La crisis del capitalismo mundial y la lucha de clases
“Nos encontramos en vísperas de acontecimientos convulsos, los más grandes de la historia del mundo, de los cuales son precursores los potentes movimientos que se han dado en estos países".
Así describió Peter Taffee, del Secretariado Internacional del CIT, la situación internacional actual en la sesión de la Escuela de Verano del CIT con el título "Confusión en el Capitalismo Mundial: la Crisis y la Lucha de Clases actual". Los "potentes" movimientos a los que se refería eran las enormes protestas en Turquía, Brasil, Egipto y Sudáfrica en los últimos 12 meses, que han mostrado el poder colosal de las masas cuando entran en acción. Éstos han seguido a las protestas contra la austeridad que tuvieron lugar en Europa en los últimos años.
A la ocupación masiva de plazas en Turquía, le siguió la acción de las masas de la clase trabajadora.
Millones de personas se movilizaron en Egipto para derrocar al Presidente Morsi, más que en la primera revolución de hace dos años, aunque la ausencia de un liderazgo independiente de los trabajadores ayudó a la cúpula militar a aprovechar la oportunidad para tomar el control. Sin embargo, la lucha entre las fuerzas de la revolución y contra-revolución aún no ha terminado.
En Brasil, las enormes manifestaciones que empezaron como protestas contra las subidas de tarifas en el transporte público sacudieron más de 120 ciudades. En algunos momentos, más de un millón de personas estaban en las calles y obligaron al gobierno a reconocer los grandes problemas sociales a los que se enfrentaba el país. En el pasado, este tipo de movimientos en Latinoamérica hubieran llevado a que ganaran terreno la idea de guerrillas, pero Sudamérica es ahora el continente en el que la mayor parte de su población vive en zonas urbanas (84%). La clase trabajadora y los pobres de la ciudad son la gran mayoría y lideran el movimiento de masas aunque tienen su eco en las zonas rurales. Estos enormes cambios están preparando las fuerzas para la revolución a nivel mundial.
Los trabajadores a nivel mundial,están siguiendo vorazmente estos eventos a través de los medios de comunicación, lo que también subraya los lazos de hierro que unen ahora al mundo. Los acontecimientos en un solo país, continente o región a veces pueden ejercer un efecto hipnótico en la actitud de las masas trabajadoras. Y cuando esto ocurre, se refuerza la necesidad de internacionalismo sobre la cual el CIT se basa y crece.
La esencia del marxismo es la generalización de las experiencias de la clase trabajadora y sacar conclusiones para el movimiento obrero y especialmente el CIT, para guiar nuestras acciones ahora y en el futuro. Sin un entendimiento extenso de las perspectivas seríamos como un marinero sin compás en medio de una tormenta. No podemos analizar los eventos sólo pragmáticamente y empíricamente. Los marxistas necesitamos aproximarnos a la ’realidad’ desde todas partes. Si no, no estaríamos preparados para los rápidos cambios en los acontecimientos en su forma más alta e importante: la propia revolución.
Peter explicó que nuestro método permitió al CIT predecir que en algún momento un gobierno del Congreso Nacional Africano en Sudáfrica usarían sus armas contra los trabajadores. De manera similar, predijimos el derrocamiento de Mubarak en Egipto. Predijimos una ’segunda revolución’ basada en nuestro entendimiento de las leyes de la revolución. Las masas hacen las revoluciones y su insatisfacción con el gobierno de los Hermanos Musulmanes los llevó de nuevo a las calles para librarse de ellos.
El carácter de una era
Nuestras conclusiones no están basadas en nuestros sentimientos o deseos, sino en el carácter de la era presente, que está marcada por la crisis económica mundial más devastadora que se encuentra ahora en su quinto o sexto año. La sociedad capitalista existe mientras un cuarto de la juventud a nivel mundial no está trabajando, estudiando ni formándose profesionalmente.
