¿Coalicionismo o independencia de clase? ¿Austeridad light o políticas socialistas?
En el último consejo político federal de Izquierda Unida, Cayo Lara hizo un especial hincapié en la cuestión del gobierno. Con toda la razón del mundo, explicó como era imposible exigir – como correctamente viene haciendo IU – la dimisión del gobierno del PP, si no se plantea una alternativa de gobierno viable y contundente: "Tenemos que ser conscientes de que si pedimos que la derecha, el Gobierno, se vaya, hay que trabajar por una alternativa en serio. ¿Estamos dispuestos a ello?", llegó a decir. Con esta afirmación y otras parecidas, se abre una discusión muy bienvenida y necesaria: ¿cuál es la alternativa de gobierno que plantea la izquierda, principalmente IU? En este debate, los marxistas revolucionarios tienen mucho que decir.
La izquierda como fuerza política propia de las luchas obreras y sociales
Hasta ahora, el principal reflejo político de la crisis ha sido dual: por un lado, un hundimiento del apoyo popular al bipartidismo, este pilar tan valorado del sistema post-transición. Por otro lado, vemos un crecimiento (por ahora, principalmente electoral) de la izquierda alternativa, es decir las organizaciones que se colocan como referentes políticos de las luchas obreras y sociales y que abanderan sus reivindicaciones más importantes.
Este crecimiento de la izquierda – principalmente de IU, pero también de otros fenómenos que corresponden a realidades nacionales y regionales como la CUP catalana, la Bildu vasca y la AGE gallega – es un proceso potencialmente muy esperanzador para todos los que luchamos para que estas luchas consigan llevar a cabo un cambio de sociedad. Pero como todos los procesos vivos, también pueden acabar decepcionando. Un elemento determinante de cómo va a acabar todo esto, es el enfoque, actitud y posicionamiento que adoptemos ante la cuestión del gobierno.
Un programa para gobernar
El crecimiento de IU refleja que en las actuales luchas obreras y sociales, muchos se están orientando a IU como herramienta política de dichas luchas. La cuestión es cómo llegar a ser la herramienta necesaria. Desde nuestro punto de vista, la herramienta que realmente necesita el movimiento obrero y los movimientos sociales es una fuerza de masas con fuerte implantación en sus luchas, que lleve a ellas un programa político capaz de sacarnos de esta pesadilla de crisis capitalista y que lo popularice en su seno. Pero un programa, por muy bonito que sea, no vale para nada si no puede ser implementado. La izquierda alternativa no propone su programa para que el gobierno del PP lo implemente – esto seria puro utopismo. Para llevar a cabo un programa al fin y al cabo, uno tiene que estar gobernando.
Y por cierto, el crecimiento de la izquierda alternativa coloca la cuestión de una lucha por el gobierno sobre la mesa. Según algunas encuestas recientes, IU supera el 15% de intención de voto. En encuestas que preguntan por "intención directa" de voto, IU muchas veces supera al PSOE. Cuando la izquierda se acerca en términos de apoyo al bipartidismo – que se distingue por su monopolio de gobierno – se le abre la posibilidad de superarlo, lo que solo se puede hacer disputándole su monopolio de gobierno. Más concretamente, si IU quiere dar el ’sorpasso’ definitivo al PSOE, sólo lo podrá hacer si convence a la gente de que tiene un plan para instalar un gobierno que represente a sus intereses que es DIFERENTE y MEJOR que el plan de gobierno que tiene el PSOE. La izquierda, como fuerza política propia de la clase trabajadora en lucha, se tiene que colocar en el "arco de la gobernabilidad", presentando la perspectiva de un gobierno de los trabajadores sobre la mesa. Hasta aquí parecemos estar en sintonía perfecta con las palabras de Cayo Lara.
¿Es Andalucía un ejemplo?
Pero a la hora de concretar más, se abren grandes contradicciones. Muchas veces en las últimas semanas, este discurso de destacados líderes de IU sobre la gobernabilidad, ha ido seguido por la citación del actual gobierno andaluz como ejemplo en este sentido, de que IU puede ser también "partido de gobierno". Aquí se refiere por supuesto a la coalición en la que IU, en minoría, comparte el gobierno de la comunidad con el PSOE.
Para SR, esto es más bien un ejemplo de lo que no hay que hacer. Dicho enfoque sobre la cuestión de gobierno se aleja de la lucha como herramienta para acabar con la austeridad y no satisface las reivindicaciones de los movimientos que IU pretende representar. Sostenemos que la perspectiva de repetir la experiencia andaluza a nivel estatal en una coalición PSOE-IU es una posición que se tiene que combatir en el seno de IU y del movimiento obrero, ya que la consideramos desastrosa para IU, y los movimientos que pretende representar.
