Durante los últimos días, se ha producido una gran e inspiradora demostración de fuerza de parte de la comunidad estudiantil de la UNAM y otras universidades, que se han sumado al llamado para expulsar a los grupos porriles de las escuelas. Más de 39 escuelas preparatorias y facultades han votado democráticamente en asambleas multitudinarias por ir al paro entre 24 y 72 horas.
La juventud pelea por su futuro
Este ambiente refleja la enorme confianza que ha ganado el movimiento estudiantil a partir de la histórica derrota a la derecha tras las elecciones del pasado 1 de julio y la elección de AMLO. Unas elecciones que han puesto abrumadoramente de manifiesto el gran descontento social que durante años se ha acumulado, y que se había venido expresando en luchas dispersas pero muy aguerridas.
El actual movimiento estudiantil refleja, una vez más, ya no solo el descontento, sino el gran potencial revolucionario de la juventud. El pasado 3 de septiembre el movimiento juvenil fue víctima de una provocación. Alrededor de 50 porros irrumpieron en la manifestación de jóvenes de bachillerato que pedían, irónicamente, más seguridad, cese a la represión dentro de sus escuelas, alto a los feminicidios y una lista de demandas contra los cobros, la violencia y el autoritarismo de las autoridades en sus escuelas. El ataque porril dejo el saldo de 6 jóvenes heridos, dos de ellos aún de gravedad.
Primer triunfo
Los porros son grupos de choque, que surgieron de las “porras” (grupos ultras) de los equipos de fútbol, pero esta es solo una careta para encubrir a bandas a sueldo de las autoridades en las Universidades. Entrenados y auspiciados por altos funcionarios y/o políticos, estos grupos han jugado el papel histórico de amedrentamiento y violencia contra el movimiento estudiantil y sus cuadros más destacados en las escuelas. Pero en realidad son muy débiles. El ataque premeditado que sufrimos el lunes 3 de septiembre fue respondido con valentía y arrojo por el movimiento, obligándolos a replegarse hasta expulsarlos de la explanada de Rectoría. Ahora, con la fuerza demostrada y el contagio de la movilización a numerosas escuelas, es el momento de expulsarlos definitivamente de la UNAM.
La enorme presión de los estudiantes en lucha se ha dejado sentir en el seno de la propia dirección académica de la UNAM. La reciente declaración de Enrique Graue, el Rector de la UNAM, reprobando los acontecimientos y anunciando la expulsión de 18 de estos individuos que ya han sido identificados, supone un primer y magnifico triunfo del movimiento. Nadie nos regala nada y esta reacción la ha provocado la lucha de los estudiantes en la ola de paros que se ha producido.
Vamos por más
A pesar de este primer éxito de la lucha juvenil, tenemos que decir que NO ES SUFICIENTE. El “porro” mayor sigue en la Dirección General del Colegio de Ciencia y Humanidades, Benjamín Barajas, que es un conocido promotor de grupos porriles. Exigimos su expulsión inmediata de cualquier cargo en la UNAM. También es imprescindible denunciar la actuación de los grupos de Vigilancia UNAM y pedir la destitución de Teófilo Licona “El Cobra” responsable de permitir el ataque porril del pasado 3 de septiembre.
El rector Graue tiene que llevar a la práctica estas demandas centrales de nuestra lucha, o renunciar por su falta de voluntad política.
El problema debe resolverse de raíz. Necesitamos una Universidad democrática, que permita la libre expresión y manifestación de los estudiantes, que brinde espacios para el pensamiento crítico, para el desarrollo integral de los jóvenes y en un ambiente seguro, sin acoso y sin violencia. Los altos funcionarios deben elegirse desde abajo, con la participación de la comunidad ¡Basta de funcionarios corruptos y autoritarios en la Universidad! Si no quitamos a todos estos instigadores de la violencia dentro de la Universidad, los grupos porriles tarde o temprano se reagruparán.
El pliego petitorio de los compañeros de CCH Azcapotzalco debe ser resuelto: ningún estudiante debe ser obligado a pagar una cuota fija. La Universidad es gratuita gracias a los impuestos que pagamos millones de jóvenes y trabajadores, el dinero para una universidad de calidad existe, pero está mal distribuido, y se consume en corrupción y los elevados salarios de los altos funcionarios.
Extender y unificar la lucha
Las muestras de solidaridad han sido magnificas, y los paros solidarios en la Universidad Pedagógica Nacional, el Instituto Politécnico Nacional, la Escuela Nacional de Antropología e Historia, etc., muestran el enorme potencial de este movimiento: es completamente posible llamar a una lucha nacional contra la violencia hacia la juventud, víctima de la mal llamada “guerra contra el narco”, de los feminicidios, de las agresiones porriles o de delincuentes comunes. ¡La violencia estructural que sufrimos bajo el capitalismo sólo la podemos parar mediante la lucha masiva, consciente y organizada!
Desde el Sindicato de Estudiantes llamamos a conformar Comités de lucha en cada escuela, y brigadas informativas para contrarrestar el silencio cómplice y las tergiversaciones de los medios masivos de comunicación. También creemos que nuestra mejor arma es la unidad con los trabajadores, los movimientos sociales fuera de las paredes de la Universidad, que batallan contra los mega proyectos de muerte que inundan todo el país, y con todos los colectivos y movimientos de víctimas de la violencia del sistema y del Estado.
¡Únete al Sindicato de Estudiantes, construye con nostras y nosotros la herramienta para luchar por un futuro digno!
Be the first to comment