Miles de esfuerzos realizó la derecha venezolana para imponer el referendo revocatorio, incluyendo un abierto fraude, como hacer firmar a más de once mil muertos y más de 10.500 individuos que aparecen firmando hasta tres o más veces – a los cuales hoy se les está sometiendo a juicio.
Pero todos sus esfuerzos fueron en vano, dado que por octava vez fueron derrotados por los trabajadores y los habitantes de los barrios populares. Lo peor es que tanto para la elite dominante venezolana y el imperialismo norteamericano, el referéndum no les ha resuelto absolutamente nada y la sociedad venezolana sigue más polarizada que antes de las votaciones. La razón fundamental para la polarización son las tremendas desigualdades y la sejohnación que existe desde siempre en Venezuela -igual que en la mayoría de los países de América Latina- donde hay barrios para ricos y barrios para pobres. En los barrios donde viven los ricos ganó ampliamente el voto contra Chávez, pero estos sólo representan una minoría del país y con muchos engaños lograron repuntar hasta un 40% de los votos. Los sectores pobres en cambio, que son la mayoría de la población, votaron abrumadoramente por la continuidad del gobierno, logrando prácticamente el 60% de los votos.
A nivel latinoamericano el proceso que estamos viendo en Venezuela ha tenido un gran impacto. Los trabajadores y sectores populares del continente tienen enormes simpatías con el gobierno de Chávez y las medidas implementadas por este. Este punto complica aún más las cosas para el imperialismo, pues le dificulta la imposición de sus políticas económicas a nivel regional, dado que aunque ambiguo, el proyecto de Chávez –bolivariano, nacionalista, antiimperialista, anti Alca- le pone abstáculos para alinear a todos los gobiernos de la región detrás de su política.
La oposición pretende desconocer los resultados.
Los sectores de oposición mañosamente pretenden desconocer esta votación y para esto dan como excusa sus encuestas “a salida de urna” que por supuesto las realizaron en sus barrios, donde sabían de antemano que iban a ganar y quieren usar esos resultados para desconocer el triunfo de los sectores pro Chávez.
No debemos olvidar que la oposición controla la mayoría de los medios de comunicación, desde donde han llevado a cabo todo tipo de campañas antichavistas, incurriendo incluso en la mentira descarada.
La oposición está intentando por todos los medios de desacreditar el triunfo de los trabajadores y sectores populares que apoyan el gobierno de Chávez. Están tratando de salvar desesperadamente un prestigio, fortaleza y credibilidad que ya no tienen.
Esta nueva derrota los va a dividir aun más de lo que ya estaban y lo peor para ellos es que tienen que enfrentar ahora en septiembre nuevas elecciones, esta vez de alcaldes y gobernadores. ¿Cómo podrán levantar la moral de sus partidarios en tan poco tiempo? Además, también han perdido credibilidad de cara a sus amos norteamericanos.
El futuro de la oposición se ve cada vez más negro, por esto sólo ven como opción patear la mesa y desconocer los resultados del referéndum. Con lo cual han terminado desprestigiándose aun más, dado que los observadores internacionales, los representantes de la OEA y el Centro Carter, han reconocido que tal fraude nunca existió y ellos sí saben de fraude, sobretodo los norteamericanos, que tienen a un presidente que llegó al poder precisamente sobre la base de un fraude.
Los trabajadores nunca dudaron que ganarían
El movimiento popular por otro lado esta eufórico, lleno de optimismo. Ellos nunca dudaron que iban a ganar, y veían que la única posibilidad de perder era sobre la base de un fraude por parte de la oposición, usando la misma fórmula en que habían logrado imponer el referéndum. Los círculos bolivarianos y los dirigentes sindicales de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) denunciaron en su momento esta situación y pidieron al Consejo Nacional Electoral que no convalidara el fraude.
Los sectores populares, con este apoyo masivo al gobierno, están exigiendo que Chávez profundice las reformas implementadas hasta ahora. Los trabajadores quieren mejores puestos de trabajo, más educación, mejor atención de salud, más oportunidades para sus hijos, en general, que se termine con las enormes desigualdades que existen en Venezuela y que condena a la mayoría de la población a vivir en condiciones miserables.
La burguesía Venezolana no tiene una estrategia común.
