Argentina: Revuelta de masas derriba al gobierno

"Es fan tástico que Cavallo se haya ido… pero se tienen que ir todos… queremos un gobierno justo del pueblo."

Miles de personas se echaron a las calles, asaltaron supermercados y tiendas en un intento desesperado de conseguir alimentos debido a la pobreza y desesperanza masivas que se han apoderado de Argentina tras el colapso económico. El presidente De la Rúa declaró el estado de emergencia y, según se informa, ha desplegado las tropas en las calles de Buenos Aires.

El alcance masivo de las protestas obligó a dimitir al odiado ministro de Economía, Domingo Cavallo, y a todo el gabinete y, en el segundo día de revueltas, el propio De la Rúa se vio obligado a irse, dejando un vacío que ninguno de los partidos capitalistas desea cubrir debido a la profundidad de la crisis. La protesta ya ha resultado en más de 20 muertos cuando la policía anti-disturbios fue desplegada por el gobierno en un intento de sofocar las protestas. Seguramente se desatará mayor agitación y convulsión sociales en las próximas horas, días y semanas.

Argentina está hundida en una crisis que comparte rasgos de la de Alemania a principio de los años ’20, como el empobrecimiento de la clase media y la caída en la confianza en el gobierno y en las instituciones capitalistas. Desde un análisis marxista, tiene muchos elementos de las condiciones objetivas clásicas de una situación revolucionaria. Éstas pueden resumirse en una crisis de confianza en la clase dominante y en sus instituciones; una disposición a la lucha de la clase trabajadora; una radicalización entre las clases medias y divisiones abiertas entre la clase dominante.

Los elementos principales de estas condiciones objetivas se encuentran ahora presentes en Argentina. Ausentes están los factores subjetivos críticos, que incluirían que la masa de los trabajadores comprendiera la necesidad no sólo de derrocar al gobierno sino la necesidad de una alternativa socialista y de un partido socialista revolucionario con un apoyo de masas y un programa para derrocar al capitalismo y establecer un gobierno obrero.

La ausencia de estos factores subjetivos cruciales prolongará la crisis y la existencia de lo que realmente es una situación pre-revolucionaria.

Estos acontecimientos convulsivos tendrán consecuencias internacionales y aterrorizan a la clase dominante. Inspirarán a los trabajadores de toda América Latina e internacional. Esta revuelta social es especialmente significativa porque se ha dado en un país que era el más desarrollado de Latinoamérica y que alardeaba de ser la novena economía más importante del mundo. Una economía relativamente rica se ha derrumbado ahora trayendo miseria y devastación económica masivas. Estos acontecimientos son un presagio de otras revueltas que estallarán en otros países y en Europa, conforme se profundice la recesión económica mundial.

El trasfondo del estallido de la actual revuelta social fue la huelga general masiva que paralizó el país el 13 de diciembre y que incluyó asaltos a los supermercados en los distritos pobres. Se trataba de la octava huelga general en dos años.

Esta huelga se convocó en protesta por el paquete de austeridad más reciente que el gobierno intentaba introducir para liberar más fondos del FMI para cubrir el pago de la asfixiante deuda exterior y evitar una mora sobre la deuda pública, que ahora alcanza a 132 billones de dólares. Ahora, en su cuarto año de recesión, que algunos comentaristas afirman es el más largo de la historia de Argentina, la actividad industrial ha caído al 11% tan sólo en el último mes.

La ronda más reciente de recortes propuestos recortaría drásticamente de nuevo el gasto público un 20%. 300.000 trabajadores del sector público serían despedidos y los salarios recortados drásticamente. A esto se le suma la ya desesperada situación en la que las masas argentinas se encuentran ahora. Con el 18% de parados oficiales y 15 millones de una población de 36 millones viviendo bajo el índice de la pobreza, grandes sectores de la clase trabajadora e incluso de la clase media afrontan ahora la escasez y el hambre. Cada día 2.000 personas viven por debajo del índice de la pobreza.

Como uno de los manifestantes coreaba en la Plaza de Mayo frente al palacio presidencial, "no tenemos dinero, tenemos hambre y nada que comer"

Durante los años 20 y 30 llegaron en tropel inmigrantes a Argentina procedentes de Italia y España, en un intento de escapar a la devastadora crisis de Europa. Ahora, en una inversión de la rueda de la historia, miles de personas hacen cola fuera de la embajada italiana en un intento desesperado de salir del país que sus antepasados dejaron hace una o dos generaciones por las mismas razones de agitación política y económica.

La masa de trabajadores y la clase media culpan a todos los principales partidos capitalistas, incluido el movimiento peronista nacionalista populista, de llevar al país a la bancarrota. Esto se reflejó en las elecciones de octubre donde, en Buenos Aires, los "ganadores" fueron los votos en blanco que, con un 40% del voto total, fue el voto más numeroso.

