El incendio de la Torre Grenfell deja al descubierto a todo establishment británico

Cuantos más detalles se conocen y aumenta la lista de muertos, más claro se nuestra lo terrible que ha sido el desastre. El fuego se extendió a una velocidad espantosa y los testigos describen escenas sobrecogedoras de personas desesperadas intentando escapar.

Es una enorme tragedia para la comunidad. Han muerto niños y tres generaciones de una misma familia. Pero en lugar de estar desgarrada, la población se ha unido en una notable muestra de solidaridad humana, apoyo mutuo, recogida de donaciones de productos de primera necesidad y dinero, organización de alojamientos de emergencia y coordinación de la ayuda.

El heroísmo, el coraje y el sacrificio de los servicios de emergencia y de los residentes locales han sido increíbles. ¿Quién puede permanecer indiferente ante las escenas de los bomberos aplaudidos cuando se retiraban del escenario de la tragedia? Y, naturalmente, ha sido mucho más efusiva la simpatía con los vecinos y las familias afectadas, con grandes donativos de dinero, ropas, ropa de cama, juguetes, pañales, etc. La verdadera cara de la humanidad se ha podido ver en esta solidaridad.

Pero al mismo tiempo hay mucha rabia. Con el ayuntamiento, con la empresa de gestión de la vivienda, con los contratistas encargados de la remodelación, con el gobierno y con el sistema en general. Muchos residentes están seguros de que la lista de muertos será mucho más elevada y que se están ocultando datos.

No sólo lo dice el Socialist Party y otros activistas, los vecinos también afirman que esta tragedia tiene mucho que ver con las diferencias de clase entre ricos y pobres, y con el desprecio arrogante por las vidas de la clase trabajadora. La comunidad afectada es muy diversa, muchos son negros o asiáticos y viven en zonas obreras pobres junto a las áreas más prosperas de los super-ricos.

Después de años de ser ignorados por el ayuntamiento, algunos de los inquilinos que denunciaron la seguridad de incendios del bloque destruido han muerto en esta barbarie. Dos mujeres que fueron amenazadas por el ayuntamiento con medidas legales están desaparecidas, presumiblemente muertas. En su campaña para denunciar la seguridad se enfrentaron a multitud de obstáculos, incluido el recorte de la ayuda legal que recibían y que supuso que no pudieran permitirse tener representación legal. Pero han dejado un legado por escrito.

La responsabilidad del ayuntamiento

El enfado es enorme ante la aparente arrogancia del ayuntamiento y su ineptitud para responder a la crisis. Dos días después del desastre, el ayuntamiento y el gobierno apenas habían hecho acto de presencia, todo fue organizado por la comunidad.

Se han donado más de 5 millones de libras, una cantidad asombrosa, pero es una ridiculez con las reservas que tiene el ayuntamiento de Kensington y Chelsea. Según sus cuentas tiene 300 millones de libras en reservas inmovilizadas. Ha tenido un superávit anual de 15 millones de libras en concepto de vivienda, 54 millones de libras en alquileres y tasas de servicio y un gasto de 40 millones de libras en Lhousing, que se añade a las reservas. Y han ahorrado 5.000 libras del revestimiento y 200.000 libras de los extintores.

Esto sucede en un ayuntamiento cuyo segundo de abordo es miembro del gabinete para la vivienda, Rock Feilding-Mellen, que posee una finca familiar en Gloucetershire con una fuente de un solo chorro de 300 pies, ¡la fuente más alta del mundo! El realojamiento de los afectados ha sido un escándalo, y los supervivientes están dispersos por diversos hoteles. ¡En la Segunda Guerra Mundial las familias afectadas por los bombardeos fueron realojadas en 24 horas!

Lo más escandaloso es que ahora se ha sabido, gracias al parlamentario David Lammy, que a los supervivientes que no han querido ser realojados en otras zonas del país, por ejemplo en Preston, ¡se les está amenazando con ser declarados sin techo por propia voluntad!

Si esto continúa el enojo de la población aumentará. Al ayuntamiento y al gobierno les están aconsejando que cambien la política de vivienda, así ningún residente correrá el riesgo de perder su derecho a ser alojado si se niega a un alojamiento que no es adecuado.

La cara de los Tories

La verdadera cara de los Tories como representantes de la clase capitalista ha quedado al descubierto. La respuesta de Theresa May sin ninguna empatía por las víctimas es sólo un ejemplo. La gente está compartiendo masivamente el video de Boris Johnson sentado en el Ayuntamiento burlándose de las quejas sobre los recortes del servicio de incendios.

Igual que el artículo y discurso de David Cameron alardeando de que iba a “matar la cultura de la seguridad”. “Quiero que 2012 pase a la historia no sólo como el año de las Olimpiadas o el año del Jubileo de Diamante, sino como el año en que nos deshicimos de esas cosas que representaban demasiada pérdida de tiempo para la economía británica”. Como decíamos en artículos anteriores, el ministro de vivienda Gavin Barwell, ahora jefe de personal de Theresa May, se saltó escandalosamente las recomendaciones que se hicieron tras el incendio de Lakanal en Southwark en 2009.