Esta situación económica desesperada proporcionó el impulso inicial de la revolución en Egipto. Más de 1.500 empresas habían cerrado desde la primera revolución de 2011 y la mitad de los 80 millones de habitantes del país viven bajo el umbral de la pobreza o cerca de él. Un periódico comentó en relación con el derrocamiento de Morsi: "Esta ha sido una revolución de los hambrientos".
Sin embargo, Peter avisó de que el derrocamiento de Morsi por el ejército, aunque parece inicialmente haber tenido el apoyo de grandes sectores del movimiento de masas, particularmente de los liberales, es un peligro potencial para la clase trabajadora. Los trabajadores egipcios habían demostrado un tremendo apetito de lucha y organización. David Johnson explicó que los sindicatos independientes habían crecido enormemente desde 50.000 a 2.500.000 miembros en dos años. Sin embargo, uno de sus líderes se ha unido al gabinete liderado por el ejército después de la caída de Morsi a pesar de que el movimiento para derrocar a Morsi y a los Hermanos Musulmanes tenía detrás de él a oscuras figuras del estado y del régimen de Mubarak.
El ejército egipcio no es como el ejército portugués en el levantamiento de 1974. El ejército portugués se había radicalizado por las guerras neocoloniales. El ejército egipcio, como todos los ejércitos capitalistas, en última instancia preserva la propiedad privada y su cúpula tiene importantes intereses económicos, de manera similar al ejército paquistaní.
La caída de Morsi y de los Hermanos Musulmanes también ha realineado las posiciones de los poderes regionales en Oriente Medio, cuya posición se resumía simplemente en servir los mejor posible a los intereses de la contra-revolución frente a la ’Primavera Árabe’. Los intereses de estos poderes ahora están polarizando el Oriente Medio y amenazando las masas de la región, como puede verse en la sangrienta guerra civil de Siria.
El resultado más probable de los eventos en Egipto es que los Hermanos Musulmanes y sus aliados en el resto del mundo árabe despierten. Esto tendrá consecuencias en Túnez, donde el gobierno de Ennahda se está enfrentando a desafíos contra su mandato. Por ejemplo, el asesinato de un líder de la oposición de izquierda la semana pasada provocó una huelga general.
Siempre debemos subrayar la independencia de la clase trabajadora y sus organizaciones de cualquier fuerza pro-capitalista y luchar por la creación de formas de lucha de la clase trabajadora independientes.
Explosiones sociales
No es siempre la crisis económica lo que provoca movimientos de masas. Tanto en Brasil como en Turquía hemos visto recientemente un crecimiento económico, pero los frutos de este crecimiento han sido distribuidos desigualmente.
Esto ha sentado las bases para las explosiones sociales que se han dado, que no solamente han incluido huelgas, sino también ocupaciones, asambleas, etc., por los que los socialistas han hecho campaña en Brasil durante este tsunami social y político
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Estos acontecimientos revolucionarios no se han desarrollado a partir de una austeridad demoledora como en Europa. Un crecimiento económico significativo ha fortalecido el poder de la clase trabajadora y las masas, que se mostró después con toda su potencia durante este movimiento.
Con la intensificación mundial de la lucha de clases, el estado capitalista ha implementado medidas de guerra civil contra los derechos y las condiciones de vida de la clase trabajadora y los pobres. Las filtraciones de Edward Snowden nos advierten de la vigilancia masiva contra la población general y organizaciones, y la introducción de policías como espías dentro de los movimientos y organizaciones obreras y anticapitalistas.
Aunque estas medidas son antidemocráticas, los capitalistas en este momento no pueden establecer un estado policial debido a la oposición que causaría. Pero el auge de Amenecer Dorado en Grecia muestra los peligros a medio y largo plazo para la clase trabajadora, que necesita luchar contra las violaciones y ataques a los derechos civiles y democráticos, incluyendo las leyes anti-sindicales.
Estos desarrollos han causado una desilusión generalizada hacia el Presidente Obama, que ha demostrado ser tan antidemocrático y tiránico como George W. Bush. Su impopularidad está mezclada con la falta de mejora de las condiciones de la clase trabajadora en Estados Unidos. Por ejemplo, la bancarrota de la ciudad de Detroit ilustra la profundidad de la crisis.
