Tormentas económicas y lucha de clases en la agenda
Mientras el mundo y la gente de Gran Bretaña estaba preocupada con el ultraje del terrorista en Ossetia del norte, con una situación económica empeorando, alza de precios y la lucha diaria para llegar a fin de mes, ¿Cuáles eran las prioridades de Tony Blair y de su gobierno del Nuevo Laborismo?
Ellas son ver quién está en el orden de prelación en la cima y quién heredará su corona cuando lo fuercen a dejar la oficina; éste es el significado verdadero del bullicio por los cambios de gabinete. Los comentaristas políticos, intentando dar sentido a estos desarrollos, son como los viejos Kremlinologistas, que intentaban discernir quiénes eran los ganadores y los perdedores en las luchas de poder en la Rusia Estalinista observando quién estaba en el estrado en la Plaza Roja durante los desfiles.
Si el super Blairista Milburn ahora "prefiere pasar más tiempo" con el gobierno que con su familia y realmente "ha dejado fuera" a Gordon Brown y a los "Brownies", esto es de poca o ninguna consecuencia para la clase trabajadora. Blair, Milburn y Brown todos son partidarios del ‘proyecto’ del New Labour (Nuevo Laborismo). Ambas alas de la dirección de este partido capitalista desean dejar caer el hacha sobre lo que queda del sector público, reducir brutalmente los números de los que reciben las beneficios por invalidez, que ahora suman 2.7 millones, y apoyar a los patrones en el empeoramiento de las jornadas, el empeoramiento de las condiciones y la reducción de salarios.
Si hay un matiz de diferencia está en la música que sale de los dos campos. Blair y Milburn desean absoluta y claramente utilizar una victoria del Nuevo Laborismo en la próxima elección general para realizar "reformas substanciales" (léase ataques salvajes) en el gasto de bienestar social. Nervioso por la reacción de la gente de la clase trabajadora si se lanza una ofensiva frontal, aún cuando apoya este programa, Brown quisiera que fuera implementado como un plan en cuotas. En otras palabras, la elección que enfrentan los trabajadores del Nuevo Laborismo está entre la muerte a palos de Milburn y de Blair y la muerte por mil cortes de Brown.
Una de las razones probables de la dimisión de Andrew Smith como Secretario de Estado para el Trabajo y las Pensiones fue que él es uno de los pocos diputados laboristas que vive en un Municipio, en Oxford. Algunos de sus vecinos son "enfermos crónicos y lisiados", lo que habría sido muy incómodo para él cuando sean implementadas estas medidas. El hecho de que él vive allí y representa a tal distrito electoral no fue una consideración menor al saltar de la nave del Nuevo Laborismo antes de que lo empujaran.
Lucha por el poder
Por lo tanto, detrás de las ambiciones personales desnudas y de la lucha por el poder dentro del gobierno, hay una determinación de atacar implacablemente las condiciones de vida de la gente de la clase trabajadora. Ésta, a su vez, es una consecuencia de la situación económica y social seria que enfrenta el capitalismo británico, en cierto sentido, una de las más serias de la historia.
A diferencia de los grandes jugadores en Europa que tienen una gran base industrial, que han sido muy seriamente afectados en las crisis económicas recientes, Gran Bretaña aparece haber escapado las peores devastaciones del estancamiento económico que han afectado a sus competidores europeos. La economía del bajo-salario y de trabajo sudoroso de Gran Bretaña, junto con el papel desempeñado por la City de London (el centro financiero de la ciudad de Londres) como un importante receptor de la renta de "servicios" en el sector financiero, han proporcionado un amortiguador contra los vientos económicos desfavorables del extranjero
Ahora, sin embargo, Gran Bretaña y el capitalismo mundial podrían ser confrontados con una tormenta económica semejante al huracán Iván que acaba de causar una devastación en el Caribe. La burbuja colosal producida por el boom de los años 1990, sostenida especialmente por la masiva acumulación de los déficit gemelos de la economía de los EE.UU., el presupuestario y el comercial, tenía una proporción del doble del tamaño del que precedió el Gran Crash de 1929. Cuando estalló en los primeros años de esta década, Alan Greenspan de la Reserva Federal de EE.UU. adoptó lo que los capitalistas describieron como “medidas extraordinarias” inyectando liquidez monetaria en la economía, lo que la mantuvo funcionando. Enfrentado a la recesión desde el 2001 en adelante, las tasas de interés fueron rebajadas drásticamente. Esto por su parte ha provocado una “burbuja” domestica en los EE.UU. y Gran Bretaña, que ha financiado un consumo a crédito sin precedente, alimentando el gasto del consumidor y sosteniendo este castillo de naipes. Los precios domésticos en Gran Bretaña están a un nivel sin precedentes, en números redondos de cinco veces el ingreso anual. La deuda interna ahora excede £1 trillón (£1,000 millones).