El saqueo y asalto a los supermercados, tiendas de comestibles y bancos por miles de personas desesperadas de clase obrera y media fue una protesta espontánea de los hambrientos de la capital, Buenos Aires. Como la publicación Clarinreseñó, "Ni agitadores ni agitados: espontáneos."

Las protestas se iniciaron en algunos de los distritos más pobres el 13 de diciembre, para luego extenderse a los distritos de clase media. Un manifestante de clase media, declaraba enfadado entre sollozos: "No puedo conseguir empleo. Tengo cuatro hijos. No puedo alimentarlos. Hablo el inglés con fluidez y, aún así, no consigo trabajo. Ahora me siento avergonzado de ser argentino."

Claríninformaba de grupos de cientos de personas que marchaban por los principales bulevares del centro de la ciudad: "Belgrano y Jujuy, Sdanta Fe y Pueyrredón, Araoz y Charcas, Santa Fe y Coronel Díaz, Díaz Valez y Eduardo Acevedo, Perón y Medrano, Alsina y Entre Ríos, Rivadavia y Larrea, Uriburu y Córdoba, Rivadavia y Nazca, La Plata e Independencia, Quinquela Martín y Montes de Oca (los bulevares principales) hacia una manifestación convergente. Gente de todas las edades y condición social".

Cada minuto, cada vez más ciudadanos, con lo que podían llevar en sus manos, invadían las calles con canciones de insatisfacción. Para la media noche finalmente confluyeron. Frente a la Casa Rosada (el palacio presidencial) las voces ensordecedoras gritaron "Que se vaya, que se vaya", refiriéndose a De la Rúa. Sin embargo, los gritos se ampliaron a "Que se vayan que se vayan" en una demanda más general dirigida en plural hacia los políticos capitalistas.

Lo que ha llegado a conocerse como una "clase política" corrupta y odiada de burócratas y administradores de partido de todos los principales partidos es detestada por las masas de la población. Los concejales de ayuntamiento se han puesto un sueldo de 15.000 dólares, mientras que sus electores se mueren de hambre. 4.900 "consejeros y empleados" que prestan servicio a 72 senadores se han forrado mientras la masa de la población está sumida en la miseria.

Como Elena Sicilia, una manifestante frente al palacio presidencial, declaraba: "Es fabuloso que Cavallo se haya ido… pero tienen que irse todos… queremos un gobierno justo del pueblo."

Claríntambién informaba que De la Rúa "…caminaba con ansiedad arriba y abajo frente a su mesa cuando estaba a punto de firmar el estado de emergencia. Conforme el saqueo de supermercados y la pérdida de control político se extendía por el país, Fernando de la Rúa miraba al vacío pensando en ese momento: "Me quieren echar, me quieren echar…"

Los temores de De la Rúa se vieron plenamente justificados cuando miles de personas rodearon el palacio presidencial obligándole a dimitir y a huir en helicóptero.

Cuatro mil personas, incluyendo madres solteras con sus hijos en brazos pero sin nada en el estómago, marcharon a la casa de Cavallo, ministro de Economía, coreando: "El pueblo unido jamás será vencido".

Con motivos para temer por su propia seguridad, Cavallo había exigido medidas de seguridad extra y, según informaba Clarín, su familia estaba haciendo planes para huir del país el 20 de diciembre.

En estas protestas se han implicado trabajadores de todo el país. En Córdoba, empleados del gobierno organizaron protestas masivas, en las que quemaron sus mesas de trabajo e intentaron quemar el Ayuntamiento, cuando les dijeron que los salarios iban a sufrir un nuevo recorte. Algunos llevan ya meses sin cobrar. Algunos de los trabajadores que participaron en las protestas fueron vistos llevando rifles.

En el palacio presidencial, los trabajadores se negaron a participar en la tradicional celebración de fin de año con el presidente y permanecieron en sus mesas tras el anuncio de que 24.000 funcionarios del gobierno iban a perder sus empleos.

Claríninformó que, tras las protestas, "… las ensaladas y los pasteles estaban dispuestos en la sala de conferencias. Pero el lugar se cambió en el último momento a la oficina principal del presidente. No se permitieron cámaras ni grabadoras. No podía presenciarse cómo el presidente sorbía champán mientras la gente vaciaba los supermercados".

La clase dominante de Argentina debe confrontar ahora la enorme crisis de cómo proceder. Una editorial de Clarínse quejaba de "… la pobreza de ideas y falta de energía de De la Rúa" para confrontar la crisis. Indeciso y sin autoridad para dirigir incluso su propio partido, De la Rúa tomó la misma vía que Cavallo y fue barrido por los tormentosos acontecimientos que debe afrontar.

Sectores de la clase dominante intentaron reunir un "gobierno de unidad nacional" que incluyera a los peronistas.

Aunque los peronistas (PJ) junto con la capitalista Unión Civil Radical (UCR) han apoyado recientemente medidas en el congreso para limitar los poderes económicos de la presidencia, también han declarado que "no obstruirán" la introducción del estado de emergencia.