La flexibilización cuantitativa o inyecciones de dinero, internacionalmente, han tenido como efecto una cierta estabilización de la situación económica. Aún así, como detalló Robin, de Gran Bretaña, esto ha resultado en una mayor especulación y la creación de nuevas burbujas financieras que estallarán en algún momento.
Peter explicó que la pequeña recuperación económica en algunos países y la breve pausa en la lucha de clases y los éxitos del capitalismo en imponer medidas de austeridad han planteado preguntas como "¿Es esta una fase transitoria?" y "¿Podría el capitalismo establecer un nuevo equilibrio económico?". Estas son las esperanzas del capitalismo internacional.
Los marxistas han señalado muchas veces que no hay una ’crisis final del capitalismo’; el capitalismo solamente terminará cuando la clase trabajadora tome el poder. Pero si la clase trabajadora, por una falta de liderazgo, no consigue tomar el poder, no podemos descartar un nuevo crecimiento del capitalismo en el futuro.
Pero ésta, por seguro, no es la perspectiva a corto plazo, y los propios teóricos capitalistas lo han reconocido, al no tener ni la más mínima idea de cómo salir de este punto muerto en el que está su sistema. En todas las grandes economías del mundo ha habido un crecimiento pequeño o nulo. Y ahora que la economía China se está frenando esto tendrá un efecto profundo tanto en China (donde la revolución se encuentra en la agenda) como en aquellas economías que le suministran bienes de equipo, como Alemania, o materias primas, como comentaron los compañeros de Australia y Canadá, cuyas economías se beneficiaron del ’boom’ chino. Raheem, de Nigeria, mostró que las ganancias por las ventas de materias primas, petróleo en el caso de Nigeria, fueron distribuidas de forma complatamente desigual: el 1% de la población posee el 80% de la riqueza del país, mientras el 70% son pobres.
’Economía Frankenstein’
El compañero Zhang, de China, subrayó la gran deuda de China, que tiene una ’economía Frankestein" (enorme y fuera de control). Peter mostró que los trabajadores chinos están empezando a moverse, con huelgas, protestas e incluso la detención de un patrón que iba a cerrar una fábrica sin pagar un finiquito adecuado a los trabajadores.
Las revoluciones no ocurren automáticamente a través de una depresión o de un crecimiento económico, sino del cambio de un periodo a otro. El consenso de los economistas capitalistas era que ahora nos encontramos en una ’depresión’. Con la extensión de la austeridad y los intentos de reconciliar la clase trabajadora con una era de crecimiento bajo o sin crecimiento, los próximos ataques podrían desalentar la lucha.
Pero hay una perspectiva muy real de recrudecimiento de la crisis. Esta es la ’recuperación’ más débil en los Estados Unidos desde la II Guerra Mundial. Y las deudas colosales de los bancos a nivel internacional continúan. Bajo el capitalismo, las tasas altas de desempleo se convertirán en una característica permanente o semi-permanente.
Japón ha intentado recientemente tener un ’crecimiento rápido’ pero éste ya está comenzando a perder gas. La devaluación efectiva del yen incrementa el peligro de guerras de divisas y el proteccionismo también tiende a crecer, como se refleja en los conflictos importantes entre Europa y China acerca de los paneles solares.
Una cuestión central desde el punto de vista del capitalismo es que no hay ’mercados’, como resultado de las deudas masivas y la deflación La revista "The Economist" comentaba: "Para 2020 habrá 900 billones de dólares en activos financieros a nivel mundial, comparado con 90 billones de dólares de PIB mundial. El resultado será una economía mundial estructuralmente inundada de capital y una escasez correspondientes de lugares donde invertirlo."
Esta es la explicación a nivel mundial de la privatización, ya que el capitalismo intenta conseguir beneficios de industrias y servicios que previamente eran gestionados por el estado. Esto producirá una catástrofe social, pero los capitalistas esperan que pueda ofrecerles una salida a corto plazo a su capital acumulado, que incluye casi 2 billones de dólares de bancos estadounidenses que se encuentran fuera de Estados Unidos y sin pagar impuestos en este país.