Algunos economistas capitalistas creen que no hay razón para que esto no continúe en un futuro ‘dorado’ para el capitalismo. Están en estado de negación, como estaban a finales de los años 1980: “Hay buenas razones para creer que esta norma histórica (la ampliación de la relación de los precios domésticos respecto al ingreso) pude no ser más aplicable a la economía actual”. Esto fue escrito por un economista capitalista en los inicios de los años 1980, unos pocos meses antes de la más grande crisis de propiedades en 40 años.
Mientras tanto, Greenspan se ha quedado sin botones para apretar para mantener la economía de EE.UU. y por consecuencia la economía mundial. Los inversores Japoneses y Chinos que están tapando las profundidades del abismo del déficit no lo continuaran haciendo si este sigue creciendo. Combinado con el alza de los precios de las materias primas, particularmente los US$ 45 por barril de petróleo, la economía mundial podría estar dirigiéndose a encallar. Desde ya, la actividad de producción manufacturera se ha enfriado en Agosto y, de acuerdo con un economista, “Estamos ante una recesión cíclica global.” Una vez que la economía de EE.UU. desacelere, ni Japón ni la Euro zona podrán tomar la batuta económica.
Tranquila complacencia
En este ambiente económico mundial gélido y tormentoso, la tranquila complacencia de que “Gran Bretaña” es diferente, propugnada tanto por los capitalistas como por Gordon Brown, será hecha trizas. La verdadera histeria que rodea sus intentos de reducir las condiciones de vida es en si misma un reflejo del miedo por el futuro. El propósito es reducir drásticamente la participación de la clase trabajadora en la economía con el objeto de incrementar la rentabilidad de los grandes negocios y por lo tanto, así esperan, mantener en su ruta la bonanza de la economía capitalista. Esto producirá pobreza a una escala sin precedentes, desigualdad masiva y condiciones laborales diseñadas con un propósito: reducir más y más el poder de la clase trabajadora.
Alemania es una terrible advertencia a los trabajadores británicos así como fue la Gran Bretaña Thatcherista hasta hace poco. Bajo la fusta del gobierno de Schröder, el Thatcherismo de vía rápida está al orden del día, con salarios reducidos al nivel de pobreza y una brutal prolongación de la semana de trabajo. Los trabajadores de una fábrica, aterrorizados por la amenaza patronal de externalizar la producción, fueron persuadidos para prolongar la jornada de trabajo semanal de 35 a 60 horas! Esto no fue impedido por los lideres sindicales alemanes sino por el cuerpo de “salud y seguridad”, que dijo que era peligroso para la salud de los trabajadores involucrados.
En Alemania y Francia, los capitalistas intentan incrementar las 35 horas semanales de jornada máxima a un mínimo de 45 horas. Los economistas quieren que “la bestia… sea muerta adecuadamente… Una escena fúnebre convincente escrita por el gobierno es necesitada urgentemente” (31 de julio de 2004). Vergonzosamente, “dirigentes del Partido Socialista” en Francia, ahora respaldan a la burguesía Francesa diciendo que la ley introduciendo las 35 horas semanales, pasada por el gobierno Jospin, fue un “error”.
Del mismo modo, el ministro del gobierno del Nuevo Laborismo Denis McShane escribe en el The Guardian, tratando de persuadir a los trabajadores que el fin de la jornada de 35 horas, encadenándolos por más tiempo al escritorio o al lugar de trabajo, en realidad es a favor de sus intereses. Todo esto contra el trasfondo de un nivel sin precedente de stress, caracterizado a escala mundial por la independiente Organización Internacional del Trabajo como “un mundo lleno de ansiedad e ira”. De acuerdo con esta organización solamente 8 por ciento de los trabajadores ahora viven en países que proveen “altos niveles de seguridad económica”.
La amenaza de la externalización es blandida como la espada de Damocles sobre las cabezas de los trabajadores, obligándolos a tolerar salaries y condiciones que habrían sido impensables no hace mucho tiempo atrás. Incluso con sus sacrificios, se estima que un millón de empleos serán perdidos en Europa en los próximos diez años. 750.000 de los cuales en Gran Bretaña.
El cojín amortiguador del petróleo del Mar del Norte se está acabando, con las importaciones de petróleo sobrepasando las exportaciones en junio por primera vez en 11 años. Un portavoz declaró: “No es un cambio menor, las tasas de producción están declinando.” Más aún, el precio en alza del petróleo reducirá las tasas de crecimiento de la economía Británica, lo que provocará un alza del desempleo y eventualmente una reducción de los márgenes, esto es de las utilidades, de los patrones. Esto a su vez les forzará a resistir incluso los magros aumentos salariales garantizados en el presente.