No puede ser más evidente que la austeridad mata. Pero este sólo es el último de los siete años de austeridad de gobierno tory. Son décadas de recortes, privatizaciones, desregulaciones, relajación de la planificación, falta de supervisión democrática. Años de ganar dinero reduciendo costes, escatimando, buscando atajos para “ahorrar” y lograr beneficio. The Times informaba de que los gerentes de Grenfell se repartieron 650.000 libras en concepto de salario. Desde Margaret Thatcher a Tony Blair o David Cameron, estamos sufriendo un capitalismo desenfrenado.

Viviendas municipales

El desarrollo de la vivienda municipal fue un paso enorme adelante para los trabajadores, pero la clase obrera tuvo que luchar para conseguirlo. Como hemos explicado en numerosas ocasiones, el gobierno posterior a la Primera Guerra Mundial financió la vivienda municipal en respuesta a las huelgas de alquileres de masas y a la Revolución Rusa. El secretario parlamentario en la Junta de Gobierno Local dijo: “El dinero que vamos a gastar en vivienda es un seguro contra el bolchevismo y la revolución”. El gobierno laborista de 1945 creó el estado del bienestar, incluida la construcción a gran escala de vivienda municipal.

Pero los ricos nunca han aceptado la responsabilidad social de la vivienda y sus representantes políticos han pasado los últimos 35 años desmantelándola. La legislación del Derecho a Compra aprobada por Thatcher en 1980 obligó a los ayuntamientos a vender casas con un gran descuento a los inquilinos. En diez años se vendieron un millón de viviendas. Al mismo tiempo, se introdujeron restricciones del gasto y se redujo la construcción de nueva vivienda municipal. Después en 1988, la Transferencia Voluntaria a Gran Escala permitió el traspaso de viviendas de propiedad municipal a promotores inmobiliarios, proceso que se aceleró masivamente con Tony Blair.

Fue el Nuevo Laborismo el que introdujo la posibilidad de obtener grandes beneficios privados a costa de la vivienda pública mediante la Iniciativa Financiera Privada, e impulsó a las “organizaciones de gestión a largo plazo” (Almos), eliminado el control democrático de la vivienda social y entregándola al sector privado. En 2000 el viceprimer ministro laborista, John Prescott, pronosticó “el final de la vivienda municipal”. Jeremy Corbyn fue uno de los pocos parlamentarios laboristas que se opuso a estas medidas.

El resultado es la ausencia de supervisión y control de los inquilinos o concejales sobre las empresas de gestión. En su defensa pueden alegar que en los consejos hay presencia de inquilinos, pero éstos no tienen ningún poder. Los activistas de la vivienda creen que hay un intento concertado de no reconocer a las Asociaciones de Inquilinos y Residentes en todo Londres.

Ahora los tories quieren acabar con la vivienda social, incluida la desregulación de las asociaciones de vecinos y reducir aún más los planes de control. El resultado neto es que han regresado las condiciones de hace cien años, hacinamiento de personas en condiciones peligrosas, sacrificando la vida de la clase obrera en aras del lucro privado.

Recortes Tories

La misma semana del incendio de Grenfell, The Guardian filtró que el hospital de Charing Cross, que actualmente trata a algunos de los supervivientes, se enfrenta a recortes devastadores que reducirían su tamaño actual un 13%,, hasta convertirlo en la práctica en una clínica.

Junto a los recientes ataques terroristas este horrendo acontecimiento también pone el foco sobre la reducción de la plantilla de bomberos de Londres en 550 efectivos, con el cierre consiguiente de 10 estaciones y la reducción de equipamiento. El alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, debería dar marcha atrás en todos los recortes del servicio de incendios de Londres.

Estos acontecimientos están teniendo un efecto profundo en la conciencia, no sólo con relación al problema de la vivienda, también sobre la forma en que se organiza la sociedad. La rabia se ha expresado en términos de “los ricos y la clase trabajadora”. No es extraño que Jeremy Corbyn sea tan popular en esta zona, no sólo por su respuesta humana, sino debido a la potencial ruptura que representa con la brutal política de austeridad.

Theresa May y los Tories ya estaban en crisis, pero el incendio y la furia de la comunidad local y de la clase obrera podrían profundizar esta crisis y llevarles a un punto crítico. Así como ofrecemos nuestra más profunda simpatía y solidaridad con los residentes de Grenfell y del barrio, los militantes del Socialist Party también proponemos ideas sobre lo que se puede hacer. Defendemos que la organización y la acción de los inquilinos, junto a la acción decidida de los sindicatos, no sólo podrían conseguir que se hiciera rápidamente justicia con los supervivientes de Grenfell y de la comunidad, sino también lograr la seguridad inmediata para todos los vecinos de las torres de bloques y del resto de viviendas.

La convocatoria realizada para congregar a un millón de personas en las calles de Londres el próximo 1 de julio, permitiría a los sindicatos encabezar una manifestación de masas y una acción huelguística coordinada, que podía ser decisiva para incrementar la presión sobre los Tories para que convoquen otras elecciones generales inmediatamente.

El Socialist Party apoya el plan de viviendas de Corbyn pero debería ir mucho más lejos. Es esencial eliminar el ‘impuesto de dormitorio’ para acabar también con el beneficio privado. Una política de vivienda socialista significaría una inversión masiva en vivienda municipal, incluida la reconstrucción de muchas de las ya existentes; control de alquileres que vigile el nivel actual de los alquileres, y la nacionalización democrática de los bancos, la tierra y las empresas de construcción para proporcionar casas seguras, adecuadas y verdaderamente confortables para todos.

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