En primer lugar, como explicamos anteriormente, la política de gobierno de IU tiene que tener como base fundamental el programa que luchamos por implementar. En el programa actual de IU se destacan: una oposición frontal a los recortes, un rechazo a los dictados de la troika y al pago de la deuda ilegítima, una oposición a la monarquía parásita y una defensa del derecho a decidir de los pueblos. Aún si sostenemos que este programa tiene que ir mas allá, y que estas medidas parciales tienen que ser complementadas por políticas de transformación económica y social -principalmente la nacionalización bajo control democrático de los bancos y pilares de la economía-, lo reconocemos como un programa capaz de aglutinar a los trabajadores, parados y jóvenes en lucha contra la austeridad y abrir un debate sobre cómo acabar definitivamente con los recortes y el poder de la troika.
Pero en Andalucía, estamos viendo una expresión que no se corresponde con este enfoque, que no ve a este programa como fundamental en la política de gobierno de IU. Es más bien un enfoque que ve en este programa una mera oferta electoral para ganar votos y luego entrar en un gobierno para implementar medidas contrapuestas. Hemos asistido al escandaloso escenario de una IU fortalecida tras una campaña electoral que se destacó por su discurso anti-recortes, entrando en una coalición que pocos días después anunció el mayor paquete de recortes de la historia de la comunidad.
La "justificación" política de esta actuación se basa en dos ramas fundamentales: el “malmenorismo”, y el argumento de recortes "por obligación legal". Ambos argumentos son más que dudosos pero habrá que enfrentarse a ellos en el importante debate que se avecina sobre la política de gobierno a nivel estatal.
Intentaremos tratar los principales argumentos a favor del coalicionismo:
"Hay que entrar en un gobierno con el PSOE para bloquear el paso al PP.”
En primer lugar, este argumento arranca de una visión fatalista que ve inevitable unos resultados electorales que dan al bipartidismo capitalista el protagonismo, una perspectiva que tenemos una oportunidad de oro de imposibilitar consiguiendo acelerar nuestro crecimiento alrededor de un proyecto creíble de gobierno. Además, es una afirmación que simplemente no es cierta. En el debate sobre la política de gobierno de IU en Andalucía tras las elecciones, se defendieron varias opciones opuestas a la entrada en la coalición con el PSOE, pero que en ningún caso suponían dejar gobernar al PP. Desde SR, defendimos entonces una política de apoyo a la investidura del PSOE, precisamente para cerrar el paso al PP, pero para después pasar a la oposición dejando claro que IU no comparte la política de recortes defendida por el PSOE, poniéndose al lado de los que luchan en su puesto de trabajo o en la calle contra ella. Entrar en el gobierno, es asumir responsabilidad directa de las políticas que el gobierno implementa, es votar a favor de ellas y defenderlas. Cuando se trata de una política de recortes sin precedentes, ésta sí que tiene que ser una cierta línea roja para la izquierda consecuente. El rechazo a todos los recortes anti-obreros tiene que ser una piedra angular de la política y de la actuación de IU y del movimiento obrero en el periodo actual.
"No nos queda otra opción ya que los recortes son por obligación legal"
Es verdad que un elemento del gran giro neo-liberal internacional de las últimas décadas ha sido la casi ilegalización de cualquier política económica que no sea de derechas, incluyendo los dictados de la Unión Europea. Pero sería abominable imaginar que el movimiento obrero se retirase de su tarea de defender los intereses de los trabajadores porque lo impide la legalidad capitalista.
Además, un gobierno autonómico realmente dispuesto a plantar cara a la austeridad del gobierno central estaría en una muy buena posición para hacerlo, dado los muchos instrumentos políticos y económicos que tiene.
Revindicamos el ejemplo de Liverpool, el ayuntamiento británico que desafío a Thatcher entre 1983 y 1987 rechazando los recortes y exigiendo recursos para financiar las necesidades de su población trabajadora. A través de la insumisión, y la movilización de la clase obrera de la ciudad en tres huelgas generales, consiguió no solo anular los recortes, sino ganar decenas de millones de fondos más de la dama de hierro (en una lucha liderada por "Militant", los marxistas del CIT en esta época). Un gobierno que goza de las competencias del andaluz podría hacer frente al gobierno central, negándose a aplicar recortes y movilizando a la clase obrera, lo que sería una fuerte inspiración al nivel estatal.
¿Un ensayo para todo el estado?
La actuación de IU en Andalucía ya ha hecho un cierto daño a la autoridad y credibilidad de IU como fuerza política de la lucha contra los recortes en algunos ámbitos. Pero un gobierno autonómico es una cosa, y el gobierno del estado otra. El impacto de una política parecida a nivel estatal supondría un fracaso definitivo. El PSOE, como fuerza política, está comprometido con la austeridad, y no disputa el poder de la troika en su dictado de políticas económicas a los gobiernos de Europa. Bajo las condiciones actuales de crisis capitalista profunda, la idea de un gobierno liderado por el PSOE que rompe con la austeridad, que anule los recortes del PP y deje de atacar a los trabajadores, es un sueño utópico.
