La lucha contra la destrucción del planeta se ha convertido en una cuestión de supervivencia vital. El último informe de la ONU sobre el Cambio Climático estima que “la humanidad tiene 12 años para evitar un desastre ambiental catastrófico”. El año pasado ha sido el cuarto más cálido desde 1850 y en los próximos cinco años se prevén temperaturas récord en las grandes ciudades, donde ya vive más de la mitad de la población mundial.
Los océanos están perdiendo oxígeno a pasos agigantados a causa del calentamiento marítimo. El nivel global del mar subirá más de medio metro durante los próximos 80 años, lo que provocará serios problemas a muchas ciudades costeras. Se calcula que en diez años, a causa del calentamiento global, el Ártico se quedará totalmente sin hielo en verano. Sin irnos más lejos, en la ciudad asturiana de Gijón la contaminación se ha multiplicado en un 2.300% en 2018.
El sistema capitalista nos conduce a la catástrofe ecológica
Ante esta realidad, la hipocresía de los gobiernos capitalistas de todo el mundo no tiene límite: convocan numerosas cumbres sobre el clima y aprueban protocolos medioambientales que son incumplidos sistemáticamente por las grandes multinacionales del petróleo, del gas, de la siderurgia, de las eléctricas. Miles de hectáreas se desforestan cada año en la amazonía brasileña, los océanos son esquilmados de recursos pesqueros y tratados como basureros, los vertidos tóxicos de las mineras son algo cotidiano, y la contaminación que provoca la industria automovilística o de procesamiento de alimentos ha llegado a un punto insostenible. Pero los gobiernos lo consienten como parte de la lógica implacable del capitalismo.
La responsabilidad de esta destrucción medioambiental es muy concreta: son las grandes empresas, y los gobiernos a su servicio, los que ponen por delante la acumulación de beneficios a costa de lo que sea. Se calcula que el 63% de las emisiones de CO2 a nivel mundial son consecuencia de la actividad de 90 multinacionales, y tan sólo en Europa el 60% de la contaminación es producida por 5 de ellas.
¿Cómo es posible que en un momento en el que los avances científicos permitirían frenar el cambio climático y garantizar un mundo sostenible ecológicamente, éste se haya agravado alarmantemente? La razón es obvia: el sistema capitalista se basa en la producción para el máximo beneficios de una minoría, aunque eso suponga desempleo masivo, precariedad, recortes, privatización de la sanidad y la educación públicas y destruir el medioambiente en el que vivimos.
15 de marzo: huelga General estudiantil europea contra el cambio climático
Desde el pasado mes de noviembre decenas de miles de estudiantes de Bélgica, Alemania, Gran Bretaña, Australia y más países han protagonizado movilizaciones multitudinarias contra el cambio climático y los efectos catastróficos que este sistema provoca en el medio ambiente.
Para este 15 de marzo se ha lanzado la convocatoria de una gran huelga estudiantil europea para continuar la lucha, y desde el Sindicato de Estudiantes nos sumamos activamente a la misma llamando a todos los estudiantes de institutos y universidades a la huelga general y a las manifestaciones que organizaremos a las 12h en todas las ciudades del Estado.
La movilización por la supervivencia del planeta no está separada del resto de reivindicaciones sociales y educativas por las que hemos luchado en estos años. Tenemos que levantar un gran movimiento internacional que una a la juventud, a los trabajadores y trabajadoras, a todos los sectores oprimidos para lograr un cambio real en la sociedad: terminar con el control asfixiante que ejercen sobre la producción mundial un puñado de grandes multinacionales, y establecer la planificación de la economía de manera racional y respetuosa con el medioambiente, garantizando el pleno empleo, salarios y servicios públicos dignos, y justicia social. Sólo acabando con la opresión capitalista y construyendo una sociedad auténticamente democrática y basada en la justicia social, una sociedad socialista, podremos preservar nuestro maravilloso planeta y librarnos de la catástrofe que nos amenaza.
Exigimos:
• Nacionalización de todas las multinacionales de producción de energía y combustibles (eléctricas, compañías mineras, de petróleo y gas, empresas de producción de energía eólica y solar, etc…), y plan público de inversiones para establecer una industria energética 100% ecológica y sostenible. ¡No a la pobreza energética!
• Por una red de transporte público, gratuito, de calidad y ecológico. Plan masivo de inversiones para hacer las ciudades 100% sostenibles.
• Nacionalización de las industrias automovilísticas, aeronáuticas y navales, y transformación de su producción para hacerlas viables y no contaminantes.
• Nacionalización de la tierra, de la industria ganadera y de las industrias de procesamiento de alimentos. No a la explotación capitalista de los oceános. ¡Por una alimentación sostenible, ecológica y sana para el conjunto de la población!
• Empresas públicas de reciclaje bajo el control democrático de trabajadoras y trabajadores. ¡Basta de hacer negocios con el ecologismo!
• Por una producción sostenible planificada democráticamente por el conjunto de la clase trabajadora y la juventud. Por la transformación socialista y ecológica de la sociedad.
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