Contra el chovinismo miope: El enemigo está en casa.
El litigio sobre los límites marítimos que se han debatido en la Corte Internacional de Justicia de La Haya y su veredicto dado a conocer hoy, han reavivado viejas rencillas y chovinismos. Por historia, cultura, migraciones e intereses chilenos y peruanos somos pueblos hermanos. Hijos de las mismas desgracias, opresiones y también de comunes luchas de emancipación nacional y social. No vamos a desconocer los tristes episodios de enfrentamiento por las armas en nuestra historia, pero al lado de estos están las batallas comunes por la independencia libradas por nuestros patriotas independentistas, junto a hermanos de armas emancipadoras que venían también de lo que hoy es Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y Argentina, que se batieron junto a Peruanos y Chilenos en numerosas batallas para asegurar la capitulación de los ejércitos realistas en el Virreinato del Perú y con ello independencia de los países que hoy configuran la América del Sur que fue colonia de la monarquía española.
El nacionalismo provinciano anti-peruano o anti chileno, chovinista y xenófobo, es un veneno atizado por las clases dominantes de Chile y Perú, como distractor cuando conviene a sus intereses, y los políticos populistas que detrás de consignas nacionalistas anti-chilenas o anti-peruanas según toque muchas veces ocultan sus políticas de entrega de las riquezas de nuestros países a las grandes transnacionales, mientras con las firmas de tratados internacionales llamados de libre comercio, hipotecan la soberanía a favor de los imperialismos, asegurando a los inversores extranjeros la estabilidad de la explotación de los recursos.
Estos políticos, y estos gobiernos neoliberales, que ahora aparecen tan preocupadas de mantener o recuperar aguas en el Pacífico, no han trepidado en entregar las riquezas minerales, y energéticas a grandes multinacionales, y a grupos económicos nacionales asociados con ellas, que con su extractivismo depredador destruyen el medio ambiente y en el subsuelo contaminan las napas de aguas subterráneas, poniendo en peligro la agricultura y la sustentabilidad alimenticia de nuestras comunidades. En Chile, las aguas marinas soberanas y el recurso marino que en ellas habita han sido privatizadas, excepto una delgada franja por la que los pescadores artesanales han debido luchar por años.
“¿Qué vamos a perder entonces, si ese mar no lo explotan los chilenos? “
En Chile, la campaña mediática presenta a los pescadores artesanales de Arica, como los más perjudicados por el cambio de la delimitación de las aguas. Por nuestra parte demandamos medidas de mitigación inmediatas al gobierno de Chile, en favor de estos trabajadores, pero no solamente por la menor pesca que ahora puedan capturar, sino por la ley que privatizó y regionalizó el mar exclusivo chileno, a favor de siete grandes grupos que se quedaron con el grueso de esta riqueza que es un bien público. En Arica es el grupo Angellini, una familia que es una de las más ricas de Chile y el mundo, el propietario de la concesión de las aguas, de donde a través de la empresa Corpesca extrae el 75% de la pesca que destina a harina de pescado, el 25% restante lo obtienen los pescadores artesanales que tienen como única procesadora a la planta de harina de pecado de Corpesca, a la que tienen que vender el grueso de sus capturas. En cambio los pescadores de Arica ni siquiera pueden ir a pescar a aguas de otra región por ley.
Nelson Estrada, vicepresidente de Consejo Nacional de Pesca Artesanal declaró a Diario U. Chile “Me asombra y preocupa cuando el gobierno se escuda en los pescadores artesanales para defender un imperio y una transnacional. Si el gobierno se preocupara de verdad por los pescadores artesanales, jamás se hubiera aprobado una ley tan mala como la que tenemos ahora. ¿Qué sacamos con tener tanto mar si los trabajadores no tenemos derechos?
El gobierno debe hacerse responsable, somos los únicos trabajadores del mundo que estamos regionalizados. No podemos salir a trabajar a otras regiones, a Arica le quitan mar y sus pescadores están atrapados, no pueden salir a trabajar a otro mar porque la ley se los impide.