Quien sea elegido para el Nuevo gobierno intenta, como Gershon y Brown han dejado claro, recortes adicionales del gasto del sector público. En la vanguardia de este ataque están los miembros del Sindicato del Servicio Civil y Público (Public and Civil Service Union). El plan de Brown de reducir los puestos de trabajo del sector público en 100,000 es el mayor ataque contra una sola fuerza de trabajo desde el asalto Tory contra los mineros. Más aún, tiene el mismo propósito de acobardar y dejar sin poder a la clase trabajadora frente a la ofensiva capitalista. Incuso, el casi totalmente anónimo dirigente de la TUC (Central Sindical Británica), ha admitido, que el ataque a los servicios públicos es un “punto de ignición en este momento”.
El pensamiento irreal, el rechazo a aceptar la realidad de la situación, es el peor error que puede ser hecho por aquellos que reclaman estar dirigiendo a la clase trabajadora y el movimiento del trabajo. Es posible que el ataque al servicio público pueda ser alargado, tal vez algo de él postergado hasta la elección general que está en camino. Pero la determinación del gobierno es , sin duda, proseguir la política de cortar y presionar dentro del servicio civil. La intención de Blair queda clara con el nombramiento de Alan Johnson, el único dirigente sindical que apoyó la abolición de la Cláusula IV de los estatutos del Partido Laborista, como el reemplazante de Andrew Smith.
Votación de huelga del sector público.
El servicio público está sometiendo a votación una acción de huelga, que todos los trabajadores esperan que triunfe. No deberían ser convencidos por las palabras o acciones de persuación, de los portavoces del gobierno, o desafortunadamente por algunos dirigentes sindicales, que esperan poder recoger los miembros después que la carnicería haya visitado el servicio civil, que es meramente una cuestión de transferir trabajadores de la ‘oficina trasera’ al ‘frente de batalla’. Todos los trabajos que en el presente se realizan son vitales y de ‘frente de batalla’ en lo que concierne a los trabajadores. Un ataque contra los servidores públicos, no es simplemente un conflicto laboral ordinario sino que tendrá impacto dramático sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora como un todo. Es, por lo tanto, una lucha combinada política y laboral.
Para tener éxito derrotando la propuesta gubernamental, es decisivo, ganar un amplio respaldo popular explicando el rol vital de los servidores públicos. Es también central para rechazar la ofensiva patronal, que recibiría un golpe significativo si los trabajadores organizaran una huelga general de un día. Esto se dirigiría contra los capitalistas como un todo, que en Gran Bretaña están tan henchidos con arrogancia que Digby Jones, el Director-General de CBI, puede declarar que “los sindicatos fueron útiles en el pasado cuando los trabajadores eran mayoritariamente no calificados”(?) pero que ahora están “obsoletos”.
Un gerente de Ryanair fue más lejos en un memo, advirtiendo a su staff que harían mejor gastando sus cuotas sindicales en “mujeres fáciles, caballos lentos o incluso en cacerías de zorros”, sobre la base que ello le daría al menos unos minutos de diversión “. Estos comentarios provocativos, anti sindicales, anti clase trabajdora, han sido hechos incluso antes que una crisis económica seria golpee Gran Bretaña.
El estado de ánimo de la clase trabajadora británica es indicado por una serie de huelgas o amenazas de huelgas que han ocurrido en el último año. Los bomberos, por ejemplo, consiguieron una derrota parcial sobre el intento del gobierno de renegar del acuerdo que puso fin a su conflicto y los trabajadores de los gobiernos locales han estado en acción. Los trabajadores de British Airways han estado, de hecho, en ‘actividad lenta’, que ha obligado a los patrones a hacer concesiones. Eurostar y otros trabajadores del transporte han estado en huelga, y muchos otros también.
Pero con los cambios del clima económico, la ofensiva de los empleadores puede ser mucho más seria que antes. Esto requiere un liderazgo a todos los niveles del movimiento de trabajadores igual al estado de ánimo de la clase trabajadora, que está enfadada y amargada por lo que está obligada a aceptar. Con la excepción de líderes combativos como Mark Serwotka de los funcionarios públicos, la mayoría de los dirigentes sindicales, incluidos los del llamado ‘grupo difícil’, han sido dóciles e ineficaces ante los dientes de la ofensiva de los patrones. La TUC, como una firma orgullosa de su identidad corporativa, recientemente informó orgullosamente al Congreso de la efectividad de su “marca”. Esto no detendrá a los capitalistas en su búsqueda para intimidar a los trabajadores con el cierre de fábricas tan fácilmente como una caja de fósforos a menos que le doblen las rodillas al gran capital.
