burguesía que perciben la debilidad del gobierno, están planteando un “gobierno de unidad nacional”, de todos los partidos. También contemplarán la imposición de un gobierno de tecnócratas, como ya ha ocurrido en Italia y Grecia. Ambas opciones significarían la continuación e intensificación de la sangría de la clase trabajadora española, y a éstas se debe oponer el movimiento obrero decididamente.
La profundidad abrumadora de la crisis del capitalismo español y mundial plantean la necesidad de un programa de ofensiva para romper con éste sistema y con sus contradicciones, y de que este programa englobe las luchas cada vez más numerosas y militantes que están teniendo lugar. En este sentido, IU, con un apoyo en las encuestas de hasta el 12%, tiene una responsabilidad histórica. Las políticas de sus líderes, a pesar de proponer elementos claves como la nacionalización de algunos bancos y de los sectores estratégicos, finalmente no están dirigidas a culminar esta tarea. Sus propuestas inmediatas se limitan a llamamientos a la intervención del BCE, la creación de Eurobonos, y medidas similares. Estas propuestas, que teóricamente podrían dar algo de aire a la economía si se implementaran, no son la base sobre la que desafiar a una economía capitalista dominada por la crisis que está intentando defender la UE con las políticas de austeridad con las que se ha comprometido. Un programa que empiece con una lucha seria y sostenida, por el no pago de la deuda, grandes impuestos a los ricos para financiar la inversión pública, y la nacionalización de los bancos y los sectores claves de la economía bajo control democrático, podría proporcionar a los trabajadores y los jóvenes en lucha una vía para salir de la crisis. Estas políticas, lejos de ser compatibles con la actual camisa de fuerza del euro y la Unión Europea, si se implementaran en España, sería el primer paso de una lucha internacional por una alternativa socialista, que debe construirse ahora a través de una Huelga General coordinada entre los países “periféricos”. Éste debe ser el programa no de entrada en coaliciones de recortes con el PSOE y otros partidos de la patronal, sino un programa por un gobierno de los trabajadores. La lucha del CIT para construir sus fuerzas en España en el siguiente periodo se centrará en la necesidad de este programa para el movimiento obrero y un frente unido de la izquierda.
Economía – Hacia un rescate de la Troika
El capitalismo europeo no muestra piedad
En un intento desesperado para evitar entrar en el desastroso club de los países periféricos “rescatados”, la estrategia del gobierno se ha basado recientemente en peticiones de un tratamiento especial. Rajoy intenta basarse en el peso de la economía española y su impacto en los desarrollos europeos. El gobierno ha luchado por que su rescate llegue por la puerta de atrás, a través de una intervención del BCE en los mercados de bonos para rebajar el coste de su deuda. Sin embargo, las esperanzas del mercado de que el BCE esté preparando una intervención a gran escala, se hicieron añicos cuando las declaraciones del presidente del BCE, Mario Draghi, descartaron cualquier intervención hasta que el gobierno español solicite formalmente un rescate. En cierto sentido, el BCE descubrió el farol de Rajoy, que en la última cumbre europea, en junio, realizó un bloqueo con el gobierno italiano en un intento de obligar a los poderes de la Eurozona a aprobar medidas más decisivas para estabilizar la posición de los dos países. A pesar de la disposición de ser más flexibles con España que con otros países rescatados anteriormente, el mensaje fundamental de Draghi es que no se facilitará una “solución”, ni siquiera a corto plazo, sin un humillante rescate, combinado con un temido “memorándum” que impondría una “medicina económica” cortada a medida para deprimir aún más la economía y empobrecer a la población trabajadora.