Y en Arica qué oportunidad tienen, si el único que tiene fábrica (de harina de pescado) es el grupo Angelini.
¿Qué vamos a perder entonces, si ese mar no lo explotan los chilenos? Ese mar, a través de una ley de pesca, pertenece al grupo Angelini. En la zona, los únicos que compran el recurso (anchoveta) son de la Corpesca, ellos ponen el precio, los trabajadores viven y Angelini se enriquece.”
Historias mitificadas que exaltan el chovinismo.
La escuela, los programas de instrucción, en nuestros países han construido una falsa historia mítica, que ha puesto el acento no en lo que nos une como pueblos, sino en lo que nos separa.
Las guerras de 1836-1839 y sobretodo la guerra del pacifico implicó la cesión a Chile, triunfador en la contienda, de la región de Antofagasta por parte de Bolivia, con lo que perdió su acceso soberano al mar, y por parte del Perú de las regiones de Arica e Iquique.
La guerra de 1879-1883, y las posteriores campañas de chilenización, mediante el hostigamiento contra la población peruana, llevadas adelante por las llamadas Ligas Patrióticas chilenas, en los territorios que había sido peruanos dejaron animosidades y estereotipos que aún no se han borrado de la memoria colectiva de muchos ciudadanos de nuestros países.
Sin embargo la historia también muestra otra cara de solidaridad y entendimiento entre chilenos y peruanos. Ha habido una permanente migración en uno y otro sentido durante siglos, lo que se puede comprobar en anécdotas como la existencia de bailes similares como la cueca en Chile,y la chilena y marinera en Perú, o el uso común de palabras de origen quechua en los productos agrícolas chilenos. Cuando usan el refrán “más chileno que los porotos”, en Chile muchos ignoran que la palabra poroto tiene origen quechua y vino del Perú, probablemente con los miles de indígenas de servicio que los conquistadores españoles trajeron cuando conquistaron el territorio.
Tras la reconquista para el imperio español de Chile en 1814, los principales independistas chilenos se exiliaron en Mendoza donde se preparó un ejército para cruzar la cordillera y recuperar el territorio de las tropas realistas cuyo núcleo vino desde el Perú.
La independencia definitiva de Chile se logró con el concurso del Ejercito Libertador, que fue conducido por el General San Martín, e integrado mayoritariamente por voluntarios argentinos, un gran número de ellos esclavos negros, a los que se concedió su libertad al incorporarse a las tropas independistas. En la batalla de Maipú, el 5 de abril de 1817, este ejercito mayoritariamente conformado por tropas que venían de allende la cordillera aseguró la independencia de Chile.
En la lucha por la independencia del Perú, junto con los patriotas locales, tuvieron un papel decisivo el Ejercito Libertador del Perú, que bajo el mando de José de San Martín, financió el gobierno de Chile a cuya cabeza se encontraba entonces Bernardo O’Higgins, y posteriormente los ejércitos que desde la Gran Colombia al mando de Simón Bolívar y de Antonio José de Sucre, se desplazaron hacia el Perú, y durante 1924, en las batallas de Junín y Ayacucho consiguieron la capitulación de las fuerzas realistas y aseguraron la independencia del Perú y de Bolivia, entonces conocida como Alto Perú. El propio Bernardo O’Higgins, cuyo padre había sido Virrey del Perú, cuando abdicó de su cargo en Chile, se exilió al Perú, y recibió del gobierno peruano la hacienda Santa Rosa en Lima, donde vivió el resto de su vida. Los descendientes de Bernardo O’Higgins nacieron en Perú y son todos peruanos.