Sindicatos combativos son necesarios. La membresía de la TUC ahora está en su nivel más bajo desde 1944, parcialmente debido a factores objetivos como la contracción de la industria manufacturera. Algo de ello, sin embargo, es debido a la dirección y políticas ineficaces. Típico de ello es la aceptación por los dirigentes sindicales, particularmente los ‘Cuatro Grandes’ de GMB, TGWU, UNISON y Amicus, de las ‘consesiones’ mínimas, y fundamentalmente en el papel, otorgadas por Blair en el reciente Foro en la Universidad de Warwick del Partido Laborista.
La mayoría ya no confía en Blair
Era un trato para sindicatos financiar por lo menos la mitad de los ingresos del Partido Laborista. La otra mitad ahora proviene de donaciones de los nuevos sostenedores capitalistas del Laborismo a lo que ahora es un partido capitalista. El desprestigio de su dirección ha llegado a tal punto que ya no puede ser disfrazado. Solo los agentes inmobiliarios y los periodistas de The Sun, the Daily Star y the Daily Mirror, considerados lo más bajo de lo bajo por el público, fueron calificados como menos fiables que los ministros del gobierno. Las mentiras sobre Irak significan que la mayoría, 60 a 70%,ya no confían más en Blair, su gobierno o sus ministros.
La membresía del propio Partido Laborista ha caído de 400,000 en 1997 a 190,000 en la actualidad, lo que es probablemente una exageración gruesa tambien. Incluso un antiguo “cazador general de brujas” como Peter Kilfoyle, que arrojó a los‘Militant de Mersey’ fuera del Partido Laborista en los años 1980, hoy día ve con nostalgia ese periodo, que ahora admite que fue un tiempo de envolvimiento activo en los asuntos del Laborismo. En ese entonces, por supuesto, el Laborismo era un partido de trabajadores en la base, pero ahora esta completamente en los bolsillos de los patrones.
El Laborismo puede pasar las elecciones generales de fines de Mayo, probablemente con una reducida mayoría. Los Conservadores (‘Tories’) todavía tienen la marca de Caín, o por lo menos de Thatcher, sobre ellos. Incluso William Hague, convocado a retomar el liderazgo Tory para reemplazar al afligido Michael Howard, dice que prefiere tocar el piano y hacer dinero!. Los Liberal Demócratas, que se disfrazaban de partido ‘radical’ como todos los partidos pro capitalistas, ahora ansiosamente hacen suyo el libre mercado, las privatizaciones y el desmantelamiento del sistema de salud.
Tal es la dominación del capitalismo globalizado que esta es la lógica de todos aquellos que aceptan trabajar dentro de sus límites. Incluso el Partido Nacional Escocés, bajo la renovada dirección de Alex Salmond, ha salido públicamente contra el aumento del gasto público. El ministro del Nuevo Laborismo, Jack McConnell, igualmente ha declarado en favor de seguir los pasos de su mentor Blair, que encabezó la limitación o el fin de las concesiones a los trabajadores de Escocia.
Por tanto, la idea vendida por aquellos como el ex diputado laborista Roy Hattersley de volver a la social democracia, con lo que el quiere decir el mantenimiento de un mínimo sector estatal, la oposición a la privatización total y mejoras en las condiciones de vida, es un sueño en las condiciones actuales. Todos los partidos pro capitalistas se están moviendo en la dirección contraria a la que se moverá la clase trabajadora en el próximo periodo.
La calamitosa situación económica y social en Alemania ha resultado en que la mayoría de los del este y más del 50% de los del oeste optan por el socialismo en las encuestas de opinión. Los fuertes golpes de los acontecimientos, que vienen, impulsaran a los trabajadores en todas partes, incluidos en Gran Bretaña, en la misma dirección. Al mismo tiempo, los trabajadores Británicos están privados de su fuerza, sin un polo de atracción política que pueda ofrecer una salida hacia delante. Por esto , la idea del Partido Socialista de crear las bases de un nuevo partido de trabajadores de masas, es más urgente hoy día aún.
Las fuerzas que dirigirán hacia este desarrollo maduraran de los visibles fracasos del capitalismo, la incapacidad de este sistema de mostrar un camino hacia adelante, el fracaso del ‘proyecto’ del Nuevo Laborismo, y del crecimiento del Partido Socialista, lo que a su vez significará una voz más efectiva para defender el cambio social. Esta es la verdadera alternativa para los trabajadores, no los conflictos personales, en gran medida fingidos, de la cumbre del Nuevo Laborismo.
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