Un ataque a las pensiones de los trabajadores por parte del Primer Ministro Francés, Jean Pierre Raffarin, combinado con otros problemas como la descentralización de la educación, hizo estallar una masiva respuesta de los trabajadores a lo largo y ancho de Francia.
Este movimiento ha superado las luchas de 1995, cuando el entonces primer ministro Alain Juppé intento imponer medidas similares, pero fue obligado a retroceder bajo tres semanas de huelgas del sector publico. Con esta presente intensificación de las luchas, se abre la posibilidad del desarrollo de una confrontación en la escala de 1968 –cuando 10 millones de obreros fueron a la huelga, que amenazo la supervivencia del sistema capitalista.
Comenzó con solo dos días de protesta en febrero y luego en abril, que fueron seguidos por una gran manifestación el primero de mayo, donde unas 300.000 personas salieron a las calles. El movimiento dio un salto adelante el 13 de mayo, día de huelga y manifestaciones que conjohnaron a dos millones de trabajadores en 115 pueblos y ciudades. Una mayoría de trabajadores del sector publico –por lo menos un 57%- participaron en esta huelga. Esto incluyo además la huelga y manifestaciones en Marsella donde participaron unas 200.000 personas.
Los trabajadores del sector publico están furiosos con el plan de gobierno para empeorar sus pensiones. Entre otras medidas, ellos tendrán que trabajar durante 40 años en lugar de 37,5 para conseguir derecho a una jubilación completa.
Pero el movimiento ha ido mas allá de los ataques específicos que el gobierno quiere aplicar y que desataron una respuesta masiva. Los trabajadores reconocen hoy la amenaza de las políticas neoliberales impuestas a toda la población francesa. No solamente a todos los que hacen uso de los servicios públicos. En Francia, un cuarto de la mano de obra trabaja en los servicios públicos y por lo menos la mitad de la población tiene algún miembro familiar que trabaja en este sector. Así que no es sorprendente que la mayoría de los trabajadores apoye este movimiento.
Algunos sectores de trabajadores de los servicios públicos, envueltos en esta huelga, como los del transporte, correo y sectores de la energía, no serán afectados directamente por los actuales planes jubila torios. Sin embargo, han llegado con sus propias preocupaciones en torno a las privatizaciones, los despidos y los recortes en sus sectores. Los profesores, que tampoco serán directamente afectados por los planes de descentralización para las escuelas (aplicados al personal no docente), sin embargo igual están luchando contra estos planes, porque realmente son un ataque fundamental a la provisión de los servicios estatales. Ellos, correctamente, ven en estas medidas un camino hacia mayores recortes fiscales y privatizaciones.
Los trabajadores del sector privado, que estuvieron poco envueltos en las huelgas de 1995 hoy están participando. En los últimos años este sector ha sufrido la perdida de miles de empleos, empeoramiento en las condiciones de trabajo, bajos salarios y también están en la mira para recibir grandes ataques a sus propios derechos previsionales. Contingentes del sector privado estuvieron presente en las manifestaciones del 13 de mayo, incluyendo a un cuarto de los obreros de la Michelín (neumáticos), muchos obreros de la industria automotriz y 900 obreros de la metal Alstrom.
Muchos huelguistas decidieron continuar con la protesta quedándose fuera el 14 de mayo, como lo hicieron los trabajadores del metro, de ferrocarriles y de autobuses en la región de Paris. Siguiendo al 13/14 de mayo, una serie de días de movilización han tenido lugar en varias regiones del país. Estas acciones han envuelto a un importante numero, como las 700.000 que participaron en 70 pueblos y ciudades el 19 de mayo. Una masiva demostración, sobre un millón de personas, se realizo el domingo 25 de mayo en Paris, con manifestaciones ese mismo día en otros lugares como Marsella que reunió a 50.000 protestantes. No masiva al principio, la participación de escolares y estudiantes de universidad que están entrando a la lucha es cada vez mayor, molestos frente a la propaganda gubernamental que dice que los maestros están actuando contra sus intereses impidiendo que se realicen los exámenes.
La batalla del 3 de junio
La próxima gran movilización, la décima desde que comenzó el movimiento, se ha convocado para el martes 3 de junio, por cuatro federaciones de sindicatos, que integran a trabajadores de hospitales, la educación, el transporte, el correo, las telecomunicaciones, el gas, la electricidad y la Banca de Francia. También incluirá a trabajadores del sector privado, que están aumentando su participación en las luchas. Dado el animo presente, es probable que alcance las proporciones de la huelga general en algunas ciudades y quizás a nivel nacional. En muchas ciudades y pueblos una de cada diez personas ha participado directamente en las protestas y una reciente encuesta revela que dos tercios de la población francesa apoya el movimiento.
Los lideres de las federaciones de sindicatos se han esforzado por mantenerse a la cabeza del movimiento, pero al mismo tiempo intentan detener su desarrollo para evitar que desemboque en una huelga general. Sus perspectivas no difieren mucho de las erradas políticas de los lideres del Partido Socialista (PS) y del Partido Comunista (PC), ellos temen la creación de un gran movimiento de masas que vaya en la senda de 1968.