Después vinieron los conflictos de las oligarquías, especialmente de las oligarquías de terratenientes-comerciantes que dominaban el comercio a través de los puertos de El Callao, en el caso de la oligarquía basada en Lima, y de Valparaíso, en el caso de la oligarquía basada en Santiago y se disputaban, o creían disputarse, la hegemonía comercial en el siglo XIX en el Pacífico del Sur, los que estuvieron en los orígenes de la guerra de la guerra de 1836-1839, a lo que se añadió luego la disputa por el “oro blanco”, el salitre o nitrato, que estuvo en el origen de la guerra de 1879-1883. Esos conflictos fratricidas que opusieron a peruanos y bolivianos con chilenos, dejaron heridas profundas en los habitantes de nuestros países, profundizadas y traspasadas por generaciones mediante el sistema de educación, que los estados y las clases dominantes usaron para transmitir mitos históricos funcionales a la construcción de una nacionalidad localista que beneficiaba a las clases dominantes, y sus políticos, que siempre tienen a mano el recurso fácil del patrioterismo, como recurso de unidad nacional en torno a su orden y sus intereses, cuando enfrentan ascensos de sus clases trabajadoras y de sus pueblos.
El movimiento obrero nació en Chile en las explotaciones salitreras, donde laboraban juntos trabajadores peruanos, bolivianos, chilenos, e inmigrantes de otras nacionalidades. Juntos enfrentaron a los patrones y el ejercito a su servicio, y juntos murieron en masacres sangrientas como la de la Escuela Santa María de Iquique, el 21 de diciembre de 1907, o la de la Plaza Colón, de Antofagasta, el 6 de febrero de 1906.
Uno de los pioneros de la organización de los trabajadores en Chile, fue el tipógrafo peruano Victorino Laínez que fundó en Santiago, el 18 de septiembre de 1853 la Unión Tipográfica de Santiago, y dos años más tarde, en Mayo de 1855, la Sociedad Tipográfica de Valparaíso.
Contra el chovinismo miope: El enemigo está en casa.
Este nacionalismo miope, entre gentes de repúblicas vecinas y hermanas en Chile y Perú, sirve para obnubilar las reivindicaciones nacionales de los trabajadores y los pueblos de nuestros países. La gran masa de los peruanos y chilenos, tenemos intereses comunes. Los trabajadores chilenos en Perú, y peruanos en Chile, son nuestros hermanos de clase, y más aún son nuestros compatriotas, de esa patria grande, socialista y democrática, que las clases trabajadoras podemos construir en toda nuestra América. Nuevamente hay que repetir el llamado que lanzaron los genuinos socialistas europeos, los espartaquistas alemanes, los bolcheviques rusos, frente a la guerra mundial y la masacre masiva: “El enemigo está en casa”, nuestros enemigos no son los trabajadores de otro país, nuestros enemigos son los capitalistas, los imperialistas y las instituciones descompuestas a su servicio.
De la misma manera que el General José de San Martín comprendió que la independencia de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, que dieron origen a Argentina, no estaría asegurada mientras Chile, y sobretodo el Perú fueran bastiones realistas españoles, nosotros no vamos a poder evitar la explotación de nuestros recursos humanos y materiales por parte de las grandes potencias económicas imperialistas. Ya son cinco siglos de saqueo de nuestra América, que serán más, si nos mantenemos divididos y fragmentados. Si escuchamos los cantos de sirenas de este nacionalismo provinciano y falso que opone trabajadores contra trabajadores, en beneficio de las clases dominantes y los imperialismos a los que estas elites están asociadas. Nuestros intereses son los de la construcción de la “Patria Grande”, en la defensa común de los intereses de los trabajadores y los pueblos de la América Latina, los indígenas, la de los migrantes de las cuatro esquinas del globo, los morenos, y todos los mestizajes. Nuestro horizonte es el que señaló el gran intelectual, y líder del movimiento obrero y socialista, J.C. Mariátegui. El Amauta peruano, que señaló el camino para la emancipación, para la vida buena, a los pueblos de nuestro continente. Con el mayor desprecio por los que animan enfrentamientos fratricidas, nuestro anhelo superior, la gran tarea democrática nacional es la unificación de nuestro continente, nuestra meta común es la Federación Socialista de nuestra América, sobre la base del respeto y la autonomía de todos los componentes de nuestros pueblos diversos.
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