De la Rúa intentó formar un gobierno de ‘unidad nacional’ que incluiría a los divididos peronistas, que no ofrecen un programa alternativo al gobierno de De la Rúa.. Menen, anterior presidente peronista, era la fuerza motríz de las privatizaciones y de las políticas neoliberales que se implementaron en los años 90 y recientemente se ha visto implicado en escándalos de corrupción, como el de la consignación de armas.

Estos intentos fracasaron cuando los peronistas se negaron a formar parte del gobierno, reflejando las divisiones entre la clase dominante y su falta de disposición a responsabilizarse de la crisis. Sin embargo, ahora es posible que se vean obligados a dirigir un gobierno. Los peronistas han abrazado plenamente las políticas del neoliberalismo durante la última década y han adoptado un programa de derechas. Sin embargo, debido a la profundidad de la crisis, no se excluye que puedan verse obligados en el gobierno a tomar algunas medidas ‘populistas’ como el negarse a pagar la deuda.

Sin embargo, la profundidad de la crisis actual no permitirá que un gobierno ‘populista’ vuelva al periodo relativamente largo de reformas que el gobierno peronista implementó previamente. Cualquier concesión limitada futura que se haga a los trabajadores con la mano izquierda se les arrancará por duplicado con la derecha.

Cualquiera que sea el gobierno que se forme, afrontará la perspectiva de una mora u omisión de pago de la deuda extranjera y de la devaluación o dolarización de la economía. Tanto la dolarización como la devaluación son píldoras envenenadas que terminarán bajando aún más los niveles de vida de las masas.

La profundidad de la crisis convierte la mora del pago en una certeza virtual. Como Claríncomentaba en su editorial, "… portavoces de los patronos y financieros consideraron ayer inevitable que Argentina no pagara las deudas a sus acreedores." (Clarín, 20/12/01).

Si, como parece lo más probable, Argentina no paga, se desatará la perspectiva de una serie de moras por toda Latinoamérica y otros continentes, lo que profundizará la crisis económica internacional.

El impacto de la crisis actual también podría causar otra división de los peronistas, un sector del que, bajo el impacto de esta crisis, puede intentar readoptar las ideas populistas nacionalistas radicales del pasado.

La clase obrera argentina y otras clases explotadas han iniciado una lucha contra los brutales ataques del gobierno y de la clase dominante. Sin embargo, para que esta lucha avance, deben tomarse ahora pasos cruciales para organizarla y construir un movimiento obrero independiente con un programa socialista revolucionario.

Deben establecerse comités de lucha en cada centro de trabajo y distrito local, vinculado a nivel de distrito, de la ciudad, nacional y regional. Estos comités deben estar compuestos por representantes elegidos en asambleas de trabajadores y comunidades locales. Debe organizarse un plan nacional de lucha para que el movimiento avance. Los delegados elegidos para estos comités deberían rendir cuentas ante las asambleas de masas de aquellos que los eligieron y estarían sometidos a revocabilidad en cualquier momento.

Los comités de lucha también deberían requisar inmediatamente alimentos a minoristas y supermercados para distribuirlos entre los hambrientos y pobres, de manera sistemática y coordinada. También deberían hacer un llamamiento a los comerciantes locales para unirse a los comités e impedir araques conta los pequeños negocios locales.

Ya se ha establecido una Asamblea Nacional de Piquetes en las que participan algunos delegados elegidos en los centros de trabajo y parados. Esto debería sentar las bases para construir una organización nacional por la que organizar la lucha y en torno a la que podrían establecerse comités de lucha.

Debería prepararse inmediatamente una huelga general indefinida con el fin de derrocar al gobierno y establecer un nuevo gobiernode trabajadores que derroque el capitalismo.

Sindicalistas de base y sindicatos deben tomar también las medidas necesarias para formar un nuevo partido de trabajadores de masas con un programa socialista revolucionario que defienda los intereses de la clase obrera, los pobres y otros sectores sociales explotados por el capitalismo.

El gobierno de De la Rúa se dispone a intentar reprimir las protestas que han estallado. Los comités de lucha deben también responsabilizarse de la organización de la defensa de las manifestaciones y de otras protestas. Se necesita hacer un llamamiento a los soldados rasos del ejército pidiéndoles que se unan a la lucha y que no sean utilizados para reprimir el movimiento.

Un nuevo gobierno de los trabajadores y del pueblo necesitará adoptar medidas de emergencia e introducir un progranma de acción de emergencia para resolver la crisis. Esto debe incluir la expropiación de todos los bancos, las grandes cadenas de supermercados y los principales monopolios y unanegativa a pagar la deuda externa.

La clase obrera preparar un plan socialista democrático de emergencia para la economía y los explotados por el capitalismo que ponga fin a la pobreza y a la situación desesperada de las masas de la población.

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