Como conclusión, Peter comentó que estamos en un periodo de crisis prolongada, que a su vez significará una intensificación en los conflictos entre los poderes capitalistas que dominan el mundo en regiones como Oriente Medio, Extremo Oriente y África.
Oleadas de movimientos revolucionarios
En este nuevo periodo, se sucederán uno tras otro los movimientos revolucionarios y radicalizados. Decenas de miles de trabajadores más avanzados y millones de nuevas masas están sopesando y aprendiendo las lecciones de los movimientos en Brasil, Turquía y Oriente Medio.
Sin embargo, el entendimiento político está en un momento muy bajo históricamente, debido a un número de factores que incluyen los efectos persistentes de la caída del estalinismo y un rápido descenso hacia la crisis que ha conmocionado a la clase trabajadora. El compañero Didi, de Brasil, explicó cómo los líderes obreros ayudaron a enlodar la situación: en 1992 habían liderado protestas contra el gobierno que llevó a su derrocamiento, pero este mismo año solamente han sembrado confusión a través de su falta de liderazgo.
Los propios capitalistas entienden el carácter prolongado de la crisis y algunos de ellos han expresado claramente que temen una revolución, especialmente una revolución socialista. Por lo tanto, tratarán de desviar y evitar que los movimientos se muevan en una dirección revolucionaria. Robert Bechert del Secretariado Internacional, en sus conclusiones sobre la discusión, comentó que los comentaristas capitalistas están comparando las protestas actuales con los movimientos revolucionarios de 1848 y 1968, pero están muy conscientemente evitando hacer comparaciones con la revolución de 1917 y el periodo de revoluciones obreras tras la I Guerra Mundial.
Los movimientos de masas del pasado año fueron inspiradores, pero los marxistas deben evitar "intoxicarse" por sus éxitos iniciales y juzgar sobriamente los programas y estrategias necesarios para asegurar que la clase trabajadora y los pobres consigan sus objetivos. Peter explicó que los capitalistas no han tomado a los marxistas en cuenta. Un puñado de marxistas en un país, por ejemplo en Sudáfrica, podría ser la clave para cambios masivos.
Entre los jóvenes hay escepticismo y oposición a la idea de los ’partidos’ en general, a los que se identifican con los partidos pro-capitalistas, sus políticas y su gran corrupción. El compañeros Andros de Grecia y Kevin de Irlanda explicaron cómo los trabajadores tuvieron el deseo de luchar contra los recortes pero aún sufrían la resaca del último periodo de bajos niveles de conciencia, que han actuado parcialmente contra la idea de lucha.
En particular, Andros mostró que ha habido explosiones significativas en Grecia y que aún así la falta de un liderazgo ha sido clave en las derrotas que se han dado hasta ahora en la lucha contra la austeridad. El liderazgo de Syriza se ha movido a la derecha, pero nuevos líderes, incluyendo marxistas, se verán empujados al frente del movimiento en el siguiente periodo.
Las últimas frases de Peter mencionaron la volatilidad de la situación política, que ha impulsado nuevas campañas y organizaciones como los indignados en España, el movimiento Occupy en Estados Unidos y el Cinco Estrellas en Italia. Una vez que las masas vean un partido que luche por sus intereses y que sea incorruptible, especialmente si tiene un carácter de masas, se apresurarán a ponerse bajo su estandarte. El actual punto muerto aparecerá entonces como otra fase transitoria.
Es inevitable que aparezcan nuevas formaciones de masas debido a la nueva etapa por la que debe pasar la clase trabajadora. Estos llevarán a la formación de nuevos partidos revolucionarios de masas. Por lo tanto, nuestra tarea son las de construir el CIT ahora y prepararnos junto con la clase trabajadora para sentar los cimientos de partidos revolucionarios y una internacional de masas.
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