Los dirigentes de la CDTF, una de las tres principales federaciones del sector publico han firmado un acuerdo con Raffarin y sus "reformas", lo que ha creado un gran malestar en la base de los sindicatos. De hecho, numerosos contingentes de trabajadores de la CDTF tomaron parte en la manifestación del 25 de mayo, sus miembros estaban furiosos con la capitulación de su dirección. Las otras dos principales federaciones sindicales, la CGT y Fuerza Obrera (FO), todavía intentan controlar el movimiento, pero para ellos la huelga general "no es necesaria", según la dirección de la CGT. Marc Blondel, líder de Fuerza Obrera, fue citado en el periódico Le Monde descartando el llamado a huelga general. Sin embargo ellos están bajo una intensa presión desde abajo, y arrastrados por ella se han visto obligados a llamar a movilizaciones durante días, pero a la vez intentan asegurarse de detener la continuidad y la velocidad que han adquirido las acciones de protesta. Sin embargo el movimiento, actualmente esta creciendo rápidamente y con un gran sector reconociendo la necesidad de una huelga general de los trabajadores públicos y privados.
Tensión en el Gobierno
Ante el desarrollo de este movimiento existe gran tensión en el gobierno de Raffarin. Siguiendo al ascenso y caída de Juppe en 1995, Raffarin esta bajo la presión de una clase capitalista que teme ver reducidos sus ingresos y ganancias, por lo que insiste en su programa de recortes. Su miedo proviene de una situación económica que es bastante peor que en 1995, como resultado del derrumbe en las tasas de crecimiento, unida a la crisis en vías de desarrollo de la economía mundial. El déficit del gasto publico ha sobrepasado el limite de 3% del PIB en la Euro zona y en la economía, probablemente será demostrada la recesión cuando las cifras totales sean reveladas. El gobierno quiere que los trabajadores paguen el precio de la crisis, dirigiendo un rápido ataque al estado de bienestar.
Sin embargo, aterrado frente al creciente movimiento huelguístico, al interior del gobierno ya han advertido el peligro que significa imponer las medidas demasiado rápido y ya se ha llegado a posponer la legislación de autonomía universitaria y se discute tambien aplazarlo en las escuelas. Esto con el propósito de lograr su principal objetivo; el corte a las pensiones.
Los dirigentes sindicales, desesperados por negociar con el gobierno un acuerdo que puedan hacer pasar por una concesión importante, todavía pueden encontrar la forma de hacer descarrilar al movimiento. Pero los trabajadores franceses están hoy día determinadamente seguros y combativos e intentan seguir la lucha mas allá. Cuando Raffarin arrogantemente declaro: "La calle no gobierna", los trabajadores en las manifestaciones callejeras respondieron con advertencias como; "Raffarin debe recordar que fue la calle quien lo elijio" o "las revoluciones comienzan en la calle".
Los trabajadores en muchas áreas están reviviendo la tradición de sostener abiertamente y en la base las asambleas generales, reuniéndose diariamente y en algunos casos votando la continuación de las actividades o discutiendo los planes de huelga. Ellos están cambiando las asambleas tradicionales del establishment, y constituyen organismos que involucran al sector privado y publico, como los existentes en Rouen, Clermont-Ferrand y Marsella.
Los activistas de Gauche Revolutionare (GR), la sección francesa del Comité por una Internacional de los Trabajadores, esta jugando un rol importante en las asambleas locales de trabajadores y recalcan el importante papel que estos organismos pueden jugar para construir y organizar la huelga general. Ellos están sosteniendo un plan para defender la huelga general, para que la elección de delegados sea desde la base y sujetos a revocabilidad, también llaman a la unidad entre el sector publico y privado y la importancia de que los trabajadores deben unirse a nivel regional y nacional.
La necesidad de un partido obrero de masas
Viendo el giro a la derecha que realizan el PS y el PC, Gauche Revolutionare también reconoce la necesidad por un nuevo partido obrero de masas. El PS se ha movido verbalmente a la izquierda solo por la presión del movimiento y ha estado en las manifestaciones del 25 de mayo, pero de seguro estaría aplicando el programa de recortes si estuviera en el poder, tal como el partido socialdemócrata de Shroeder lo esta haciendo actualmente en Alemania.
Las organizaciones Trotskistas de Francia, LCR y Lutte Ouvrière, que obtuvieron un voto combinado que llego al 10% en las elecciones presidenciales del año pasado, hasta hoy todavía no han capitalizado ese apoyo, adoptando un programa de lucha que pueda ser tomado por los trabajadores en el presente y que ponga las bases para la construcción de un nuevo partido.
Con el gobierno Francés imponiendo una política Thatcherista, la necesidad de una huelga general indefinida es urgente. Los trabajadores necesitan unir sus luchas y proponer una alternativa obrera a las reglas de Raffarin y Chirac en la derecha y también a los representantes de la izquierda tradicional en el sistema capitalista. Una huelga general demostraría el poder potencial de la clase trabajadora en la sociedad y levantaría la necesidad de un gobierno con representantes obreros. Para traspasar a propiedad publica las grandes compañías y los bancos, con un plan socialista para la producción, que asegure las bases para la construcción de una sociedad socialista, que garantice servicios decentes y condiciones de vida para todos.
Be the first to comment