Una marea verde de mujeres imparable
Han sido días de movilizaciones de masas en las calles de Argentina con decenas de miles de mujeres, jóvenes y trabajadoras en las calles exigiendo un aborto legal, libre y gratuito. Sólo entre el miércoles 13 y el jueves 14 durante las más de 20 horas que duró la sesión de la Cámara de Diputados donde se votaba por primera vez la ley de interrupción voluntaria del embarazo, más de 1 millón de mujeres salió a las calles a exigir un resultado a favor de la despenalización del aborto que finalmente salió adelante con 4 votos de diferencia.
Pero estos días de lucha no han sido ni mucho menos aislados. Sino la continuación del movimiento “ni una menos” y una parte más de la ola feminista revolucionaria internacional que está cuestionando no solo el machismo sino las bases del patriarcado bajo el capitalismo, algo que ya hemos visto con la huelga general feminista del 8M en el Estado español, con la victoria aplastante del SÍ a la despenalización del aborto en Irlanda o con las movilizaciones también a favor del aborto libre en Chile.
Aborto libre y gratuito en los hospitales públicos
En Argentina la ley del aborto actual, arrastrada desde 1921, ilegaliza el aborto con penas de cárcel de entre 1 y 4 años excepto únicamente en los casos donde la vida de la madre corra peligro o si el embarazo es fruto de una violación. En cambio esta nueva ley establece el aborto libre y gratuito en hospitales públicos hasta la semana 14 ampliando los plazos en casos de violación, riesgo para la madre o malformación fetal. Con este plan se incluye también la enseñanza sexual integral en escuelas e institutos, algo que actualmente se reemplaza por campañas antidroga.
El objetivo de toda esta lucha está sintetizado en una consigna muy clara: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir.
“Sobrevivir a un aborto es un privilegio de clase”
Actualmente hay un promedio de entre 370.000 y 522.000 abortos al año según las cifras del Ministerio de Salud, algo que según ellos mismos no es fiable dado que se trata de abortos clandestinos y las cifras pueden ser muy superiores. Esta realidad provoca que cada día 135 mujeres tengan que ingresar en hospitales públicos por complicaciones tras estos abortos clandestinos y que sea la principal causa de mortalidad materna.
Una de las demandas más gritadas en todas las movilizaciones ha sido precisamente “aborto legal en el hospital”. Esta consigna exige acabar con estos abortos clandestinos que ponen en peligro la vida de miles de mujeres cada año que cuando se enfrentan a un aborto ya no solo tienen que enfrentarse a las penas de cárcel, sino a la cruda realidad de no poder costear los más de 20.000 pesos que cuesta abortar en condiciones de mayor seguridad, una situación a la que se enfrentan la mayoría de jóvenes y trabajadoras que no pueden permitirse pagarlo y se ven obligadas a poner en riesgo su salud y su vida.
Una gran batalla ganada, ¡la lucha sigue!
Este resultado a favor ha sido la consecuencia directa de la presión y la movilización. Ha sido un varapalo al gobierno de Macri, que se vio obligado por la presión social a abrir el debate y que se posicionaba en contra, y ha dado un golpe sin paliativos a la Iglesia, que se valió de todos sus puentes para cargar contra esta ley. Cadenas de oración durante la votación o la realización de ecografías en vivo para ver y escuchar los latidos del corazón del feto son solo algunos ejemplos de la reacción furiosa que ha tenido la Iglesia. Hubo diputadas que se refugiaron en capillas a rezar y la propia Conferencia Episcopal pidió que “María de Lujan, que conoció la incertidumbre del embarazo inesperado, interceda por el Pueblo argentino, especialmente por todas las mujeres que esperan un hijo y por todos los niños y niñas que están en el vientre de su madre”.
La movilización masiva y el coraje de todas estas mujeres, especialmente jóvenes, y trabajadoras que han salido a luchar por conquistar el derecho a un aborto libre y gratuito en condiciones de seguridad ha ganado una batalla sin precedentes en la Cámara de los Diputados y ha vencido todas estas presiones dando un golpe de efecto ejemplar. Por eso sabemos que la única garantía para acabar finalmente con esta ley que oprime a las mujeres jóvenes y trabajadoras también en la Cámara del Senado es continuar la lucha decididamente y no abandonar las calles hasta vencer.
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