Al igual que con el último rescate, los intentos del gobierno de presentarse hábilmente como vencedores contra los gobiernos de Europa Central, “defendiendo a los españoles” contra la intransigencia alemana, se han mostrado irreales. Fundamentalmente, el gobierno de Rajoy no ha hecho nada para desafiar su subordinación a los dictados del capitalismo e imperialismo alemán y europeo. Ha intentado maniobrar, aprovechando la ruptura del eje París-Berlín, y acercándose a la posición de François Hollande. Pero también se ha mostrado que el capitalismo español no tiene ningún aliado fiable entre las clases dirigentes y gobiernos de los “PIGS”. La alianza de Rajoy con Monti para la cumbre de junio se basó en los intereses nacionales muy inmediatos de ambos gobiernos de forzar medidas más rápidas, pero no representó ninguna relación de “solidaridad periférica” de ningún tipo. Esto se mostró gráficamente con la respuesta del capitalismo italiano al reciente episodio del BCE, una nueva presión para que Rajoy se rinda a un desastroso rescate e intentar romper la asociación de Italia con España en los mercados y ganar un poco de tiempo.
En los últimos meses, los costes de la deuda española han superado intermitentemente los de otros países rescatados como Portugal e Irlanda. Estos ataques de los buitres del mercado a España muestran que el cóctel español de una deuda y déficit presupuestarios descomunales, combinado con una severa recesión económica, es una situación no menos desesperada que las de Grecia, Portugal, etc. De hecho, cuando se tienen en cuenta factores como el peso de la economía, y las crisis nacionales y regionales únicas del capitalismo español, España es una pesadilla mucho mayor para los inversores.
El futuro inmediato de la economía española muestra muchos nubarrones de incertidumbres, y el menor de ellos no es la capacidad del capitalismo europeo de poner suficientes recursos para la escala del rescate que se requiere. Un rescate parcial a través de la compra de bonos solamente sería una continuación de un enfoque presa del pánico, que solamente trata los problemas económicos parcialmente y con cuentagotas cuando ya son insostenibles, como fue el caso del rescate a la banca. Este enfoque no terminará de manera definitiva con el brutal tratamiento a España por parte de los mercados, ya que las preocupaciones de los mercados no están basadas en problemas meramente temporales, sino que cuestionan la viabilidad del proyecto económico del capitalismo español, y su capacidad para superar la pesadilla de la deuda y volver al crecimiento.
Esto se ha mostrado en la fuga de capitales sin precedentes que está teniendo lugar, ya que los inversores hambrientos de ganancias huyen del hundimiento del barco de la economía española. En los primeros 6 meses de 2012, se retiraron más de 160.000 millones de euros de la economía, sorprendentemente, 40.000 millones se retiraron solo en el mes de mayo. La táctica del poder establecido de crear pánico alrededor de la perspectiva de una fuga de capitales si se aplican medidas diferentes a las de recortes es ridícula, cuando ya se está produciendo esta fuga de forma acelerada, y está avivada por estos propios recortes. Además, la nacionalización del sector bancario y financiero y la implementación de controles del estado del movimiento de capitales por un gobierno anti-recortes, la única manera de combatir esta fuga de capitales, está completamente fuera de la lógica del PP, o de cualquier otro partido capitalista.
El recorte brutal de las condiciones de vida que está condenando a millones de trabajadores a la pobreza, con casi el 40% de familias españolas en una situación de “pobreza relativa”, contrasta con la situación de los ricos, que continúan viviendo a lo grande. El español Amancio Ortega, sobrepasó este año al gigante americano Warren Buffet como el tercer hombre más rico del mundo, y su fortuna de 35.000 millones ha crecido un 32% en el último año. Mientras tanto, solamente en los últimos 6 meses, 420.000 personas se unieron a las listas de desempleo. Esto es una ilustración de la brutal injusticia social de la crisis, y al mismo tiempo estos datos también arrojan luz sobre las inmensas riquezas que se han acumulado en las cuentas de ahorros y reservas de efectivo de los ricos y las grandes empresas, que si se invirtieran en la creación de empleo ayudarían a transformar la situación. Sin embargo, la lógica de la crisis del capitalismo lleva a que esta riqueza permanezca inactiva, o incluso que salga de la economía, en lugar de ser invertida. Esto plantea claramente la necesidad de medidas socialistas para apoderarse de esta riqueza, a través de altos impuestos a las fortunas, para poder implementar un programa de inversiones públicas masivas.
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