Bajo las condiciones actuales, un pacto de gobierno con el PSOE a la andaluza significa un "memorando de entendimiento" con la troika, y dar apoyo a políticas de ataque frontal a los trabajadores. Mejor dicho, significaría una política que enfrentaría IU al movimiento obrero en lucha. Los que queremos preservar a IU como referente político de la lucha obrera tenemos que luchar enérgicamente contra una perspectiva así, ya que se trata de una cuestión crucial. Basándonos en el ejemplo de "IU por la base" en Andalucía, que consiguió agrupar a más de noventa asambleas de base contra la entrada de IU en el gobierno de la Junta, apelamos a la construcción de una izquierda estatal dentro de IU que agrupe a todos aquellos que se oponen a esta orientación coalicionista y que defienden una política de independencia de clase.
En Italia, hemos asistido al hundimiento del Partido de la Refundación Comunista (PRC) tras su apoyo a los gobiernos de Prodi. La pérdida de un referente político de masas como puede ser IU, sería un gran paso atrás para el movimiento obrero, y levantaría el peligro de fragmentación y marginalización política de la izquierda alternativa, e incluso abriría potencialmente la puerta a la entrada a fuerzas políticas de extrema derecha que pueden capitalizar a su favor la radicalización social en ausencia de una izquierda fuerte.
Para sobrevivir, un gobierno de izquierdas necesita acabar con el capitalismo
La crisis sirve para aclarar las contradicciones de clase en la sociedad. En épocas de crisis, se reduce el terreno intermedio, y la lucha de clases es "o ellos o nosotros". Así también se tiene que plantear la cuestión del gobierno. Al fin y al cabo, o el gobierno será nuestro, o será suyo.
Un gobierno suyo, sea liderado por el PSOE o el PP o cualquier otro, será un gobierno de austeridad y de obediencia a la troika. Un gobierno nuestro -de los trabajadores- será todo lo contrario: se caracterizará por dar la vuelta a toda la política de austeridad y recortes y reorientar la política económica hacia el servicio de los intereses de la sociedad. Anularía los recortes y tomaría el control de la riqueza para crear empleo y recuperar los niveles de vida. Se negaría a pagar la deuda odiosa de los banqueros y especuladores y echaría a la troika. Un gobierno de este tipo sólo es posible si nos basamos en nuestras propias fuerzas: las del movimiento obrero y las fuerzas políticas de clase.
El sistema capitalista -por mucho que nos hablen de "brotes verdes"- nos ofrece una perspectiva pésima, de largos años de desempleo masivo, empleos precarios y sufrimiento. Es ésta la única perspectiva que tiene el capitalismo en crisis, y los partidos de gobierno que defienden el sistema capitalista son los encargados de administrar esta miseria. Así que sacarnos de esta situación supone desafiar este sistema a fondo. La tarea de preparar un gobierno alternativo a los gobiernos de austeridad es una tarea que supone preparar una alternativa al sistema capitalista.
Un gobierno de izquierdas, lejos de poder confinarse a implementar una política "keynesiana" de medidas parciales que son muy necesarias pero no desafían el capitalismo como sistema -como la subida de impuestos a los ricos-, tendría que ir mas allá. Cualquier gobierno que intenta plantar cara al Ibex35, a la UE y la Troika se enfrentará con una respuesta hostil por parte del sistema capitalista español e internacional. Por ejemplo, el rechazo a pagar la deuda ilegítima, un prerrequisito básico para poder destinar recursos a donde hace falta, no seria "tolerado" por el capitalismo en ningún caso. Ni la grabación de fuertes impuestos en las grandes fortunas. En respuesta a estas políticas progresistas, los capitalistas utilizarían sus arma más poderosa, su poder económico.
Nos enfrentaríamos a una "huelga de capitales", al cierre de empresas y a una fuga de capitales, como siempre nos dicen. Ante un escenario así, un gobierno de izquierdas, o capitularía o tendría que ir más allá, nacionalizando, bajo control obrero, la banca, las grandes empresas y todas aquellas que despidan a trabajadores en masa e introduciendo controles en el movimiento de capitales para evitar su fuga. Estas nacionalizaciones, integradas en un plan económico democráticamente elaborado por los trabajadores a través de órganos de democracia obrera sentarían la base para construir una sociedad socialista. El socialismo -la propiedad, control, y planificación democrática de la economía- permitiría la apertura de una nueva etapa en la historia, en la cual el esfuerzo humano y sus frutos se dedicarían exclusivamente al desarrollo de la sociedad y sus condiciones de existencia.
Basándonos en nuestras propias fuerzas, con un frente único de IU con el resto de la izquierda alternativa -incluyendo a la izquierda nacionalista- y los movimientos sociales alrededor de un programa claro de mínimos -rechazo a todos los recortes, al pago de la deuda, programa masivo de inversión publica, nacionalización de la banca y las grandes empresas y derecho de autodeterminación-, estaríamos en disposición de luchar electoralmente por un gobierno de izquierdas, abriendo paso a una transformación socialista de la sociedad, en la cual la clase trabajadora organizada y consciente sería la protagonista principal.
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