También está claro que el sector más reaccionario de la elite dominante, la que tiene los mayores privilegios, está dispuesta a dar una lucha a muerte para defender todas sus regalías. Aunque después de ocho derrotas electorales muchos de ellos no tienen mucha fe que vía elecciones puedan cumplir con sus anhelos de mantener las cosas como ellos quieren. El sector duro de la oposición quiere tomar medidas drásticas para cambiar el rumbo de los acontecimientos. Para ellos nada es descartable, desde asesinar al presidente, intentar un nuevo golpe de estado, atentados terroristas o cualquier otra medida desesperada.
Por otro lado la posición que asuma el imperialismo norteamericano, será determinante para un sector importante de la derecha venezolana que no tiene confianza en las medidas extremas que están planteando algunos de sus integrantes.
Es un hecho que la oposición venezolana esta más atomizada después de esta derrota y no tienen una estrategia común para combatir a Chávez. De hecho, al imperialismo norteamericano le ha dado más frutos apostar a desgastar a regímenes como el de Chávez, con el objeto de minar el apoyo que tienen antes de tomar medidas más extremas para derrocarlos.
Dado las características del gobierno de Chávez, no es descartable que se produzca ese desgaste. Como él mismo ha repetido hasta el cansancio, su régimen no es comunista, sino que humanista. Que busca un balance entre el capitalismo, el mercado libre y una sociedad más justa e igualitaria. De hecho, uno de los primeros llamados de Chávez después del triunfo fue para abrir un diálogo con la oposición para buscar la unidad y la conciliación
con ellos. De hecho, algunos analistas en Venezuela no descartan que se llegue a un acuerdo entre la oposición y el gobierno, para incluirlos en la gestión gubernativa.
Cualquier acuerdo con la oposición sea abierto u oculto, significará una moderación en el tipo de reformas que se han implementado hasta ahora, que aunque importantes, siguen siendo limitadas, dado que Chávez sigue trabajando dentro del sistema capitalista, que es el que ha creado todas las desigualdades que se pretenden combatir con dichas reformas.
Si esto llegara a ocurrir, inevitablemente crearía una frustración enorme entre los que entusiastamente hoy apoyan a Chávez, y sería el comienzo del desgaste del gobierno que tanto busca la clase dominante y el imperialismo norteamericano para pasar a una ofensiva aun más abierta contra el régimen venezolano.
¿Cuál es la Alternativa?
La clase trabajadora y el conjunto de los sectores populares deben pasar a la ofensiva después de esta contundente victoria. Los trabajadores deben aprovechar todas las organizaciones que se levantaron para obtener este triunfo y convertirlas en organizaciones permanentes, cuyo objetivo sea convertirlas en órganos de poder alternativos de clase, para defender y profundizar los avances obtenidos hasta ahora. La única forma de lograr esto es planteándose la derrota definitiva del sistema capitalista, sus defensores y el imperialismo.
Los trabajadores y sus organizaciones deben presionar y exigir a Chávez que no retroceda frente a las presiones que está recibiendo tanto de la burguesía nacional, como del imperialismo.
La clase trabajadora hoy más que nunca necesita fortalecer sus propias organizaciones para enfrentar las amenazas que está recibiendo el proceso de reformas implementado hasta ahora.
El referéndum logró algo que era absolutamente necesario, que los círculos bolivarianos se ampliaran a más sectores que apoyaban el proceso de cambios impulsado, pero que hasta ahora no se habían organizado activamente. Pero para que esto no sufra un retroceso, se deben democratizar al máximo estas instancias, los delegados deben ser elegidos en todos los lugares de trabajo y en cada barrio popular. Todos los representantes deben estar sujetos a revocación inmediata por parte de las asambleas que los eligieron. Lo mismo debe ocurrir en las Fuerzas Armadas. Los soldados deben tener derecho a organizarse en comités de soldados para democratizar los instituciones militares, sacando a todos aquellos oficiales que siguen apoyando a los sectores reaccionarios.
Los comités de soldados, deben unirse a los comités de trabajadores en los diferentes barrios, también a nivel distrital, de ciudad, regional y nacional, conformando la base de un nuevo gobierno de trabajadores y campesinos.
Las grandes compañías, los bancos y las instituciones financieras nacionales y multinacionales deben ser nacionalizadas bajo el control y administración democrática de los trabajadores y sus organizaciones.
Es necesario que los trabajadores se armen con un programa de clase que se plantee claramente la construcción de una sociedad más justa y democrática. Una sociedad socialista.
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